Cuando era más joven se hacía llamar Ops y el seudónimo era algo que provenía del movimiento del 68, al mismo tiempo que es el nombre de la diosa de la fertilidad romana. A medida que la sociedad avanzaba y él maduraba, ese artista quedó atrás para dar paso a El Roto, apodo que lleva ya años con Andrés Rábago (Madrid, 1947). Motes aparte, el historietista y humorista gráfico sigue con su incesante creación de viñetas ácidas en las que critica la sociedad y la vida que vivimos. Se acerca a lo 'sagrado' y a lo 'económico' desde un humanismo desolado del que nadie escapa. A día de hoy se encuentra en el taller trabajando en un nuevo proyecto que se presentará en Málaga en febrero y para encauzarlo su propuesta se apoya en el Apocalipsis de San Juan. Pero hoy en se encuentra de actualidad por partida doble o, quizá, triple: por un lado expone su serie de viñetas Oh la l´art en la Galería Caja Negra Ediciones a la vez que se edita el libro que contiene las mismas bajo el sello Libros del Zorro Rojo. La otra actualidad viene desde Reservoir Books que publica A cada uno lo suyo, un volumen que recoge sus viñetas diarias en las que critica la injusticia social en la que vivimos. Pregunta.- En sus dibujos hace un retrato de lo que es el capitalismo. ¿Ha agotado este sus recursos y cree que deberíamos cambiar de modelo? Respuesta.- Creo que es algo que todo el mundo sabe y todos estamos de acuerdo pero no encontramos el modelo alternativo por lo que va a salir difícil salir del bucle. P.- También son sátiras que muestran la deriva del ser humano. R.- Es una sátira gráfica que siempre se ha ocupado de hablar de arte pero de forma equivocada y puede que también en mi caso. No se han terminado de entender los movimientos artísticos y no hablo solo de ello sino también del territorio del mercado del arte donde están haciendo tropelías en contra de las artes tradicionales. Sobre todo la pintura está siendo marginada por técnicas que no han atravesado el tiempo y no han fijado ideas ni conceptos. P.- Es un defensor de la pintura. R.- Yo abogo por la defensa de la pintura y en contra de los absurdos que han destruido el coleccionismo, se presentan videoinstalaciones que no pueden ser cuidadas y que son destruidas después de la exposición. Es algo que no perdura en el tiempo. El arte ha buscado los materiales nobles y lo de ahora no dejan de ser modas, lo importante es lo que se dice y no con qué se dice. Ahora es un arte efímero y es hacia donde estamos yendo, hacia una especie de artesanía folclórica que no está hecha para perdurar como representantes de una época. P.- ¿Se considera, por tanto, un artista moral? R.- Siempre. La sátira siempre ha sido moralizante y ha tenido esa voluntad. Ahora la moralidad ha sido denostada y si embargo es inmoral, como está demostrándose; la vida es inviable, es el resultado de lo que hemos sembrado. P.- ¿Sigue dibujando a lápiz y reticente al uso de la tecnología? R.- Papel, lápiz y tintas. Me entristece porque muchos compañeros dibujan con internet y al final, la tecnología va a hacer que no tengamos fotografías, no van a existir porque ahora nadie las revela. Se pierden en disquetes y no hay lectores para ello. No sé si nos quedaremos en una sociedad sin representaciones cuando vivimos en un sociedad muy representada. P.- ¿Acostumbrado a hacer viñetas diarias cómo afronta el hecho de exponer en una galería y entrar en el mercado del arte? R.- No es del todo inusual en mí. Digamos que cuando dibujo lo hago pensando en que puedan ser sólidos en su belleza. Procuro que haya un interés también en el mercado, que no es desdeñable. Una persona puede tener un capricho y se lo puedes regalar -aunque no lo recomiendo porque seguramente no entienda el concepto- o tienes que entrar en el circuito. Reivindico, ya de paso, las galerías, que son necesarias en los nichos y es una presencia primera antes de ir a los museos. Ahora el joven artista quiere ir directamente al museo y eso es un disparate. Los museos no están cumpliendo con sus funciones y no siguen criterios estables. Quieren estar al momento pero eso es una locura. Me parece de locos ir al Reina Sofía y ver que apenas hay pintura, que te encuentras documentos, que tal vez sean interesantes sociológicamente, pero nada tienen que ver con el arte. Ahora las pinacotecas ponen el sello de calidad de algo y esa no es su función. Los comisarios no han olido la trementina, no han visto suficiente arte, hay ignorancia, sobre todo, en la pintura. Son estudiosos que conocen el arte a través de los libros.
Secciones
- Entreclásicos, por Rafael Narbona
- Stanislavblog, por Liz Perales
- En plan serie, por Enric Albero
- A la intemperie, por J. J. Armas Marcelo
- Homo Ludens, por Borja Vaz
- ÚItimo pase, por Alberto Ojeda
- Y tú que Io veas, por Elena Vozmediano
- iQué raro es todo!, por Álvaro Guibert
- Otras pantallas, por Carlos Reviriego
- El incomodador, por Juan Sardá
- Tengo una cita, por Manuel Hidalgo