Esta tarde el Teatro Real de Madrid ha preparado un homenaje a Luis de Pablo (Bilbao, 1930) por su 80 aniversario con tres obras recientes de su catálogo que interpretará la Sinfónica de Madrid en manos de Alejo Pérez y con Horacio Lavandera al piano. Se confirma una vez más la importancia del compositor en la modernización musical española pero también, y sobre todo, la relevancia que su música sigue teniendo en nuestros días. Tanto que, cuando se cumplen diez años del estreno de su ópera La señorita Cristina en el coliseo madrileño, se ha difundido el rumor de que Gerard Mortier podría volver a convocarlo para alguna de sus próximas temporadas. El compositor, que trabaja actualmente en Vértigo, una obra para 17 instrumentos, ni confirma ni desmiente nada. "Sólo sé que el verdadero éxito no consiste en estrenar, sino en volver a programar".
Pregunta.- ¿Cuál diría que ha sido su papel en la evolución musical española?
Respuesta.- Creo que no me corresponde a mí decidirlo. Serán otros los que valoren ese tipo de cuestiones cuando hayan pasado cien o doscientos años. Ahí es cuando se demuestra verdaderamente si el compositor y su música merecen un hueco en la tradición.
P.- Claro que con ciertos "enciclopedistas" uno nunca sabe a qué atenerse.
R.- (Risas) Razón no le falta. Aunque yo no hablo de historiadores, ni de políticos, ni de Franco. Le hablo del tiempo.
P.- ¿Piensa, como Honegger, que el reconocimiento siempre es póstumo?
R.- Depende. La reflexión de Honegger es cierta, pero está formulada de manera muy melodramática. Lo que sucede es que la música y la poesía tardan en calar en la sociedad. Los compositores y los poetas siempre llegamos tarde porque la música y el verso viajan despacio. No hay más que ver lo que ha tardado la Generación del 27 en colarse en los quioscos.
P.- ¿Qué comparte con Cristóbal Halffter, Joan Guinjoan, Carmelo Bernaola o García Abril aparte de la edad?
R.- El deseo de cambiar las cosas. Y me refiero, más que nada, al nacionalismo malentendido. Nosotros defendimos un lenguaje, español o no, pero mucho más amplio del que imperaba entonces.
P.- Si acabara de cumplir 18 y no 81, ¿qué apuntaría en su agenda para mañana?
R.- Me apuntaría en rojo un recital de poesía de Vicente Aleixandre. O volvería a matricularme en Derecho. Equivocarse nunca está de más.
P.- ¿Y acamparía en la Puerta del Sol?
R.- Habría acampado. Quiero decir que, a estas alturas, ya no seguiría allí. Pero le hablo desde la modesta opinión de un músico. No pretendo dar lecciones a nadie.
P.- El exilio artístico ¿sigue siendo hoy tan necesario como entonces?
R.- Lo es y lo será siempre. Pero no porque España no esté a la altura, sino porque el compositor, sea de donde sea, tiene que sentirse un poco forastero. No importa si es a la orilla del Ganges o navegando sobre las aguas del Rin.