Bárbara Allende, alias Ouka Leele (Madrid, 1957), activa el manos libres del móvil para hablar con El Cultural mientras ultima los detalles de la exposición que inaugura en el centro Conde Duque de Madrid. Es un encargo de la Fundación María Cristina Masaveu Peterson que se inscribe en su iniciativa Miradas de Asturias, así que todas las fotografías están tomadas en esa región. Tras una inmensa criba y miles de horas de agotadora posproducción, una selección de 45 fotografías de gran formato en color, 5 fotografías en blanco y negro pintadas con acuarela y tres vídeos llegan al público madrileño con el título A donde la luz me lleve.
Pregunta.- ¿Cuándo le encargaron el trabajo y cuánto tiempo le ha llevado culminarlo?
Respuesta.- Contactaron conmigo en mayo de 2013 y el trato se cerró en diciembre del mismo año. Ha sido un año entero de trabajo muy intenso. Aunque en la exposición hay 50, en total son 186, que son las que aparecen en el libro. Teniendo en cuenta que soy muy lenta con la posproducción, ha sido agotador.
P.- ¿Y cuál es su ritmo de producción en circunstancias normales?
R.- Una o dos al mes, o sea 24 como máximo al año. Incluso he llegado a pasarme dos años retocando una sola foto. En realidad no se puede decir que soy fotógrafa, porque yo trabajo la fotografía desde la pintura. De mayo a noviembre, he retocado las 186 fotos, lo que da una media de una foto al día dedicándole casi las 24 horas. Apenas he dormido en siete meses, los ojos ya me daban vueltas...
P.- ¿Cómo es ese proceso de posproducción tan meticuloso?
R.- Cojo una foto y la empiezo a retocar y las cosas empiezan a salir de la foto, como si estuviera en tres dimensiones. Hago ajustes de color, de contraste, acercando unas cosas y alejando otras...
P.- ¿Qué software utiliza?
R.- Photoshop, y no sé demasiado, todo lo que sé lo he aprendido por mi cuenta.
P.- Imagino que la primera fase, el viaje a Asturias, sería mucho más placentero.
R.- Fue como una entrada en el paraíso, me habría gustado estar más tiempo allí. Disparé 10.000 fotos y con tanto material podría haber hecho muchas exposiciones diferentes. La definitiva es suave y dulce. La última que hice, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, trataba de la violencia contra las mujeres en el Congo y lo pasé muy mal. Así que esta entrada en los jardines, las flores y el mar me ha sentado muy bien. Me instalé en la aldea de una amiga, de 10 habitantes, y fuimos con la furgoneta de su primo todos los días a explorar, como dice el título de la exposición, adonde la luz me llevase. En Asturias cada dos minutos cambia la luz y lo que no fotografíes en ese momento, deja de existir.
Ouka Leele: Xana.
P.- Asturias, como toda la cornisa cantábrica, tiene ese halo de misterio que el paso de los siglos no borra, y usted lo refleja en sus fotografías. ¿A qué cree que se debe?
R.- Hay algo ahí que se conserva intacto en la montaña. Cruzas desde Castilla y es como si entraras en Ávalon. Es un mundo mágico lleno de generosidad, inocencia y hospitalidad. La gente te ayuda, te acompaña, te pone la sopera llena de pote para que te sirvas todo lo que quieras... Pero también hay una parte oscura oculta, que yo no he capturado en estas fotografías. Hablas con la gente y te cuenta historias tremendas: uno que se ahorcó en aquel árbol de allí, otro que quiso matar a su novia con un hacha por celos...
P.- Hay una foto muy divertida de unas señoras cubiertas de berzas que parece un fotograma de Amanece, que no es poco. ¿Cuál es la historia de esa imagen?
R.- Una de ellas venía y nos regalaba sus berzas y sus acelgas, hacíamos puré de acelgas todo el rato, y me decía "cuando quieras te vienes a mi huerta y poso como tú me digas". Y eso hicimos, fue como un juego. En la foto no se ve a mis ayudantes escondidos detrás de ellas sujetando las berzas. Tendríamos que haber hecho "la foto de la foto" y sería incluso mejor que la original.
Ouka Leele: Les berces.
P.- ¿Qué opina de los encargos y del mecenazgo?
R.- Los mecenas forman un binomio perfecto con el artista, siempre que los primeros entiendan que los creadores dan sus mejores frutos cuando tienen total libertad. De estas relaciones han salido grandes obras, como ocurrió con Güell y Gaudí, o con los Médicis.
P.- La ley de mecenazgo que tanto se esperaba al final quedó diluida dentro de la última reforma fiscal del Gobierno. ¿Cree que habría que fomentar más el mecenazgo en España?
R.- No sé cómo es esa ley porque no la he leído, pero es imprescindible favorecer el arte porque es alimento para el espíritu. El artista es la cabeza del dragón, quien tira de la sociedad hacia la belleza, que es la verdadera revolución.
P.- ¿Qué le apetece hacer después de este trabajo que le ha absorbido durante tantos meses?
R.- Cuando descubrieron hace poco la Magdalena perdida de Caravaggio, encontré un fuerte paralelismo entre el cuadro y un autorretrato mío que se titula Herida como la niebla por el sol. Así que ahora, aparte de descansar y recuperar mi vida normal, creo que voy a interesarme de nuevo por el autorretrato.