Pilar Jurado. Ilustración: Luis Parejo
Un ciclón musical que no cesa. Soprano, compositora y directora de orquesta. Son las tres caras de Pilar Jurado (Madrid, 1968). Acaba de lanzar El diablo en el poder, una reivindicación de nuestra zarzuela.
La pirámide inmortal de Javier Sierra.
¿Algún libro lo abandonó por imposible?
El Péndulo de Foucault de Umberto Eco.
¿Con qué personaje de la cultura le gustaría tomarse un café mañana?
Con el director de orquesta Simon Rattle.
¿Cuántas veces va al teatro al año?
Siempre que puedo. Todas las que me permiten mis actividades profesionales.
Una obra que le dejó clavada en la butaca.
Los caballos cojos no trotan de Luis del Val, interpretada de forma soberbia por Eloy Arenas. Es una de las obras que mejor y con más dureza expone la situación desesperada de un padre frente a un hijo cuya trayectoria aboca al desastre personal y de todos los que le rodean. Con muchos guiños a nuestra sociedad y un ácido sentido del humor que se torna amargamente dramático a medida que se desarrolla la historia para dejarte sin respiración en su final.
¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?
Me gusta el arte contemporáneo en todas sus diferentes manifestaciones porque es la expresión de nuestro presente artístico. Algunas obras me gustan más que otras, obviamente.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en su casa?
De Jason Martin.
Cuéntenos alguna experiencia musical que le cambió su manera de vivir la vida.
El estreno de mi ópera La página en blanco en el Teatro Real. No sé si me cambió la manera de ver la vida, pero sí que cambió un poco mi vida.
¿Cómo debe ganarse el género lírico español a los jóvenes para evitar su decadencia?
Es nuestra obligación acercar nuestra música a las nuevas generaciones y creo que una buena manera es llegar a ellos desde expresiones musicales que les sean más cercanas. Por ejemplo, el hecho de colaborar con Mago de Oz en su último disco ha permitido que muchos jóvenes que jamás habían escuchado ópera vengan ahora a teatros y auditorios a verme interpretar el repertorio lírico tradicional. En cualquier caso, el sistema educativo de un país debería ayudar más a fomentar la cultura entre los niños y jóvenes en todas sus manifestaciones.
Al margen de la ópera, la zarzuela y la clásica, ¿qué musica suele escuchar?
Me gusta mucho el jazz e intento acercarme a otros estilos musicales diferentes porque también nutren mi labor compositiva.
¿Es usted de las que recela del cine español?
No soy partidaria de las etiquetas. Me gusta el buen cine que se hace en nuestro país.
¿Qué zarzuela debería ver urgentemente el presidente del Gobierno?
Se me ocurren unos cuantos títulos: Jugar con fuego, El diablo en el poder, El Juramento... [jajaja].
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Aunque no me gusta el momento que estamos atravesando, adoro España. Es un país vital, con gente que se ilusiona y sabe disfrutar de las cosas que le rodean. Es sin duda un lugar privilegiado por el espacio geográfico que ocupa (y si no que se lo pregunten a los europeos del norte), con ciudadanos que aun siendo parte de un mundo globalizado siguen sintiendo sus raíces y su diversidad. Gastronómicamente maravilloso y lleno de cultura (que si se gestionase mejor sería un gran alivio para nuestras arcas).
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.
¿Además de que fiscalmente se deje de ahogar a quienes viven de ella? Éste debería ser uno de los primeros puntos. La educación en cultura desde las escuelas debería ser otro importante para sentar las bases de una sociedad que vea en ella una necesidad y no algo superfluo. Proteger los derechos de los creadores frente a la piratería, porque esos derechos también generan riqueza para el Estado y que se invierta más en cultura desde las instituciones y desde el capital privado a través del mecenazgo. Todo esto no es nuevo, pero es fundamental.