Silvia Pérez Cruz
Hoy publica su nuevo disco, Domus, las canciones de la película Cerca de tu casa.
Pregunta.- ¿Cómo le convenció Eduard Cortés para que participara en un proyecto que le planteaba tantos retos?
Respuesta.- No me costó lanzarme a hacer la banda sonora porque me parece muy bonito ponerle música a una historia y ya lo había hecho para teatro y danza. Más reparos me daba el tema de actuar y tardé muchos meses en decidirme. Pero Eduard me convenció en primer lugar porque es una persona que trasmite confianza. Es muy inteligente y generoso, una persona muy sensible, y me daba mucha libertad a la hora de trabajar. Después, el tema de la película me gustaba, era comprometido artísticamente. Al final lo de actuar no era más que una oportunidad para aprender. En Cerca de tu Casa he podido participar en una historia desde distintos lenguajes artísticos, algunos totalmente desconocidos para mí.
P.- ¿Qué directrices le dio Cortés para componer las canciones?
R.- Nunca me propuso hacer un musical al uso sino que investigara mi propio lenguaje y que encontrara la manera de justificar el que alguien pase de hablar a cantar con naturalidad. Él no buscaba una actriz sino una cantante con un sello personal. Y eso me permitió pensar que no le estaba quitando el trabajo a nadie. Me costó muchos meses aceptar pero ahora estoy muy contenta de haber dicho que sí porque he aprendido mucho.
P.- ¿Su experiencia sobre el escenario le proporcionaba alguna herramienta para afrontar la actuación?
R.- Ambas disciplinas comparten algunos elementos. En la actuación hay emoción, palabras, melodía, ritmo y silencio pero no hay música y la música es mi amor, lo que me pone en trance y me da fuerzas para hacer lo que hago cada día. Hablé con algunos amigos actores y reflexioné mucho sobre qué era actuar en realidad, qué verdad buscan al meterse en la piel de otros... Al final me aconsejaban que me relajara y me dejara llevar porque no iba a poder aprender el oficio tan rápido. Curiosamente la música la encontré en el silencio previo a decir acción. Hay una magia colectiva ahí, un segundo de musicalidad.
P.- ¿Cómo fue el proceso para construir el musical? ¿Qué estaba primero, el guion o las canciones?
R.- El guion. Estuve en la primera versión y al final fueron como 15. Respecto a las canciones lo importante era encontrar el momento en el que nacían. En ningún caso queríamos provocar ese momento ni encajar una canción porque sí. Cuando lo detectábamos yo pedía al equipo palabras sobre lo que querían trasmitir hasta que conectaba con algo mío y me podía poner a escribir. Para mí este proceso es algo mágico, no lo puedo provocar, tiene que salir natural. Al final la fórmula consistía en subrayar emociones más que en hacer avanzar la historia. Esto me liberó bastante porque no me veía capaz de construir un discurso súper reivindicativo todo el rato. Estábamos contando un viaje emocional desde el fracaso y la culpa hasta el consuelo de sentirse acompañados. Todas esas emociones, que al fin y al cabo son universales, ya las había cantado y ahí todo cobró sentido.
P.- ¿Les sirvió algún musical de referencia?
R.- Eduard me habló el primer día que nos reunimos del trabajo de Björk en Bailar en la oscuridad. Esta referencia me ayudó a entender lo que quería de mí pero traté de olvidarme del tema porque Björk tiene mucha personalidad. Pero entendí que lo que me proponía era que hiciera algo personal.
P.- ¿Se puede entender como un musical al uso?
R.- Es un musical porque los personajes cantan. Sin embargo no hay mucha alegría aunque si humanidad y también mucha fragilidad. La música es un lenguaje más para explicar lo que pasa.
P.- Si se puede está construida con la voz de los afectados por los desahucios. También hay voces de niños... ¿Está siempre abierta a que cualquier cosa le impacte y acabe en una de sus canciones?
R.- Con la música a veces me gusta lo más crudo, coger una guitarra y ponerme a cantar sin pensar en mucho más. Pero en el estudio puedes hacer magia, es otra cosa, como ponerte a jugar.
P.- Es la primera vez que produce un disco en solitario. ¿Cómo ha sido la experiencia?
R.- Ha sido muy especial sobre todo por sentirme capaz de hacerlo y poder compartirlo aunque había coproducido los dos anteriores y realmente lo hice con la misma energía. Pero ahora tenía más responsabilidad y también más libertad.
P.- Aquí vuelve a ser patente la gran variedad de estilos que maneja pero de esa coctelera vuelve a brotar algo perfectamente reconocible como suyo. ¿Hacia donde quería dirigir el sonido del disco?
R.- Creo que el disco tiene una sonoridad concreta. Es un viaje emocional y tiene un color determinado, que para mí sería el azul. Hay un trabajo de hilado y motivos musicales que se repiten. Pero hay dos canciones, Cuota de Lua y Ai, Ai, Ai, que pueden despistar porque no las cantan los personajes sino que salen de la radio en la película. El espectador no tiene porque pensar que las he escrito yo y además están en otro idioma. Y es que estas dos canciones están escritas a posteriori porque durante el rodaje utilizamos La Lambada y una tema de Shakira pero al final no se consiguieron los derechos y la solución fue componer encima, con el mismo ritmo ya que los actores bailaban en esas escenas y ya estaba grabado. En principio no hubiese compuesto algo así para la película pero al final fue interesante porque llegué a lugares totalmente inesperados. Pero pueden despistar porque rompen un poco el hilo.
P.- ¿Cuándo empezó a interesarse por el tema de los desahucios?
R.- Era algo que me impactaba. Si te quitan la casa te están quitando algo más que un edificio porque tu casa en parte es tu vida. Y a esta gente no le daban oportunidades para reconstruir su vida. No estaba obsesionada con el tema, ni era de la PAH, ni había ido a ningún desahucio pero era algo que me tocaba. Me pareció interesante mezclar la música con algo tan concreto y que quedara constancia de que esto había ocurrido. Las cosas ocurren muy rápido y nos olvidamos pronto de todo.
P.- Pero el disco no parece un disco de temática social...
R.- Es verdad porque la revolución que yo busco es a nivel emocional. Hablo de la culpa, del fracaso, del desamor, de la mentira... Me gustan los temas atemporales más que centrarme en una problemática. No me veía cantando todo el rato sobre el desahucio ni lo veía interesante. Me llama la atención lo que le pasa a la gente hasta llegar a ese punto. Para mí más que un tema político es humano. Estamos hablando además de lo primeros desahucios, la gente los veía como un fracaso personal. Ahora ya estamos habituados al tema y de la soledad que las familias sufrían en aquellos primeros casos hemos pasado a una cierta solidaridad de la gente.
P.- La canción No hay tanto pan es la más reivindicativa...
R.- Sí, es un ejercicio diferente. Al principio tuve un conflicto personal porque no conseguía conectar con el tema del desahucio a través del lenguaje. Aquí pongo frases muy concretas sobre las relaciones de poder, la mirada del poderoso sobre quien no lo es, la valentía... Pero yo no puedo hablar de política, que hablen los que saben. La música tiene un poder bestial y a mí lo que me interesa es que quien me escuche se despierte, nos solo para votar bien sino para querer y para quejarse.
@JavierYusteTosi