Silvia Marsó

La actriz interpreta en el Teatro Fernán Gómez a Amanda, una madre compleja y tenaz, en la adaptación de El zoo de cristal de Tennesse Williams elaborada por Eduardo Galán y dirigida por Francisco Vidal

Silvia Marsó (Barcelona, 1963) suma un nuevo personaje a su larga lista de mujeres complejas y de carácter a las que ha dado vida sobre un escenario en los últimos años: la Yerma de Lorca, la Nora de Una casa de muñecas Ibsen... Y ahora Amanda, el inolvidable personaje creado por Tennesse Williams para El zoo de cristal, una mujer obsesionada con salir de la pobreza y sacar adelante a su hija Laura, una joven cuya leve cojera la ha transformado en un ser patológicamente inseguro. La obra transcurre en los duros años de la Gran Depresión norteamericana por lo que, en la situación que atravesamos, adquiere una gran actualidad. A Marsó la acompañan los actores Carlos García Cortazar, Alejandro Arestegui y Pilar Gil. La dirección de Francisco Vidal que pone en escena la adaptación realizada por Eduardo Galán.



Pregunta.- El zoo de cristal de Tennesse Williams se ha adaptado innumerables veces, bien para el teatro o bien para el cine... ¿Qué cree que aporta la versión de Eduardo Galán al texto?

Respuesta.- Eduardo Galán le ha dado un tono más directo sin perder la poética que hay implícita en el texto de Tennesse Williams. Además ha hecho un esfuerzo por amoldarlo a los códigos del público actual. En cuanto al personaje que interpreto, Amanda, ya en el texto original es muy hablador, pero su verborrea tiene un punto muy humorístico que se ha potenciado. En general el humor, aunque algo triste y decadente, cobra mayor peso en la versión de Eduardo.



P.- Sin embargo, la amargura es un factor trascendental en la obra. ¿Es complicado moverse en esa fina línea entre lo amargo y lo humorístico?

R.- Sin duda. Sobre todo desde la posición de mi personaje que es el que tiene más matices contradictorios. Amanda es una mujer neurótica que ha tenido que convivir con el dolor y la frustración que le produce un pasado perdido. Vive enferma de nostalgia pero tiene una gran fuerza, un espíritu de supervivencia inquebrantable que se confronta a todas las penas. Al final es un ser con una gran vitalidad pero a veces es cruel, a veces tierna o cariñosa y otras, sin embargo, incluso frágil. Tennesse Williams creó un personaje tan complejo que se ha convertido en un ejercicio de interpretación muy arriesgado, muy difícil y muy interesante para cualquier actriz.



P.- La historia de Amanda es la de un sinfín de madres en la actualidad...

R.- Ahora hay un paralelismo entre la actualidad y el texto que no había en otros momentos. Tennesse Williams retrata con maestría la época de la Gran Depresión estadounidense en El zoo de cristal. Ahora, en los países occidentales, la principal preocupación de los padres es que sus hijos tengan futuro, que se formen y puedan desarrollar aquello para lo que se han formado. El personaje de Amanda ve que sus hijos no van a poder triunfar por sus circunstancias sociales y sus propias limitaciones personales y físicas. Por eso está tan ansiosa pero es algo que le ocurre también a los padres en la actualidad. Los jóvenes de ahora representan a la generación de españoles más preparada: licenciados, con idiomas, con mundo... Pero no encuentran trabajo o tienen que hacer otras cosas que no desearían o para las que no se han formado. Así se produce la falta de ilusión por parte de la juventud, por la ausencia de expectativas. Es una similitud entre lo que refleja la obra y el momento que vivimos.



P.- ¿Cuál ha sido la apuesta desde el punto de vista escenográfico?

R.- La escenografía es obra de Andrea Dodorico, que es un auténtico genio. Es bella pero a la vez muy sencilla... Representa una especie de casa pequeña, casi un habitáculo, porque es gente que vive prácticamente en la miseria. Pero tienen esos toques que recuerdan a épocas más esplendorosas, algunos muebles que, pese a todo, están ya muy envejecidos.



P.- ¿Qué tal el trabajo con el resto del reparto?

R.- Estoy muy contenta con mis hijos en la ficción, con Alejandro Aréstegui y Pilar Gil. Aunque son jovencísimos, son grandes actores, guapísimos y adorables. Y también con Carlos García Cortazar, que interpreta al pretendiente que llega a la casa. Es su debut teatral aunque tiene mucha experiencia en audiovisual. Me hace mucha ilusión que se estrene con nosotros.



P.- ¿Es este tipo de obra la que más concuerda con su manera de entender el teatro?

R.- Hace ya muchos años que apuesto por un teatro comprometido con la sociedad. Simplemente quiero que las obras en que trabaje hagan pensar al público, que el espectador tenga la posibilidad de mejorar como ser humano. Es difícil errar con grandes autores que ya han pasado la criba de los siglos, o de los años, y que han quedado inscritos en la historia de la cultura. Autores como Tennesse Williams, Federico García Lorca y Henrik Ibsen... He tenido la suerte de que me ofrezcan papeles para dar vida a personajes escritos por estos grandes autores y me siento muy afortunada. Estos trabajos no solo me hacen crecer como persona y como actriz sino que permiten al público plantearse grandes cosas desde su propia vida. Eso es algo grande en el teatro.



P.- ¿Cómo ve la situación del teatro en España?

R.- A pesar de la crisis, del IVA y de todas las trabas que se le ponen a la cultura en este país, se están desarrollando grandes cosas. Los genios, los creadores, en general la gente con un gran tesón profesional, está sobrellevando la situación con gran dignidad.