¿Qué sería de nosotros sin memoria? Y si ¿extrapolamos esa idea a una cultura en particular? Lo que ocurre cuando una sociedad olvida o no quiere recordar su pasado, su historia más reciente, es que se corre el peligro de volver a cometer los mismos errores que un día marcaron un periodo. Hoy, muchos prefieren no hablar de ello y, a pesar de que no se quiere mencionar la palabra, la censura acecha el panorama español. De modo que la directora de teatro Laila Ripoll (Madrid, 1964) ha escrito una historia titulada Trilogía de la memoria en la que se repasa los acontecimientos más recientes de este país. Cuarta Pared acoge la primera parte, Atra Bilis, hasta el próximo 18 de enero. Una obra que mezclando la crueldad con la comicidad, al estilo de los grandes clásicos de nuestro país, se configura como una historia de falsedad, de fantasmas y misterios.
Pregunta.- Atra Bilis es la primera parte de la trilogía y trata sobre bandos, rencor y mentiras de la reciente historia española. ¿Cuáles son las mentiras fundamentales a las que hemos sido sometidos?
Respuesta.- Es una historia en la que los personajes esconden mentiras en general. Una historia de fantasmas, de mujeres que tienen mucho rencor acumulado y falsedad y unas historias de misterio y sorpresa.
P.- Sus protagonistas, cuatro ancianas, velan el cadáver del marido de una de ellas. ¿Qué recorrido histórico llevan a cabo en sus conversaciones?
R.- No son tanto las mentiras de la sociedad sino que cada una tiene su historia particular. Es el reflejo de una sociedad rural. Al igual que La casa de Bernarda Alba no habla de España pero es su reflejo. Esta también lo es, son las ricas del pueblo y bueno, son muy oscuras y están muy amargadas.
P.- Curiosamente los protagonistas son hombres caracterizados de esas mujeres de la España rural donde la desolación y la soledad apremian. ¿Por qué ha escogido a hombres para interpretar?
R.- Escribí la historia para ellos. Es un código cómico que llevamos profundizando en lo grotesco. Nuestra formación viene desde los clásicos como Lope de Vega y Calderón de la Barca. Y la tradición teatral de nuestro país ahonda en lo grotesco. Se mezcla con la comedia ya que tenemos que reirnos.
P.- ¿Está de acuerdo con lo que dicen algunos medios de que Atra Bilis sería lo que sucede después de La casa de Bernarda Alba?
R.-Podría ser. Es un texto heredero de Bernarda Alba y de Valle-Inclán.
P.- La memoria es imprescindible para no cometer los mismos errores. ¿Por esa misma razón necesitamos una obra como Trilogía de la memoria?
R.- Creo que nadie quiere alzheimer (ríe) y una cultura tampoco debería. No sé si necesario o no pero era lo que yo he necesitaba escribir y contar. Supongo que es importante que en la dramaturgia se hable de la memoria como pasado para poder superarlo y hacer como han hecho otros países de Europa.
P.- ¿Cómo se escenifica esa España que nos hace reír y,a la vez, la que nos hace daño?
R.- Con sinceridad y trabajo, supongo.
P.- La censura, por ejemplo, aunque no se quiera hablar de ello, es algo que sigue a la orden del día en nuestro país. ¿Qué podemos hacer?
R.- No lo sé. Es difícil. Es eso, es pensar que una sociedad mésica con alzehimer no es sana. Hay que echar un vistazo a Europa e intentar normalizar algo que el resto ya ha hecho.
P.- Ahora, en el año 2014, España nos sigue doliendo. ¿Hasta qué punto no se ha superado, perdonado y olvidado el pasado reciente, la memoria de la guerra y la dictadura?
R.- Pues no está superado en absoluto. Si no se revisa, se hace justicia, se busca a las víctimas, se les entierra y tenemos aún calles con nombres de golpistas, puertas de iglesias que siguen mitificando la guerra... así no se arregla nada ni se supera.
P.- ¿Cómo afecta esto a nuestro presente?
R.- En muchos sentidos. De ahí viene el hecho de no ser una sociedad regenerada, ni democrática. La Ilustración francesa parece que ha pasado de puntillas por nuestra sociedad. Ahora estamos viviendo un recorte de libertades y demás que creo que vienen de eso, de que no ha habido una reconstrucción ni una democracia real. Tenemos una gran carencia de laicismo.
P.- Cuéntenos sobre qué tratan las siguientes partes de la trilogía.
R.- Llevan el título de Los niños perdidos y Santa Perpetua. La primera de ellas se pudo ver en el Teatro María Guerrero en el año 2004-2005. Es uno de los episodios más negros de nuestra sociedad. Trata de los niños huérfanos de hijos fusilados, de perdedores y pobres, de los niños en los albergues del auxilio franquista y esto se gestó hasta, prácticamente antes de ayer. Es una parte que está basada en testimonios reales, tiene menos ficción y el hecho de que se representen a los niños es aún más doloroso. La tercera, Santa Perpetua, es más sobre ciudades de provincias y habla un poco de la gente que se aprovecha de las circunstancias. Cuando hay episodios sangrientos y cuanto peor es la situación, la gente se aprovecha más. En cualquier país en el que haya habido una guerra civil, como en España, ha habido mucha gente que se ha lucrado de ello y hoy en día se conservan fortunas sin más ideología que la de medrar y sacar beneficio. Las tres historias son historias de fantasmas, no solo memoria. Claro que hablar de memoria supone sacar fantasmas. A la vez, hay episodios fantásticos y paranormales.