Eduardo Vasco. Foto: Julián Jaén
Estrena en La Abadía su particular 'Noche de reyes', el clásico de Shakespeare en versión de Yolanda Pallín.
Pregunta.- ¿Por qué ambientar Noche de Reyes en los años 20?
Respuesta.- Había razones de todo tipo, algunas relativas a lo que queríamos contar y otras que tenían más que ver con cómo lo queríamos contar. Es una década que acaba con una crisis económica profunda, con un gran desconcierto del que parece imposible escapar. Por otro lado es un momento extraordinario para la música popular, para el teatro, para el music-hall; una vía de escape, de expresión muy efectiva. Noche de reyes habla de que la esperanza es posible: Viola llega a un lugar donde todo es tensión, deseo e insatisfacción, tiene que disfrazarse de hombre, renuncia a su personalidad para sobrevivir y acaba siendo el elemento armonizador que trae la felicidad; cambia el destino.
P.- Como en los 20, ¿el descaro es el gran protagonista de la obra?
R.- Tengo una gran debilidad por la música y el teatro de esa época, por el cómico frente al espectador sin trampa ni cartón, por los personajes que utilizan la música como arma, por toda esa época de artefactos imposibles que graban y reproducen discos de pizarra y cilindros de cera. Así, supongo que era inevitable acabar en los 20.
P.- ¿Qué importancia tiene la música?
R.- Forma parte de la vida de los personajes, participa como un narrador, como parte del engranaje del destino... Yo parto muy a menudo de la música. Para mí es fundamental y no sólo en el teatro. Mis planteamientos son musicales, mis estructuras, mi manera de jugar con los tempos y los ritmos también, y Noche de Reyes te ofrece la posibilidad de hacer casi un musical, ya que la música te guía, te marca y tiñe la obra desde el texto. Tiene una gran cantidad de música integrada en la acción que Shakespeare propone, de tal manera que acaba siendo definitoria. La realizamos desde un piano con ruedas que corre por el escenario acompañando a los personajes, como instrumento musical y escenográfico, como una caja de sorpresas rodante...
P.- ¿Cómo se hubiese sentido Shakespeare en esa época?
R.- No tengo muy claro quién era Shakespeare. De hecho dudo de que tal personaje tenga algo que ver con quien escribió todas las obras publicadas en la edición "in folio", pero ése es otro tema. Supongo que habría escrito el teatro que se pudiese representar, ya que lo que es seguro es que escribía para la escena, para el público que respiraba a su lado, sobre sus preocupaciones y sus pasiones, que, siglos después, son también las nuestras. Seguro.
P.- ¿Qué papel ha jugado Yolanda Pallín a la hora de "trasladar" este Shakespeare?
R.- A Yolanda y a mí nos preocupa esa tendencia a hacer de Shakespeare un autor inalcanzable, casi exclusivo para eruditos, cuando es un autor popular; de altísimo valor literario pero popular. La cuestión era lograr, desde el texto, llegar al espectador sin que la sensación de traducción resultase un impedimento. Es evidente que hay muchas decisiones que tomar desde que uno se plantea llevar a Shakespeare a escena, y si siempre es un riesgo apostar por hacer teatro, Shakespeare es habitualmente un todo o nada. Nosotros preferimos no tener que sentir tanta responsabilidad y simplemente jugar, disfrutar con la complicidad de nuestro equipo de trabajo, estimular la creatividad de nuestros actores y hacer a Shakespeare desde nosotros. La decisión de trasladar "Noche de reyes" es inevitable, ya que todo lo concreto en la obra es relativo. El autor no marca época, el lugar es un reino ficticio y las personas de la historia cantan... Es un maravilloso campo de juego.