Ernesto Arias (derecha) en una imagen del montaje de Dionisio Ridruejo. Una pasión española junto a Daniel Muriel. Foto: marcosGpunto
El actor estrena este viernes Dionisio Ridruejo. Una pasión española en el Teatro Valle-Inclán.
Pregunta.- ¿Qué sensaciones tienen para el estreno de mañana?
Respuesta.- Lo cierto es que tenemos muy buenas sensaciones. Hemos hecho pases y poco a poco hemos ido mejorando detalles. Hay muchas cosas que ajustar porque es una función compleja donde todo tiene que estar muy compenetrado: luces, efectos sonoros, música... Pero estamos confiados por el buen trabajo hecho durante los ensayos y también expectantes por conocer como percibe el público la obra. En resumen, estamos muy emocionados.
P.- ¿Cuándo y cómo le llegó la propuesta de encarnar al coronel Arenas?
R.- Ocurrió de una manera bastante curiosa. Yo no conocía personalmente a Juan Carlos Pérez de la Fuente, el director de la obra. Nos presentó Ignacio Amestoy, autor del libreto, durante la presentación de la temporada del CDN y fue allí donde tuve la primera noticia de esta función. A las pocas semanas, y para mi sorpresa, Juan Carlos me mandó el texto para que le diera mi opinión. Desde el primer momento no pude resistirme a un personaje como el del coronel Arenas, una gran tentación para cualquier actor. Pero, sobre todo, me pareció un acto de gran valentía que Juan Carlos le diera este papel a alguien a quien no conocía. No es muy habitual que esto ocurra. Los directores suelen recurrir a interpretes con los que ya han trabajado y con los que se sienten cómodos para personajes de esta envergadura. Por ello estoy muy agradecido.
P.- El coronel Arenas es una especie de alter ego de Dionisio Ridruejo. ¿Fue necesario indagar en la vida del poeta falangista?
R.- Al principio me sorprendió que me ofrecieran el papel. Busqué una foto de Ridruejo y me di cuenta de que no nos parecíamos en nada y en lo primero que pensé fue que tendría que estudiar su manera de hablar, su gestualidad... Pero cuando leí el texto descubrí que Ignacio Amestoy concibió la obra de manera que Dionisio no apareciera sobre el escenario. A la larga es algo que agradecí. Pero en un primer momento sí que me documente aunque decidí dejarlo. Quería descubrir al personaje de la misma manera que lo hace el público durante la función: a través del estudio de Amestoy. Por ello abandoné la biografía que me había comprado y empecé a sumergirme en el libreto.
P.- ¿Y qué le pareció?
R.- Me deslumbró. No es una trama lineal habitual. La propuesta escénica esta enmarcada entre el ritual y el teatro-documento. De esta manera se percibe muy bien el viaje, el proceso de pasar de ser un falangista convencido a ser un demócrata convencido: la División Azul, el desencanto con el régimen, el enfrentamiento con Franco... y finalmente ese último discurso en el que reconoce ser un demócrata poco antes de su muerte. El personaje del coronel Arenas, que es efectivamente un alter ego de Dionisio, se transmuta en él a través de unos brotes de locura que sin embargo son de tremenda lucidez y nos ayudan a entenderlo. Ojalá que el espectador también se deslumbre con la obra y se interese por Ridruejo.
P.- ¿Porqué cree que Amestoy califica a Dionisio Ridruejo como una pasión española?
R.- España siempre fue su pasión. Se apuntó a la trampa del falangismo en una época en la que había esa búsqueda, quizá fascinado por la estética, pero siempre con la intención de mejorar la vida del pueblo. Ridruejo es un ejemplo por dos motivos: trabajaba por y para la felicidad del pueblo y siempre estaba replanteándose lo conseguido. Cuando los sublevados ganaron la guerra él se dio cuenta que el régimen de Franco no representaba aquello por lo que habían luchado. Podía haber vivido cómodamente y seguro que habría llegado a ocupar el cargo de ministro de habérselo propuesto. Pero decidió seguir los dictados de su conciencia, seguramente motivado por esa pasión por España.
P.- ¿Echa en falta algo de esto en los políticos actuales?
R.- Sin duda. Los políticos de hoy en día no deberían conformarse. La democracia que disfrutamos hoy es la tierra prometida de Dionisio Ridruejo. Probablemente no es exactamente a lo que se aspiraba en aquella época y por eso hay que mejorarla y tratar de que evolucione. Tampoco estoy de acuerdo con la destrucción del sistema. Ha costado mucha sangre y esfuerzo llegar hasta aquí pero siempre se puede mejorar. La desobediencia de Ridruejo al franquismo es otro de los aspectos que los políticos deberían tener muy presente ahora que parece obligatorio seguir la línea del partido o de la plataforma de poder. Mi personaje es un poco de esa manera, representa a todos aquellos dionisios que permanecieron en silencio. Echo de menos políticos que digan lo que piensen.
P.- La obra transcurre justo la víspera de la muerte de Ridruejo, meses antes de la muerte de Franco ¿Qué papel cree que hubiese jugado en la transición de haber seguido con vida?
R.- Ignacio Amestoy afirma que, de no haber fallecido, probablemente hubiera sido la primera opción del rey para interpretar el papel que le tocó a Suárez. Aunque murió en el 75 probablemente fue el primer político de la transición: registro la USDE durante la dictadura, recibió una enorme ovación en el Contubernio de Munich...
P.- Esta obra fue escrita hace 30 años, ¿por qué cree que ha pasado tanto tiempo guardada en un cajón?
R.- En su momento no debía ser fácil estrenarla. La obra transcurre en el seno militar, un institución muy difícil de retratar entonces. Pero yo no viví todo aquello. Se que en este momento es muy oportuna porque indaga en temas importantes ahora que nos replanteamos un sistema que parecía que llevaba al paraíso. Pero hemos pasado de un extremo a otro casi sin darnos cuenta y por eso creo que es el momento adecuado para esta obra.
P.-.- ¿Qué le parece que Ernesto Caballero quiera reflexionar sobre la historia de España en el CDN?
R.- Muy bien. En primer lugar soy muy respetuoso con las líneas de programación de los teatros públicos porque, si yo ocupara ese puesto, me gustaría que también me respetaran. Pero en cuanto al trabajo de Ernesto creo que ha interpretado muy bien que vivimos en una época en la que tenemos que posar la mirada en nuestro pasado más reciente. El teatro además de entretener puede enseñar muchas cosas, algo que entronca perfectamente con Dionisio Ridruejo y su preocupación por el pueblo español. Por tanto, no puedo dejar de aplaudir la línea que sigue Ernesto Caballero.