Antoni Miralda.
El artista acaba de recibir el premio de la Fundación Arte y Mecenazgo que impulsa La Caixa.
Pregunta.- ¿Qué significa para usted haber recibido este premio?
Respuesta.- Estoy alegre, muy feliz, pero lo más importante es que estoy a punto de empezar a trabajar. Esto es lo que más me interesa. Para mí el premio es energía. Está claro que es un reconocimiento, que te pone en un pedestal y que te coloca en algún lugar de la historia pero no es lo que busco. Yo no estoy preparado para el museo de cera. Lo que me parece interesante de la manera en la que están enfocados estos premios es que son activos.
P.- ¿Recibir este tipo de premios, con una dotación económica importante, permite afrontar algún proyecto que estaba guardado en un cajón?
R.- No creo en milagros pero este casi lo ha sido. Desde hace años estaba inmerso en un trabajo que tiene que ver con los años 80 pero que es un proyecto que está aún vivo. Es una acumulación de memoria oral, reacciones, experiencias... Me interesaba mucho hacer un libro de artista pero no de los que pones encima de la mesa del café. No se trata de hacer solo un libro, se trata de hablar, meditar, comentar... Pero es necesario hacer un evento para presentar el libro que de pié a esta reflexión, una impresión adecuada... No es como cuando tienes un boceto para una obra, es algo que ya está hecho y que es muy interesante para mi reinterpretarlo y reescribirlo para darlo a conocer y que pase algo.
P.- Supongo que cuando uno recibe este tipo de premios le dará por echar la vista atrás y hacer balance de su trayectoria...
R.- Sí pero yo tengo más trabajo ahora. Pero no solo trabajo, también proyectos que se relacionan con el día a día. Ahora estoy con el trabajo de la Exposición Universal de Milán, pero la mayoría de proyectos que me surgen se separan de la idea clásica del artista que trabaja en su taller. Son temas más conectivos que cruzan la frontera del artista, como lo es FoodCultura, que tiene ramificaciones hacia otros espacios y otros equipos. Quiero quedarme con todo esto y no simplemente con la felicidad que otorga el premio.
P.- Pero, ¿calificaría su trayectoria como satisfactoria?
R.- La satisfacción viene del feedback, de la sensación que produce en otros mi trabajo, que tienen que ver con los contextos y como estos han cambiado. Muchos de mis trabajos son de larga duración. Son trabajos de nueve meses que se convierten a veces en nueve años, sobre los que estás pensando, barajando, investigando...
P.- ¿Por qué se interesó por la comida?
R.- La comida ha sido la manera de entrar en contacto directo con las cosas que me empezaron a interesar cuando llegué a París y me pude centrar en un trabajo más personal y más obsesivo. Me permitía entrar en contacto con la interacción, trabajar con otros profesionales... Me influyó mucho y me quedó un estigma o un interés para poder trabajar alrededor de este tema.
P.- Todo ese interés cristalizo en el FoodCultura...
R.- FoodCultura es más una manera de pensar, de reflexionar. No es un proyecto, es más que eso y se puede extender y puede llegar a otros niveles mucho menos personales, colectivos.
P.- ¿Por qué esa voluntad por un trabajo participativo, público y lúdico?
R.- Cuando uno llega a la conclusión de que hay un enriquecimiento a través de la experiencia es muy difícil volver al taller y solamente elaborar y desarrollar piezas más frías y pensadas para el mercado. Uno queda en cierta medida influenciado por ese contacto humano. Siempre es interesante hacer reflexión y crítica con tu trabajo.
P.- ¿Desde su punto de vista se han quedado anticuados los museos?
R.- Siempre he intentado encontrar otro tipo de situaciones... Los museos americanos están moviéndose porque tienen entidades propias, tienen sus niveles... Es muy interesante poder hablar de tu proyecto con el grupo de los amigos del museo o con las señoras que van por las tardes. Hay todo un nivel humano de infraestructura que aquí no existe aún y que es muy interesante para un artista. Aspectos como entrar en contacto con el diseñador o el arquitecto que haga la instalación... Los museos tienen que espabilarse y expandirse y sobre todo encontrar a otro tipo de gente, y tiene que abrirse a que se pueda trabajar in situ. Cuando hablabas de todo esto en los años 60 y te miraban como si vinieses de la luna.
P.- ¿Qué nos puede contar del trabajo que vas a presentar en la Exposición Universal de Milán?
R.- Lo de Milán es interesante porque coincide mucho con mi trabajo y porque muchísima gente de todo el mundo pasará por aquí durante 6 meses. Ahora faltan estímulos e infraestructura. La idea es establecer un link entre el pabellón español, en el que estoy en el límite ya que estoy fuera, y también mirar hacia el otro lado: hacia la exposición, la ciudad, la gente que va a venir... El proyecto se basa en la idea del viaje del sabor, que es muy simbólico. Se trata de traer reflexiones sobre la interacción, el intercambio, la conquista... Y queremos que la gente reflexione sobre ese tema de una manera audiovisual y tridimensional en un espacio público.
P.- ¿Qué opina de toda la polémica que se ha levantado con el MACBA?
R.- Depende de contextos locales y políticos en los que no me gusta meterme mucho. Lo que tiene de interesante un entidad como ésta es que siempre tiene que estar en movimiento. Siempre hay situaciones complicadas pero hay que tratar de abrirse y saber escuchar. A la larga es positivo porque los problemas y los errores van acompañados una reflexión que da salida a otras cosas. Las instituciones tienen que abrirse y dar cabida a procesos, a la critica, a la ironía, y por descontado, a la comunidad. Un museo como el MACBA tiene que entender que está anclado en un barrio popular como el Raval y que tiene que conectar con lo que esta pasando fuera.
P.- ¿Cómo ve la situación del arte en la actualidad?
R.- A nivel colectivo tenemos que mejorar. Es una pena que la energía a veces se diluya por el hecho de que hay mucha gente joven que tiene que buscar otras soluciones para poder realizar su trabajo. No se puede encasillar ni enmarcar el arte en nacionalidades o instituciones, hay que abrirlo. Y este es un país muy abierto, de fusión... Pero hay que tener paciencia e inteligencia para poder generar muchas estructuras de ayuda y para que entiendan que el arte no esta en función de la político ni de los planes arquitectónicos de la ciudad...