Inés Martín Rodrigo
La periodista cultural Inés Martín Rodrigo publica su primera novela, Azules son las horas (Espasa), para rescatar la memoria de su compañera de profesión Sofía Casanova, la primera española que desempeñó la labor de reportera de guerra.
Pregunta.- ¿Qué despertó inicialmente su interés por la figura de Sofía Casanova?
Respuesta.- Mentiría si dijera que sabía quién era Sofía Casanova antes de escribir la novela. Un día la descubrí leyendo un reportaje que se titulaba La periodista que entrevistó a Trotsky; me llamó la atención, empecé a investigar quién había sido esta mujer y encontré una vida apasionante que merecía una novela y fue cuando me decidí a dar el salto a la ficción.
P.- ¿Por qué consideró que para recuperar su legado era mejor el camino de la novela histórica y no el de la biografía o el ensayo?
R.- A mí no me gusta demasiado la etiqueta de novela histórica, pero es verdad que es una novela que se desarrolla entre 1871 y 1958 y cubre una parte importante de la historia. A medida que fui descubriendo las diferentes aristas de la personalidad de Sofía Casanova me di cuenta de que su vida merecía ser contada a través de la ficción porque una biografía no le hubiera hecho tanta justicia. Tuve claro desde el primer momento que tenía que ser una novela y que tenía que escribirla en primera persona porque la voz de Sofía era una voz lo suficientemente potente como para narrarla.
P.- Azules son las horas hace referencia a unos versos de Casanova, ¿qué leyó en ellos usted para que se hayan convertido en el título de la novela?
R.- Estos versos describen muy bien esa atmósfera de melancolía que respira toda la novela. El azul para mí representa el ocaso, cuando el día está terminando y la luz se va poniendo, y esos versos describían muy bien a Sofía enfrentándose a sus últimos días, en su lecho de muerte y reflexionando sobre lo que había sido su vida.
P.- Rodearse de los intelectuales del momento viniendo de una familia humilde, publicar un primer poemario gracias al rey Alfonso XII, vivir en primera persona tres guerras y cubrirlas para un periódico. ¿Se puede decir que, a lo largo de su vida, Sofía Casanova tuvo la suerte de estar siempre en el lugar justo y en el momento adecuado?
R.- Desde luego lo estuvo, no sé si eso fue una suerte o una desgracia. Contó tres guerras, pero además de contarlas las sufrió. Tuvo que ser evacuada de Varsovia durante la I Guerra Mundial y por eso termina en San Petersburgo cuando allí está a punto de iniciarse la revolución rusa, con lo cual también le pilla en medio. Parece que tenía ese don de la ubicuidad y que todos los acontecimientos históricos que marcaron la primera mitad del siglo XX pasaron por ella, o que Sofía pasó por ellos.
P.- Si fue una de las grandes pioneras del oficio, ¿cómo se explica que haya esa laguna en torno al trabajo periodístico que realizó en comparación con otros de su mismo tiempo como Manuel Chaves Nogales?
R.- Es una enorme injusticia que una de las pioneras del periodismo en España no esté reconocida y prácticamente no se la conozca. Sofía tuvo dos problemas fundamentales, el primero fue ser una mujer en un mundo de hombres en un momento muy complicado de la historia, y luego que al casarse con un filósofo polaco e irse a Polonia pasó gran parte de su vida fuera de su país, lo que hizo más difícil todavía que fuera conocida en España. Pero es una injusticia como la de tantísimas otras mujeres que han sido devoradas por el paso de la historia.
P.- ¿Cree que la historia se olvida con más frecuencia de las mujeres?
R.- Sin duda. Yo he tenido la suerte de acceder a las crónicas que escribió Sofía y puedo decir que no tienen nada que envidiar a cualquiera de sus compañeros varones de aquel momento o de después, y no entiendo cómo hay volúmenes que están recuperando a los grandes cronistas del siglo XX y en ellos no se ha incluido a una periodista como Sofía.
P.- ¿No cree que contrasta la imagen de mujer valiente y luchadora que se posiciona contra Hitler con la Casanova de mentalidad conservadora que apoya al régimen de Franco en España?
R.- Las contradicciones son lo que nos define como personas, y Sofía fue una mujer muy contradictoria, pero también fue una mujer de su tiempo. A mí me hubiera extrañado más, después de investigar su vida, que eso no hubiera sucedido porque era una mujer muy conservadora, católica y monárquica, y si no lo hubiera hecho se habría traicionado a sí misma. Pero Sofía tuvo claro que su lugar era al lado de los más débiles.
P.- ¿En qué aspectos le ha ayudado su labor como periodista cultural para la elaboración de esta novela?
R.- Tal vez haya sido justo al revés. En el periodismo se nos prohíben, lógicamente, las herramientas de la ficción; hay una línea que no se puede cruzar y en este caso no debía solo cruzarla, sino quedarme en esa frontera. Ahora creo que soy mejor periodista, porque he perdido muchos miedos, he descubierto herramientas desde el punto de vista de la narrativa que desconocía y se ha abierto más mi perspectiva como narradora.
P.- ¿Cómo lleva pasar de ser entrevistadora a ser entrevistada?
R.- Es una sensación muy curiosa porque soy yo habitualmente la que hace las preguntas y ahora soy quien tiene que responderlas. Está siendo una experiencia muy divertida y muy enriquecedora desde el punto de vista profesional pero también desde el personal porque al final te pones en el lugar del otro y aprendes muchísimo.
P.- ¿Habrá segunda novela?
R.- Ojalá la haya. Yo tengo claro que la literatura es un mundo maravilloso, que para mí también ha sido un refugio en el que cobijarme frente a lo que sucede a nuestro alrededor, y esta novela me ha abierto las puertas de la ficción y quién sabe qué otras novelas están por llegar. Desde luego, ahora veo historias y matices donde antes no los veía y pienso en las novelas que puede haber detrás.