Jessica Lange, por Gusi Bejer
Pregunta: Toda la vida fotografiando a su familia..., ¿en qué momento deja de ser un hobby y pasa a ser un trabajo creativo?
Respuesta: Coincide, creo, con el momento en el que Sam Shepard me regala una Leica M6. Una cámara fantástica que, de pronto, dotó de solidez a mi práctica fotográfica. Cuando me la dio, hace 20 años, pensé: 'Dios mío, ahora empieza lo serio'. Fue determinante. La sigo utilizando, es un objeto único; un objeto vivo. Se ha hecho a mi escritura, a mi vocabulario.
P: Lleva 15 años haciendo fotos, pero su primera exposición no fue hasta 2008 en la Howard Greenberg Gallery de Nueva York, ¿cómo cambió esto su manera de abordar la fotografía?
R: No es tanto el tratamiento de la imagen lo que cambia, aunque es cierto que mis fotos se hacen cada vez más pictóricas. Me interesa la materia de la imagen, su textura. Creo que es la escritura visual, el vocabulario, más depurado ahora que entonces.
P: Tanto tiempo delante de la cámara, ¿cómo se siente detrás?
R: Muy a gusto, la verdad. Unas de las cosas que más me gusta es justamente pasar desapercibida. Como cuando ruedo una película, estoy también en el escenario, pero aquí no soy a quien se mira; yo soy la que miro, observo, dentro de la misma escena que fotografío.
P: Su estilo es documental y cinematográfico, ¿cómo le influye su vida en el cine?
R: Es indudable que mi experiencia en el cine ha tenido influencias inmediatas en mis fotografías. Si tomo al pie de la letra el sentido etimológico de la palabra fotografía, está claro que la luz es fundamental. Y, en realidad, casi solo se trata de eso, de la luz. Es lo que más me interesa: cómo, de algún modo, la luz acompaña y da sentido a una escena.
P: En sus comienzos, trató en París con Robert Frank, por ejemplo, pero ¿quiénes son sus referentes?
R: Me fascinan los grandes fotógrafos del siglo XX. Frank, evidentemente, pero también Walker Evans, Cartier Bresson, Alvarez Bravo, o Josef Koudelka. Me interesa el trabajo de fotógrafos con los que me puedo identificar, y muchas veces son figuras que pertenecen al género clásico de la fotografía, lo que no significa que no me interese lo contemporáneo, pero confieso que siento interés por las grandes figuras que marcaron una época.
P: ¿Cómo definiría su mirada?
R: Es difícil definir tu propia mirada sobre el mundo, pero, creo que consiste en ver y desvelarlo en una fracción de segundo. Ver es un ejercicio. Requiere atención, asiduidad. Quiero tener esta facultad siempre despierta, y la fotografía me lo permite. Más que un fin, es un proceso.
P: Aunque hay también paisajes solitarios o animales, en muchas de sus fotografías vemos a personajes en distintas actitudes, ¿qué le atrae de ellos? ¿Los busca?
R: No busco nada en concreto. Realizo imágenes de lo que veo. Hay un denominador común que une mis imágenes, pero no es un género. No puedo decir que el paisaje, los retratos, las escenas de calle… sean categorías que tenga en cuenta. Es verdad que me interesa la gente, como actores de su propia cotidianidad, de la que participo un segundo.
P: Son fotografías en gelatina de plata, ¿es importante esta técnica? ¿Y el blanco y negro?
R: El uso del blanco y negro es fundamental. El color me distraería de mi propósito. El color no es útil. En mi caso, quita más que añade. El blanco y negro traduce con mucha delicadeza lo que quiero transmitir, una emoción. También, es importante la copia, y el proceso artesanal del revelado. Además, el uso del papel mate resalta la dimensión pictórica de mis fotografías.
P: ¿Sigue haciendo fotografías?
R: Siempre que puedo salgo a la calle con mi cámara. Es cierto que me resulta más fácil hacerlo en México que en Nueva York o Los Ángeles. Es una de las razones por las que viajo mucho allí. Escapo del furor del tiempo que corre, de las grandes ciudades, de la gente con prisas. Me resulta difícil hacer fotos en este contexto.