El productor Elías Querejeta. Foto: El Mundo
'24 horas con Querejeta', un reportaje audiovisual sobre la trayectoria del productor, inaugura hoy Documenta Madrid
P.- Parece ser que cuando le plantearon la posibilidad de grabar un documental sobre su vida y su obra, le propusieron titularlo 24 horas en la vida de un cineasta. ¿Le gustó el nombre?
R.- Me dedico a este trabajo y así me considero, pero sobre todo les precisé que lo del título de la serie, Imprescindibles, no me convencía, porque nadie es imprescindible. Pero sí soy un cineasta en cuanto a que aporto una forma de pensar, de entender el cine y este trabajo concreto.
P.- ¿Le honran estos homenajes?
R.- Me parece una colaboración conveniente.
P.- Dicen los entrevistados en el reportaje (Saura, Armendáriz...) que a usted no se le llega a conocer del todo nunca.
R.- Ah, no sé, no me he hecho esa pregunta.
P.- ¿Lo piensa ver? Porque creo no suele ver sus películas o las de otros que hablen de usted.
R.- Vi un momento que me pasaron porque había cosas sobre las que dudaban. Me pareció bien y no hice comentarios. Me gusta verlas en el montaje, solo ahí. Luego he visto algunos trozos de algunas de mis películas en televisión pero nunca enteras. No es que no las aguante, es que ya las vi muchísimas veces hasta que salió la copia definitiva.
P.- En el documental habla de las primeras películas que vio en su infancia. Charlot, El mago de Oz, Capitanes intrépidos, Una noche en la ópera... ¿Hubo alguna que le llevara a fijar el cine como objetivo?
R.- Son muchas las que vi. La primera vez que mi padre apareció con un objeto extraño y resultó que era una cámara en la que puso Charlot tenía yo cinco o seis años y pensé que era fascinante y que merecía la pena hacerlo. Luego acostumbrábamos a ir al cine que quedaba cerca de mi casa, en el que el pase para chavales era a las tres y media de la tarde. Ninguna me ha conmovido de tal modo, aunque me acuerdo mucho de El mago de Oz.
P.- Usted, que era futbolista, se estrenó en el cine con una película sobre fútbol, tema poco tratado en la cinematografía española. ¿No cree que habría un buen material fílmico en, por ejemplo, la historia de Guardiola? Algo así como han hecho los americanos con Moneyball.
R.- No se me había ocurrido, lo pensaré. De momento al fútbol solo lo he utilizado como un elemento lateral en alguna ocasión. Quizá sí es interesante acercarse a la figura de un entrenador. Hablaré con Guardiola, al que no conozco de nada.
P.- Lo que es rarísimo es que un futbolista funde un cineclub como usted hizo. No veo yo a Cristiano o a Messi de tertulia después de ver Los 400 golpes.
R.- Éramos un grupo de tres o cuatro y a veces yo no podía ir porque tenía partido. El Cineclub San Sebastián se llamaba. Luego cambiamos a otro sitio por los curas, ese se llamaba Cantábrico y lo controlábamos nosotros. Una vez me llamaron para presentar una película en Bilbao, Roma Cittá Aperta. Cuando empezamos a discutirla Olea me dijo: "Calla, calla, Elías, que la política social está entrando en la sala". En fin, compatibilizaba el fútbol con el cine siguiendo un consejo de Chillida, con el que un día coincidí en el tranvía de San Sebastián a Hernani. Allí me dijo que dejara el fútbol, que tenía mejores cosas que hacer. No sé si se equivocaba.
P.- Otra cosa que hoy pasa también menos es lo de que un productor esté tan implicado en todas las fases de la película, como es su caso y como agradecen los directores con los que ha trabajado.
R.- No tengo ni idea de cómo se produce ahora. No me he acercado nunca a la producción ni a otros productores.
P.- Pues le doy otra idea de cosas que sí que no pasan ahora: usted y Saura pusieron un millón de pesetas cada uno para hacer La caza. ¿Falta ahora valor para producir sin ayudas?
R.- Es verdad que lo hicimos así, pero las otras con Saura las produje yo. Me acuerdo de Pablo del Amo, que era el montador, un magnífico montador, que me decía: "Elías, tú eres un carnicero". Sobre los recortes... eso me parece una barbaridad porque el cine es un elemento muy importante respecto a la cultura de un país. El día 4 tenemos una reunión donde nos lo explicarán. Es cierto que este año ya se producen muchas menos películas que el anterior, ese dato sí lo tengo. A ver, a ver.
P.- La económica es también una censura. ¿Se puede comparar con la que ustedes vivían en la dictadura?
R.- En nada. Nada se puede comparar con la censura franquista. A esa solo le agradezco lo de La caza, que en principio titulamos La caza del conejo. Me acuerdo de que me llamó el secretario de la Junta de Censura porque quería tener una conversación conmigo. Cuando quedamos, me dijo que no podía titularse La caza del conejo y me hizo así con un gesto que lo evidenció todo. Así que llamé a Carlos: "A partir de ahora es La caza solamente". Y así fue, lo demás de la censura fue horrible, Dios mío.
P.- Había que ser muy zorro entonces. En el documental hay algunas anécdotas muy divertidas sobre su burla a los censores.
R.- Yo cambiaba cosas a posteriori respecto al guión que pasábamos. Sí, había que ser muy zorro, me gusta ese término. Falsear. No echo de menos nada de eso. ¿Vamos terminando ya?
P.- Sí. Hábleme de 33 días, gracias a la que se ha reencontrado con Saura, y de otros proyectos.
R.- 33 días habla de cómo se hizo el Guernica, se me ocurrió que era interesante conocer cómo fue la vida de Picasso en ese periodo de tiempo y se lo propuse a él, con el que he seguido hablando todo este tiempo. Tengo otros proyectos en alguna que otra materia pero prefiero no hablar aún. Dadas las dificultades que hay, mejor no hablar de eso. Pero lo de la jubilación, eso ni se me plantea, vamos.