Javier Fesser, a la derecha, junto a Claro García, coautores de Los días de colores.
Regresa a la historia de Camino con una novela coescrita junto a Claro García que le ha permitido profundizar en los personajes de su premiada película
PREGUNTA.- ¿Qué posibilidades tiene la literatura que no le haya permitido explorar el cine? Y también viceversa...
RESPUESTA.- Creo que el lector es en general más generoso que el espectador. No espera una novela de hora y media ni mira el reloj si la trama principal no avanza como mandan los cánones de Hollywood. Pero también es más exigente y eso es muy motivador a la hora de hacerle participar de tu historia. La literatura nos ha permitido recrearnos en los detalles, en los personajes secundarios, en los objetos y en las atmósferas, y la historia de amor de ésta princesa prisionera llamada Camino está construida a base de detalles, de importantísimas cosas diminutas. Es otro lenguaje, muy diferente al de las imágenes, con el que la comunicación entre autor y lector puede llegar a ser extremadamente íntima.
P.- ¿A qué personajes han dado más salida a través de las páginas del libro y por qué?
R.- Nuria, la hermana de Camino, abandona su hogar y su familia "de sangre" para unirse a otra familia "de mayor altura". En la película su presencia se relataba curiosamente a través de su ausencia, pero en Los Días de Colores hemos querido acompañarla y desarrollar en profundidad el sentido de cambiar la música por el silencio, la familia por la Obra y las amigas por la nada. También Martina, la numeraria que acompaña a Nuria mañana, tarde y noche, se hace protagonista en la novela. ¿Quién es? ¿Qué busca? ¿Qué siente? ¿A qué saben sus celos cuando se le mezclan con la fe? Escribiendo y rodando Camino me enfrenté a personajes que intervenían de manera muy tangencial pero detrás de los cuales era evidente que existía otra película. Ellos son los que conforman esta novela, que también trata de ese vestido rojo que, desde un escaparate, sueña con bailar en el cuerpo de una niña.
P.- La libertad es uno de los grandes temas de Camino, como lo es también en el libro.
R.- Cuando Miguel Fisac, cofundador del Opus Dei, abandonó decepcionado la institución, explicó que lo hacía porque para él el cristianismo era precisamente amor y libertad y no había encontrado en La Obra ninguna de esas dos cosas. Los Días de Colores es un cuento de amor, el Opus Dei es solamente el paisaje. Lo fascinante es ver cómo Camino lo sortea con cariño e inteligencia gracias a su fe arrolladora. Camino construye su positiva relación con Dios a base de abrir puertas, mientras que en su entorno algunos se empeñan en que lo haga cerrando otras muchas. ¿No es un maravilloso conflicto para una historia poderosa?
P.- Y, sin embargo, ha profundizado aquí en el crudo retrato de la organización religiosa que ya trazó en Camino.
Inevitablemente. Y esto hace que la novela parezca a ratos una historia de ciencia ficción porque la realidad, a medida que te acercas a ella, es más marciana. Pero Los Días de Colores no habla nunca del Opus Dei, habla de las personas que lo componen. Seres humanos con carne, hueso y alma. Personajes todos en cuya piel nos tratamos de colocar, conscientes de que nosotros, los autores, no poseemos la verdad. Nadie la posee. Creo que es esto lo más valioso del libro. No hay buenos ni malos.
P.- Este año se ha estrenado una película sobre la vida de Escrivá de Balaguer, Encontrarás dragones, de Roland Joffé, ¿La ha visto? ¿Qué piensa de la nueva serie de películas que abordan el tema de la religión? ¿A qué cree que se debe su presencia en las salas?
R.- No he visto la película de Roland Joffé. Reconozco que su promoción no me invitó a hacerlo porque detecté que la maquinaria de comunicación partía de un planteamiento poco sincero. Pero quizás esté yo equivocado. En cualquier caso claro que la veré, todas las historias me interesan por uno u otro motivo y admiro y respeto a todos los directores porque conozco bien el inmenso esfuerzo que supone fabricar una película. Y entiendo que surjan muchas películas que hagan de la religión su tema principal. No sólo es un asunto apasionante y presente en todas las sociedades, sino que nos interesa a todos, profesemos o no cualquiera de ellas.
P.- Es poco común tratar el tema del Opus dentro de la cultura española, ¿Es un tabú?
R.- Creo que lo es solo para ellos. Y su incomodidad proviene del mero hecho de verse retratados. Escrivá de Balaguer inculcó el silencio y el secretismo entre sus seguidores, disfrazándolo de discreción. "No tengas la cobardía de ser valiente, huye" es una de las perlas de su libro estrella.
P.- Después de una película como Camino, ¿en qué proyectos le gustaría trabajar en el cine? ¿Qué historias le interesan? ¿Tiene alguna película entre manos?
R.- Estoy deseando hacer reír al personal. Claro García y yo hemos compaginado la escritura de Los Días de Colores con un nuevo guión de Mortadelo y Filemón, en el que también ha intervenido el magnífico guionista Cristóbal Ruiz. Precisamente el trabajar con dos códigos tan diferentes es lo que ha hecho posible esta sorprendente combinación.
P.- Si tuviera que abordar un tema de actualidad relacionado con España para su próxima película, ¿cuál elegiría? ¿Algún personaje real que le interese?
R.- El portero de la casa de mi primo, que tiene ahora además el coche en el taller, tiene una película. Un peliculón, me atrevería a decir. No sé que me pasa que las cosas que salen en el telediario me llaman poco la atención... A parte de esto, creo que la aventura personal y empresarial de Eduardo Barreiros bien llevada al cine convertiría en un chiste el "Tucker" del maestro Coppola.