Carlus Padrissa. Foto: La Fura dels Baus

El director y dramaturgo de La Fura dels Baus vuelve a Barcelona con el reestreno de la ópera Carmina Burana, que se representará hasta este domingo en el Teatre Tívoli.

Estrenada en San Sebastián en el año 2009, Carmina Burana es con 37 actuaciones la ópera más representada por La Fura dels Baus. Ha recorrido casi una veintena de ciudades por todo el mundo y ha sido vista por más de 100.000 espectadores. Este fin de semana el espectáculo vuelve a Barcelona bajo la dramaturgia y dirección de su creador, Carlus Padrissa (Balsareny, España, 1959), que lo define como "una fiesta pagana en la que se exaltan las mujeres, el amor y la vida". 24 arias muy cortas que se cantan en una hora donde el espectador, a través de impactantes efectos especiales, se sumerge en el espíritu de la ópera a través de un mundo sensorial, musical y teatral. Un cilindro de diez metros de diámetro, una luna gigante, deshielo, cascadas de agua, éxtasis florales, vendimias, agua y fuego que sirven para crear una auténtica experiencia "furera" que ejemplifica la idea de renovación de la ópera que empuña el director, que defiende que "la ópera es un género cargado de futuro pero necesita renovarse".



Pregunta.- Se pasa el año viajando de país en país, ¿de vez en cuando apetece ya volver a casa, a Barcelona?

Respuesta.- Justo hemos estado hablando de ello esta mañana, que hemos ido al teatro con mis dos niñas, que bueno, ya tienen 18 y 21 años, y se han venido a ayudarnos a montar algunas cosillas. Decíamos al volver a comer a casa que así tendríamos que vivir siempre, trabajando en casa, porque siempre estamos de viaje y aquí estamos integrados como nunca. Desde luego como en casa en ningún lado.



P.- Un espectáculo que lleva tanto tiempo en cartel estará en constante evolución, ¿habrá algunas novedades?

R.- Claro, siempre hay pequeñas novedades, aunque el bloque es el mismo. Hoy, por ejemplo, estaban ensayando unas bailarinas, y de repente sacas cosas nuevas, pequeñas modificaciones que le dan más vistosidad. También nos hemos tenido que adaptar al espacio del teatro, por ejemplo, hemos tenido que reducir la orquesta, de sesenta músicos a diez, pero esto demuestra que Carmina Burana puede adaptarse a cualquier espacio.



P.- La obra lleva en cartel desde 2009 y es la más interpretada de La Fura con 37 representaciones, ¿qué le llamo en su momento?

R.- Empecé a interesarme por ella antes, ya en 2007. Varios directores tuvimos un encargo del Festival Temporada Alta de Girona, Estriptis, una obra donde teníamos que dar nuestra visión de un estriptis femenino. Como ya tenía en mente hacer Carmina Burana pensé que bien podía probar con una cantante de ópera. Encontré una chica así como regordeta que hablaba muy bien alemán y puse una grabación de la música de la ópera tocada con guitarra española y ella iba desnudándose al ritmo. Quedaba bastante bien y ahí de veinticinco partes que tenía la obra ya usé cuatro. Después en 2008 hice otra prueba con coro para una fiesta y le añadí otras ocho partes y después ya fue la vencida, cuando la estrenamos completa en el festival Quincena Donostiarra.



P.- La obra está basada en la adaptación que hizo el alemán Carl Orff sobre textos del siglo XIII y que fueron un auténtico éxito desde su estreno en los años 30.

R.- Precisamente he estado hace poco en dando una conferencia en Múnich en el Orff Zentrum, donde se reúnen sus aficionados e incluso antiguos alumnos suyos. Carl Orff estuvo toda la vida dándole vueltas a esta ópera, fue su gran hit, como la Macarena de Los del Río. Con esta obra tuvo el día o el mes, no sé cuanto tardaría en componerla, de su vida, porque es probablemente una de las óperas más conocidas de todo el siglo XX. Y con el tiempo no pierde. Incluso mi adaptación no pierde. Lo he visto con mis amigos, les invité a ver la tetralogía de Wagner y cuando había terminado el primer acto, después de dos horas, me dijeron que todo muy bien, pero que se iban a comer y luego ya venían al final. No podían aguantar. Sin embargo Carmina Burana se pasa muy rápido, una hora de piezas cortas, muy rítmicas, con mucho trabajo de los diferentes tipos de percusión, que siempre están en la orquesta pero que aquí explotamos al máximo.



P.- Hablando de la orquesta, en cada lugar en el que representan trabajan con orquestas y coros locales, ¿por qué motivo?

R.- Sí, ahí está la gracia. Nosotros vamos un equipo reducido de 7 u 8 personas. A veces llevamos nuestros solistas porque es más rápido, pero si no va una chica 10 o 12 días antes y les enseña. El coro suele ser nuevo y entonces vamos una semanita antes, pero si además lo son los solistas unos 10 días. Fuera de los músicos llevamos las herramientas: las grúas, la piscina de agua, los vídeos... Todo esto es llegar y montar de modo muy fácil. Puedes llegar el día antes y si todo va bien al día siguiente ya puedes estrenar. Es lo contrario de las óperas convencionales que son normalmente muy pesadas, muy insostenibles, las escenografías son muy grandes, y tienes que llevar varios camiones. Ésta no, aquí lo puedes llevar todo en una furgoneta.



P.- Dice que el montaje es muy sencillo, pero desde luego está a la altura de los más espectaculares, ¿cómo se consigue algo así?

R.- Creo que la clave es quizá que le puse mucho "ADN Fura". Es muy simple, pero creo que tuve un poco la suerte de Carl Orff. Él estuvo inspirado al componer, y yo al hacer el montaje, porque tampoco es algo que reflexiones mucho. Hay esto aquí, está música así, ponemos esto de esta forma… a veces queda más coñazo y en este caso, tengo que reconocer, que salió muy bien. Fue de parto fácil, pero luego la ves y es muy resultona pero a la vez es simple, justo igual que la música.







P.- ¿Este tipo de escenografía moderna qué aporta a la ópera?

R.- Principalmente dinamismo. Por ejemplo, la escenografía en vídeo nos da muchas posibilidades representativas y facilita el montaje y ése es también el truco de que se haya hecho tantas veces. Las óperas convencionales van solo a los grandes teatros porque tienen un presupuesto inasumible, pero esta obra se ha movido por sitios pequeños, básicamente por auditorios, lugares donde no hay mucho presupuesto. Me decía el otro día Jorge Culla, intendente de los Teatros del Canal, que él tiene para toda la temporada el presupuesto que tiene el Teatro Real para una sola ópera. Por eso apuestan por montajes del tipo de esta ópera, lo que yo veo bien, porque las grandes óperas me gustan, pero llega un momento que también me cansan. En cambio estos montajes te permiten otra libertad, como cuando Mozart hizo la Flauta Mágica, que fue para un pequeño teatro del extrarradio, y eso no quiere decir que no quedara bien.



P.- Ha afirmado que no pararán hasta renovar la ópera. Además del montaje, del lenguaje más moderno, ¿en qué consiste esa renovación?

R.- Creo que lo más importante que ha aportado La Fura en el género escénico en general es que el público está en el escenario, moviéndose, interactuando, como en un carnaval en la calle. Los espectáculos de toda la vida, los que nos hicieron famosos, lo que tenían de grandeza es que se rompía la cuarta pared, no era una pantalla frente a la que tú te sentabas. Es como si te pones un casco de realidad virtual pero de verdad, tú estás en medio envuelto por la vorágine de la obra. Lo más importante es que el espectador se libere del asiento, porque sentado en él se hunde, pero lo más interesante es la aventura que resulta de estar él activo, de pie, participando en la obra. En cierto modo es lo que creo que a la ópera aún le falta. Con las composiciones antiguas se puede intentar, pero es más complejo, pero con las nuevas se puede perfectamente, porque hablas con el compositor y lo orientas de esa manera. Hemos hecho una ahora ópera llamada Cantos de Sirena, que ya es así, pensada con el público de pie y con el ruido de los zapatos ya incorporado en la composición musical de la obra. Porque la gente hace percusión, participa en el ruido y la música es ruido.



P.- ¿Y esto no es posible que aleje al público tradicional de la ópera?

R.- Más que pensar eso, yo pienso en acercar al público normal a la ópera, porque viajes a donde viajes en cualquier teatro de la opera todo son abuelos. Si llevan a la sobrina, va un día y ya no quiere volver porque dice vaya coñazo estar aquí cinco horas. El público actual no está preparado para eso, y cada vez lo estará menos. La ópera hay que reconocer que es un género que esta muy viejo, y por mucho que inviten a grupos como La Fura para que se renueve, eso cuesta mucho. Entiendo la dificultad, pero pienso que incluso al más purista le gustaría nuestro trabajo. La ópera es un género cargado de futuro, pero claro, necesitan renovarse porque las óperas clásicas tal y como están asustan un poco.



P.- Pero quizás asusta por la complejidad, porque acceder al mundo operístico exige un gran esfuerzo intelectual.

R.- Igual sí que es eso, la complejidad. O quizá es que les gusta ser exclusivos y tiene ese componente exclusivo que hace que no pueda ser popular. Incluso en los teatros alemanes, por buscar un sitio donde hay muchos teatros y mucho público, notas que cuesta que entre gente joven, que la gente no va a la ópera si no tiene 40 o 50 años. Sin embargo creo que hoy en día, todos somos muy operísticos porque somos muy multidisciplinares, al igual que la ópera. El ejemplo está en los videojuegos, que han desplazado al cine porque son mucho más interactivos, te permiten participar. Creo que la ópera debe ir hasta ahí, y eso es perfecto para La Fura, porque esa es nuestra filosofía, nosotros nos hicimos famosos haciendo teatro con la gente de pie, moviéndose por los escenarios.



P.- Y tras este paréntesis casero, ¿vuelta a la carretera?

R.- Por supuesto, qué remedio (risas). Justo tras esto voy a Houston a representar la tetralogía de Wagner y a principios de mayo recalo en Madrid en los Teatros del Canal con El amor brujo. Además estoy a punto de terminar una ópera nueva que se llama Terra Nova que estreno en Linz el 26 de mayo, en la que tengo la suerte de haber buscado al compositor, Moritz Eggert, alumno de un alumno de Carl Orff.