Iciar Bollaín. Foto: Carlos Miralles.
La directora madrileña estrena este viernes su última película, 'Katmandú'
Pregunta.- Es curioso que en este plazo de tres años en los que has estado rodando fuera de España, se han producido muchas transformaciones en nuestro país. ¿No te intersaba como cineasta reflejarlas?
Respuesta.- Es algo más complicado que eso. El proyecto me econtró a mí a través del productor Larry Levene. No fue algo escogido, pero me interesó y me lancé a hacerlo porque las posiblidades estaban muy definidas. Creo que es bueno que el cine español viaje, que el espectador se siente a ver una película española que le transporte al Nepal, a otro paisaje y a otros problemas, que son muy graves. En todo caso, por supuesto que tengo ganas de volver a rodar aquí. Y lo haré.
P.- ¿Tenías algún conocimiento previo de la historia de la maestra de Katmandú?
R.- Ninguno. Levene me dio el libro y el guión previo, pero no me convenció y una de las primeras cosas que hice fue viajar a Nepal para conocer aquello y conocer a Laia, la maestra. Ella ha acompañado el proyecto, pero no ha tenido una implicación directa en él. La orientación del guión previo no me parecía interesante. Preferí escribirlo desde cero y aportar mi punto de vista. Por ejemplo, me parecía fundamental mostrar el proceso de enseñanza, cómo Laia daba clases, y eso es algo que no aparecía en el primer guión. Y también hay un tema que despertó mi atención, que es la situación de la mujer en el Nepal. Estaba esbozado en el libro, pero yo quise tirar de ese hilo y explorarlo con mayor más profunidad.
P.- El filme refleja el alto grado de corrupción administrativa en el Nepal, las dificultades para obtener permisos si no es mediante sobornos. ¿Para el rodaje os encontrasteis con este tipo de obstáculos?
R.- Henos tenido todo tipo de problemas pero ese no. La película transcurre en los años noventa, cuando todavía estaban los Reyes, y creo que había otro Nepal al que hay ahora. Henis tenido problemas de logística, que hay una cinematografía muy precaria, y tuvimos que traer casi todo de fuera. No entendían nuestras necesidades pues las producciones allí son más pequeñas y no están acostumbrados a rodajes de este tipo. Hemos lidiado también con las dificultades que tienen ellos. Es un país con muchas limitaciones, con cortes de luz de hasta 14 horas. Están redactando una nueva constitución y se convocan muchas huelgas y algunos sectores quedan paralizaos durante días, y todo eso lógicamente nos ha afectado.
P.- La historia de Laia no es la de una mujer que simplemente quiere ayudar dentro del sistema educativo, sino que prácticamente se propone transformarlo…
R.- El sistema educativo es muy básico. No hay por ejemplo un formación de magisterio, cualquiera puede dar clases, y siguen con la disciplina del palo y la memorización. Laia llega allí y siente que puede ser muy útil, que puede dar sentido a lo que hace. Ella lo que vislumbra es qué se puede hacer dentro de esas limitaciones. Lo que descubre y lo que, quizá, termina de motivarla, es que los chavales que viven en las chabolas se están educando bajo la creencia de que no se merecen nada, que debido a un sistema muy férreo de castas están destinados a ser siempre unos pobres iletrados. Y eso es algo contra lo que se rebela, porque se identifica con los niños. Ella también ha sido pobre de niña y ha conseguido superar su "destino" social, por lo tanto su motivación es puramente instintiva, no es ni ideológica ni religiosa. Ella nunca explica por qué hace lo que hace, creo que lo explican los flashbacks de la película, donde vemos la clase de educación que recibió ella.
P.-¿En este proceso ha cambiado de algún modo tu forma de pensar?
R.- Me ha hecho ver de primera mano el valor de la educación como palanca individual y social. Tras el trabajo con los chicos de las chavolas, después de estar tres semanas con ellos y de conocerles bien, llega el bofetón de la realidad. Te das cuenta de que la educación es el único camino, que sin ella no hay futuro porque no hay opciones. La única posiblidad de cambio de un país como Nepal es la educación. Pero como digo Nepal o cualquier país tercermundista, también digo España. No somos conscientes de la importancia de la eduación pública, sin distinción de clases, y es algo que parece que ahora quiere desmantelarse, cuando es una conquista que no tiene valor y sería un grave error ponerla en entredicho. En este sentido, creo que la película, de modo inconsciente, llega en un momento muy pertinente.
P.- Hay dos grandes dificultades en un proyecto como este, a las que también te enfrentaste en También la lluvia. ¿Cómo abordar una cultura tan distinta sin caer en el exotismo y sin dejarse llevar por cierta superioridad moral?
R.- Sí, y es algo muy difícil de hacer. Eso le pasa al personaje al principio, llega con la intención de cambiarlo todo. Es algo frecuente de visitar un país tercermundista, que creemos que lo nuestro es lo bueno. Es lo primero que hay que manejar con cuidado. Hay tradiciones y supersticiones perfectamente respetables, pero hay otras que no lo son. Por ejemplo, la tradición de la dote provoca que en la India medio millón de mujeres aborten si están esperando una niña. Eso es prácticamente un genocidio. Hay muchas cosas defendibles desde la cultura occidental, pero hay otras que no.
P.- En coherencia con la realidad, ha rodado la película en inglés y nepalí. ¿En qué medida crees que puede afectar el doblaje a la película?
R.- Hemos hecho un trabajo de doblaje muy infrecuente, de un mes y medio, en el que Verónica Echegui ha vuelto a dar todo lo que tenía. Hemos buscado actores hindúes con acento para interpretar a los actores de Nepal, pero hemos preservado en nepalí todas las conversaciones en ese idioma, porque una de las grandes dificultades a las que se enfrenta la protagonista es la comuniación con la población local. Y eso hay que mantenerlo. Por lo tanto se han traducido todos los diálogos en inglés, que es de la forma en que se comunicaba la maestra en Nepal con sus compañeros y alumnos. Por supuesto, quien tenga una sala de VO a mano le recomiendo que la vea en su audio original, pero hemos hecho un trabajo de doblaje muy cuidadoso y concienzudo.
P.- Si el sistema público educativo está en peligro, ¿qué puede decir de la política de subvenciones cinematográficas? ¿Cree que está amenazada?
R.- Está en análisis, lo cual me parece perfecto. No tiene sentido desmantelar un sistema de golpe. Por lo que he leído son conscientes de que no pueden tumbarlo todo. Están hablando de un sistema mixto, de financiación pública y de mecenazgos. Lo complejo es que no hay tradición en España de mecenazgo cultural, como sí la hay en Estados Unidos. Pensamos que allí el cine no está protegido, pero está muy protegido precisamente por las leyes de mecenazgo y de desgravaciones fiscales, que animan a las fundaciones privadas a invertir en el cine, pero porque se han creado los canales adecuados para hacerlo. No me da la impresión de que el Gobierno vaya a entrar como un elefante en una cacharrería en este proceso. Habrá que hacerlo poco a poco.