Emma Suárez.
Estrena hoy en el Teatro Español 'Viejos tiempos', de Harold Pinter
Pregunta.- Confiesa que ya tenía ganas de "hacer un Pinter". ¿Por qué?
Respuesta.- Pinter es un maestro de la palabra, tener un texto suyo entre las manos es como tener una joya. Con obras como Viejos tiempos la labor de interpretación entra en un territorio muy profundo. El universo Pinter es inabarcable, infinito, un auténtico desafío...
P.- ¿Y cuáles han sido las principales dificultades que ha tenido al levantar su personaje?
R.- Cualquier personaje de Pinter entraña una serie de dificultades. Para empezar hay que desentrañar el clima tan minimalista que envuelve la historia. Además, detrás de cada palabra existe un fondo insondable de significados, escondidos pero una muy clara, casi transparente. Los silencios son también fundamentales a la hora de contar.
P.- Muchas paradojas...
R.- Es que con Pinter el actor debe afrontar algunas contradicciones en su trabajo. Tienes que ser muy sutil y concreto, pero él no es nada concreto, porque deja muchas puertas abiertas. No es nada preciso, la verdad, pero el actor sí debe serlo cuando lo interpreta. En fin, es un desafío de los grandes.
P.- Ana, el personaje que interpreta, es un tercero en discordia, ¿no?
R.- Sí, ella irrumpe en mitad de una pareja formada por dos amigos suyos después de 20 años sin verse. Tiene un carácter inseguro y por eso resulta tan peligrosa. Ella trae a esa relación todos los recuerdos de aquella época de amistad del pasado. Son unos recuerdos que cada uno ve de una manera diferente. Ahí es donde Pinter plantea la duda acerca de la verdad y la realidad. Y poco a poco la vamos descubriendo.
P.-¿Qué tal ha conectado sobre el escenario con Ariadna Gil?
R.- A la perfección y eso ha sido clave, porque en esta obra es especialmente importante esa conexión, que fluya una especie de electricidad entre todos. Los personajes se construyen mediante sus reacciones frente a lo que hacen y dicen otros personajes. Ese intercambio ha funcionado a la perfección, tanto con José Luis García-Pérez, con el que he estado trabajando un año y medio en La avería, como con Ariadna Gil, a la que siempre he admirado.
P.-¿Lo de trabajar en un espacio tan reducido como la Sala Pequeña del Teatro Español puede intimidar más que hacerlo en salas de mucho más aforo?
R.- A mí me hace mucha ilusión actuar en esta sala, con mi primer pinter. Tener a un metro a los espectadores exige la máxima concentración, no te puedes despistar ni un segundo.
P.- Es el penúltimo montaje programado por Mario Gas en el Teatro Español antes de su salida. ¿Cómo valora su etapa?
R.- Mario Gas es alguien insustituible. Yo lo conozco desde hace muchos años y me parece un sabio del teatro. Le vamos a echar mucho de menos.