Rosa Martínez. Foto: Jordi Nieva.
La comisaria inaugura la tercera parte de la trilogía '¿Qué pensar? ¿Qué desear? ¿Qué hacer?' en CaixaForum Barcelona
Pregunta.- Es la tercera de tres muestras consecutivas que hemos visto esta temporada en CaixaForum Barcelona, ¿Cómo surgió el proyecto y cuál era el objetivo del mismo?
Respuesta.- El proyecto surgió de la invitación de la Fundación "la Caixa", que quería dar un nuevo impulso a las interpretaciones de su colección de arte contemporáneo. Mi objetivo era retornar al contenido, proponer a los espectadores un viaje por los mensajes que las obras vehiculan y comprobar cómo pueden proporcionar conocimiento crítico y placer estético, es decir, sentido.
P.- Una vez finalizado el proyecto, ¿qué conclusiones saca? ¿Es el arte necesario para vivir?
R.- Las exposiciones se concibieron como tres muestras interconectadas, que se pueden leer diacrónicamente pero también se pueden ver como una unidad al reunir los tres catálogos, que han sido editados como guías de meditación. Personalmente creo que el arte es imprescindible para alimentar los sentidos, la conciencia y el espíritu, y el número de visitantes que estas exposiciones han tenido (más de 60.000 en Qué pensar, y más de 100.000 en Qué desear) demuestra que hay mucha gente que, efectivamente, cree que el arte es necesario para vivir.
P.- ¿A qué respondían los tres títulos de las tres exposiciones? ¿Qué pensar? ¿Qué desear? ¿Qué hacer?. ¿Ante qué o sobre qué nos debemos plantear esas preguntas?
R.- Los títulos son tres sintéticos cuestionamientos que actúan como puerta de entrada a las exposiciones. Nos invitan a interrogarnos sobre qué pensar de las desigualdades del mundo en que vivimos; sobre qué desear en un contexto en el que el deseo es regulado por instituciones como la familia y el Estado o por las estrategias comerciales de la publicidad. Y cuestionan también cuáles son las acciones que pueden ayudarnos a transformar este estado de cosas.
P.- Al plantear preguntas en las exposiciones (muy habitual en esta y otras muestras) ¿no estamos esperando demasiado del público?
R.- Para aprender a pensar, las preguntas son el mejor instrumento, porque despiertan la capacidad de ver por uno mismo, de interpretar la realidad.
P.- El ciclo pretende explorar la función que el arte puede tener en un sistema económico, social y moral contemporáneo inmerso en una profunda crisis, ¿cuál diría usted que es esa función?
R.- Indiscutiblemente la de ofrecer consuelo, generar conciencia crítica y proporcionar placer.
P.- ¿Cómo puede el arte tener una implicación social real?
R.- El arte siempre tiene una implicación social. Incluso las creaciones que se pretenden más autónomas y separadas de la realidad social son políticas en su distanciamiento de los problemas de su época.
P.- ¿Cómo se enfrentó a una colección como la de la Fundación "la Caixa", una de las más grandes e importantes de nuestro país? ¿Qué es lo que más le sorprendió de esta colección al meterse en ella tan a fondo?
R.- Desde que se fundó en la década de 1980, uno de los objetivos fundamentales de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación "la Caixa" ha sido situar a los artistas españoles en un contexto internacional, crear un diálogo que evidencie cómo el arte producido en nuestro país se conecta con los lenguajes y los cuestionamientos más relevantes. Mi contribución ha consistido en ampliar estas resonancias, y he podido proponer nuevas interpretaciones también a través de algunas obras nuevas de artistas ya incluidos en la colección.
P.- Por otro lado, las exposiciones, individualmente, no han sido concebidas cómo grandes exposiciones, más bien como pequeñas muestras más de contenido que de forma, en este sentido ¿el tamaño no importa?
R.- Lo fundamental es siempre generar un discurso contundente y con sentido a partir de una selección artística significativa. Como comisaria he tenido el placer de disponer de espacios maravillosos como el Arsenale de Venecia, en la Bienal de 2005, o como el Topkapi Palace y la cisterna Yerebatan cuando dirigí la Bienal de Estambul en 1997. Ahora, es magnífico tener la oportunidad de condensar una propuesta en este espacio de CaixaForum.
P.- ¿Cree que en estos momentos de crisis son las colecciones las que salvan nuestro deficitario patrimonio artístico contemporáneo (los museos se basan en ellas para programar ahora que no hay presupuesto para traer de fuera...)?
R.- Efectivamente, en general hoy se dedica menos presupuesto a producciones nuevas. Pero revisitar las colecciones es muy útil, pues se pueden generar lecturas innovadoras. A veces se puede hacer de la necesidad virtud.
P.- Desde la Bienal de Venecia de 2005, ¿le parece que ha cambiado mucho la Bienal? ¿Hacia dónde ha evolucionado?
R.- Las Bienales son un fenómeno consolidado y fundamental en la escena del arte contemporáneo porque proponen una interpretación relevante del presente del arte. La de Venecia en concreto es el mayor imán turístico y cultural del planeta, dinamiza la economía de la ciudad y plantea cuestionamientos artísticos y políticos. Cada comisario aporta una visión diferente que enriquece las anteriores.
P.- Desde luego lo que está claro es que los artistas españoles han ido desapareciendo de las listas hasta el punto de que este año sólo hay una, Paloma Polo... ¿Por qué esa falta de visibilidad del arte español en las grandes citas internacionales?
R.- Esta es la pregunta recurrente y no tiene una respuesta clara ni unívoca. En España, la vanguardia artística no se ha sustentado en estructuras transversales y ha dependido en exceso de políticas erráticas y no sistemáticas de ayuda a las artes. Desde el sector privado tampoco se han generado estructuras de apoyo suficientes, pues no hay una cultura de coleccionismo y filantropía comparable a la de otros países. En cualquier caso, creo que sería más adecuado dirigir esta pregunta a quienes han sido responsables de las instituciones públicas durante los últimos treinta años.