Juan Eslava Galán junto a los protagonistas de La mula. Foto: El Mundo
Hoy se estrena 'La mula', la adaptación al cine de su novela homónima en torno a la historia de su padre en la guerra
Pregunta.- Está promocionando La mula con ahínco y no se cansa de defenderla...
Respuesta.- Imagínate, es la historia de mi padre, que murió hace un año, y eso es ya suficiente estímulo. A él está dedicada. Pero, además de haber escrito el guión, he sido el asesor histórico de la película, porque el equipo inglés tenía poca idea de la guerra, del lenguaje, del vestuario... Estoy absolutamente satisfecho con el resultado, cada vez que la veo me emociono.
P.- ¿Fue una adaptación muy costosa en lo que se refiere al guión?
R.- No, vino Michael Radford a Sevilla y estuvo mes y pico conmigo escribiéndolo. Fue un trabajo de estrecha y armoniosa colaboración. Queríamos que fuera lo más verdad y para eso se necesitaba hablar como se hablaba entonces, con el mismo vocabulario. En la película, hasta las armas son armas de la guerra civil. Por ejemplo, el carro de combate que aparece es el único que queda en uso. La película es un documento, porque como novelista pienso que uno tiene que creerse la historia para que se la crean los lectores o los espectadores.
P.- Más quebraderos de cabeza le dio el asunto comercial. La película ha tardado tres años en llegar a las salas. ¿Cómo capeó el calvario? ¿Llegó a arrepentirse de haberse metido en este berenjenal?
R.- No, nunca me he arrepentido. Veía con desencanto que hubiese tantos problemas de tipo legal que estaban no sólo retrasando la película sino abortándola. Aquí quien ha luchado tesoneramente ha sido la productora, Alejandra Frade, que ha peleado como una leona y ha logrado que la justicia española y la inglesa le den la razón.
P.- En su día, la forma de abordar la guerra de su novela fue novedosa, no sólo por contar la historia de un nacional, sino por introducir humor dentro de la gravedad de la contienda. Hoy parece que hay una mayor cantidad de obras que retratan la escala de grises, que niega la teoría de las dos Españas. ¿Sentó un precedente?
R.- Yo, que soy amigo de Paul Preston, muchas veces he hablado con él de esa tercera España. Hay una de izquierdas y otra de derechas pero la que abulta más es la de los que de pronto se ven metidos en ese desbarajuste sin comerlo ni beberlo. Es oportuno que se recupere ese pasado. En el ámbito de la creación, creo que vamos en el camino del entendimiento. Antes de la crisis nos dedicamos a desenterrar muertos y cargárnoslos en los hombros, pero me parece más oportuno poner las cosas en su sitio. La crisis, en ese sentido, ha ayudado.
P.- Hay intelectuales muy serios en este país que no están dispuestos a tolerar esa tercera vía.
R.- No quiero juzgar a nadie pero pienso con sensatez que la guerra está más cerca del siglo XIX que del XXI. Las personas que quedan de la guerra ya no son responsables, y los nietos no pueden responsabilizarse de lo que hicieron los abuelos. Hay que mirar al futuro, que bastantes problemas están planteando, y enterrar algunos fantasmas.
P.- ¿Puede el humor ayudar a recuperar el pasado de una forma nueva?
R.- Dentro del dramatismo de una guerra, la película y la novela tienen muchas notas de humor porque las cosas eran así, porque los españoles somos expertos en sacar risa del infortunio. Este juego maniqueo del cine y de la literatura, del de hablar sólo de unos y de tildar a los otros de malos es falso y casi delictivo. Hay que reivindicar esta vía amplia.
P.- Ese humor con el que sus personajes se toman su desgracia, ¿deberíamos aplicarlo hoy?
R.- Sí, la historia es también un canto a la dignidad humana y al trabajo y el esfuerzo, dos cosas que debemos aprender o recuperar. El protagonista quiere salir bien de la guerra, regresar a su casa con una mula, que es su hacienda, y una novia, que es su futuro. No se consigue nada sin esfuerzo pese a lo que algunos se han creído. La realidad del país hoy exige mucho esfuerzo.
P.- La tardanza del estreno no le ha venido del todo mal. Mario Casas se ha convertido en una estrella de la taquilla en el ínterin. ¿Le gustan sus protagonistas? ¿Su padre era tan guapo?
R.- Mi padre no era ni tan guapo ni tan alto. Mario se ha esforzado y sacado brillantemente el personaje con todos sus matices. Aunque no fuera tan famoso entonces, le dieron el premio en Málaga porque aquí el papel lo borda. Todos lo hacen. María da el tono de la chica de entonces, que aún no es una mujer liberada y busca casarse con un buen muchacho.
P.- ¿Tiene la esperanza de que La mula siente un precedente en el subgénero de la guerra civil? Y, por otra parte, ¿sigue siendo necesario un cine de la guerra?
R.- A lo primero, ojalá que sí, habrá que ver la repercusión. Para mí sería una realidad gozosa que se hicieran más películas procurando limar asperezas que ahondando en el conflicto. Pero la guerra es un tema muy literario y cinematográfico, otros países siguen sacando material sobre su pasado y no veo por qué aquí no ha de hacerse.