La novela gráfica Portugal es uno de esos casos singulares de creación inspiradora. Una obra melancólica que narra la historia de un joven dibujante francés enfrentado al reto de decidir quién quiere ser. Y conseguirlo le va a llevar al vecino país luso, al que le unen olvidados vínculos familiares. Reflexiva en ocasiones y festiva en otras, su delicado sentido positivo de la vida se entrevera entre las conversaciones del protagonista y la saga de secundarios.
Con el poder evocador de la gran literatura, la combinación de imágenes y diálogos consigue transportar al lector al personal universo aquí descrito, haciendo las vivencias del dibujante también nuestras, implicándonos en su viaje transformador al pasado reciente de su familia. Y descubrimos algo revelador: los vínculos familiares poseen la facultad de saltar por encima del tiempo para incorporarse al día a día con tanta naturalidad que parece que siempre estuvieron ahí.
La historia se sigue con un interés creciente y merece la pena hacer mención del magistral trabajo gráfico de Cyril Pedrosa. Aunque sólo sea por recrearse en las ilustraciones, esta obra debe ser leída y disfrutada con calma. Porque aquí encontrará viñetas en las que zambullirse para quedarse a vivir en ellas, degustando los instantes de amistad mientras la imaginación recorre parajes inundados de una luz cálida que se acompañan del rumor adormecedor de una tarde de verano. Sencillamente encantadora.