Wendy Guerra.

La escritora cubana publica Domingo de Revolución (Anagrama)

A Wendy Guerra (La Habana, Cuba; 1970) le sorprendió el restablecimiento de las relaciones entre EEUU y Cuba mientras escribía la novela que publica ahora, Domingo de Revolución (Anagrama). La escritora aprovechó la ocasión para dejar que la realidad se colara por las páginas del libro para de alguna manera, como ha explicado en algunas entrevistas, convertirlo en una especie de "novela histórica". Por ella circula Cleo, una joven cubana que tras superar una depresión por la muerte de sus padres en un accidente de coche, consigue publicar un libro de poemas en Europa. De esta manera pasará a ser una autora bajo sospecha en una doble vía: tanto para la Seguridad del Estado, que considera que su éxito es una invención de la CIA, como para un grupo de disidentes cubanos, que la consideran una espía. Domingo de Revolución es una muestra más del talento de Wendy Guerra, que imprime al libro una gran naturalidad y un fino humor y que nos proporciona un viaje a la Cuba más paranoica y llena de secretos.



Pregunta.- ¿Estaríamos muy alejados de la realidad si pensáramos que Cleo y Wendy Guerra tienen muchas cosas en común?

Respuesta.- Para una autora cubana como yo, hija de intelectuales insulares entregados a la utopía revolucionaria durante los años decisivos, sucesora de una dinastía que vio arder sus muñecos a las puertas de un teatro guiñol en nombre de la revolución, que vio recibir fotografías desde Angola como prueba de infidelidad para separar familias, a causa de "desviaciones morales" en medio de la guerra, que vio desactivar, corromper, disolver importantes grupos creativos insertando agentes dentro de sus integrantes, lacerando ideas y proyectos en nombre de la seguridad nacional, para alguien como yo que advirtió (mucho antes de saber leer) los métodos más sofisticados de infiltración en la poca vida privada que teníamos, sería delirante escribir solo en primera persona. Cleo, mi protagonista, pudo ser creada en los años sesenta, setenta, ochenta, noventa, pero está escrita en presente continuo de los 2000, ella, de hecho, hereda los miedos de nuestros padres y abuelos pero Cleo nace en la generación que aprendió a vivir en ese daño, que logra convivir con vigilantes domésticos, en los internados, en los campamentos y también en las casas que dejaron de ser espacios privados para convertirse en espacios públicos.



P.- ¿Cómo influyó la actualidad, en concreto el restablecimiento de relaciones entre EEUU y Cuba, en la escritura de esta novela?

R.- La novela tiene un uso interactivo del tiempo real. Siento que la literatura está en la prehistoria de las otras artes. El enquistamiento estético no solo parte del lenguaje sino de la renuncia a nuestros códigos éticos y sociológicos. Las artes visuales usan herramientas vivas como parte del método constructivo y a ese modelo me acerco para crear las intervenciones históricas que voy inyectando en la trama. Muchos de los argumentos que afectan la vida de los personajes son los cambios históricos, sucesos que nos marcaron, esos que siempre nos han cerrado el paso y cambiado el curso de la propia marea. El personaje y su trama como esclavo o poseso de la historia.



P.- ¿Por qué Cleo no se va de Cuba teniendo una puerta abierta en Europa gracias a sus libros?

R.- Hay, hoy mismo, miles de cubanos en frontera, algunos entre Costa Rica y Panamá y otros tratando de escapar de Cuba por mar, exponiendo su vida en nombre de lo que cada quien cree que es su libertad, pero también, ahora mismo, ocurre un fenómeno que se llama "repatriación" y del que pocos hablan, las oficinas del Carnet de Identidad de cada municipio tiene interminables colas para recibir a estos cubanos de vuelta. Son miles y miles los que vuelven. Estas son nuestras contradicciones y Cleo no es un personaje lineal, odio lo lineal en el arte. Ella quiere vivir y morir, escribir, amar, estar, ser, transcurrir simplemente en el país donde nació. Este no es únicamente el drama de Cleo, es mi propio drama, es y será la tragedia de muchos cubanos. Cleo tiene el miedo a acostumbrarse a su encierro, y un poco, también el peligro de enamorarse de su secuestrador. Es una combinación de odiar y amar, desafiar y aceptar, tal cual, la circunstancia que la acuna pero la aísla. Estar expuesta en vida y obra es un protocolo de los artistas contemporáneos, y yo no escapo a ello, aun viviendo rodeada de agua y política por todas partes.

P.- Cleo vive una experiencia agridulce en México con un grupo de jóvenes disidentes cubanos, de manera que es tan sospechosa fuera como dentro de su país.

R.- Cleo está atrapada en un peligroso, delicado elevador de problemas. He aquí la oportunidad de ser claro sobre los problemas que existen entre los artistas cubanos que viven en Cuba sin tener una actitud política confortable con el gobierno y cierta parte del exilio. ¿Por qué ser enemigos si nuestro dolor es el mismo? Sospechar, difamar, esa es una semilla regada en ambas partes, germina, crece y ayuda a la separación entre cubanos. Para cierta parte (no toda) del exilio, Cleo es una criatura fabricada por la seguridad del estado, para buena parte del poder cubano ella es un engendro armado (o por el mismo exilio) o por la CIA.



P.- ¿Hasta qué punto la paranoia ha asaltado la vida de los cubanos?

R.- ¿Quién lee a Cleo? ¿Quién conoce su vida real? ¿Quién se sienta a estudiar el fenómeno? ¿Cómo sería esa persona de haberse quedado en Cuba? ¿Cómo sería ese cubano de haberse ido a un exilio? Vivimos en una isla atormentada, atolondrada, fragmentada. "Piensa mal y acertarás", "Divide y vencerás". Hay divisiones entre el exilio y Cuba y hay divisiones muy marcadas dentro del propio exilio y dentro de la propia Cuba conviven grandes diferencias políticas. Estar en Cuba no es estar contento y desfilando por las calles, gritando vítores por los logros revolucionarios. Estar en el exilio no significa -en todos los casos- no querer venir, no exponer tu obra en Cuba, no editar en Cuba, no frecuentar tu isla, no ver a tu familia. Esto es bien complejo y en realidad no hay fórmulas. Todo depende del relato que tiene cada quién, todo depende de si te prohíben entrar o no. La crítica cultural insular en ambas orillas se basa (en su mayoría) en un criterio que parte del provincianismo, del chisme pueblerino, de la sospecha y de tu pasado, pero sobre todas las cosas del modo en que cada grupo ve la política y el arte como medio ideológico. No siempre es serio, no siempre son contundentes ciertos argumentos untados de "rencores pasados" y muy pocos medios, en el resto del mundo, respetan ese "enemigo rumor" entre cubanos. Algún día los cubanos dejaremos de difamar o vigilarnos, desprestigiarnos dentro y fuera, será entonces cuando hablaremos y solucionaremos las cosas con cordura y objetividad.



P.- Hay dos elementos que me parece que recorren el libro: la naturalidad y el humor. ¿Era su intención impregnar la novela con estos atributos?

R.- El humor sí, aquí, nos mantiene a salvo y también a veces nos hace pasar por alto lo importante, es un arma de doble filo. La naturalidad es la esencia de esta mujer, un personaje que amo y he creado transparente, nítida, un regalo a mis lectores. La naturalidad recorre el tiempo en que el actor de Hollywood decide vivir en La Habana, la naturalidad y el humor son los vestidos que quise cortar para este libro. Alta costura de dolor, felicidad, asfixia y creación a toda costa.



P.- Ha introducido muchos versos en este libro...

R.- Es el lujo tener y escuchar a un editor tan interesante como Jorge Herralde. Es parte de esa necesidad de jugar con las estructuras y compulsar un cambio estético: Paula Canal, Silvia Sesé, junto al gran Jorge conocen bien a sus autores y pueden ir más allá del frío trabajo colectivo. En Anagrama cada libro tiene su arte, diseñadores, editores, correctores, trabajan duro en ello. Esto tiene Anagrama, acercarse al origen, al carácter de cada autor y dejarlo ser, en su canon. Mi referente es solo la necesitad de escribir poesía e integrarla donde creo que debe ir. La poesía es parte de las aguas territoriales que me acunan. Allí están los versos, al final del libro, como las páginas rosadas de los diccionarios, mis poemas o ¿los poemas de Cleo?



P.- ¿Son ya palpables ciertos cambios tras el restablecimiento de relaciones entre EEUU y Cuba, más allá de visitas y conciertos?

R.- Lo son, y pareciera que en silencio se nos van metiendo en la piel. Los que transitan a diario los días de la isla entenderán que abrirnos al mundo, sentir que "alguien escucha mi canción" y nosotros escuchamos "la canción" de los otros, otro discursos y otras melodías, otros criterios y voces diversas para incorporarlas en nuestro soliloquio, es un buen modo de entrenarnos para una transición. Escuchar a la gente hablar o citar a Obama en plena calle parece un milagro, pero no lo es. Un presidente americano, un hombre relajado y con un 'tumbao', un modo de caminar, bromear e ir directo a la llaga con agudeza, que exhibe familia, esposa, hijas y hasta suegra, que tiene una vida privada normal, trasparente, ha llegado a nosotros a decirnos lo que nadie nos dijo anteriormente en ese rol. Nos ha visitado este entrañable enemigo... y ahora ¿Qué hacer con esto? ¿Cómo acomodar los muebles de nuestra cabeza? En eso estamos. Quiero citar una maravillosa obra creada en los 80 por Aldito Menéndez al calor de Arte Calle, un lienzo enorme (acrílico sobre tela, blanco y negro) que rezaba: Reviva la Revolú-. Es este el momento de revolucionarnos sensorial, estética, político e intelectualmente. Pensar que aquí no ha existido una revolución y creer que la historia de la misma revolución no nos ha marcado es entrar en negación. Hay que aceptar todo lo que hemos sido para, por fin, revolucionarlo todo.



@JavierYusteTosi