De charla con Alicia (en el País de las Maravillas)
Eatatua de Alicia en el País de las Maravillas en Central Parck, Nueva York
Aunque lo disimula, yo sé bien que me está esperando.
-Hola, Alicia -voy y saludo.
Pero ella sigue haciéndose la distraída ante mi presencia y juguetea con su gato. Me fijo que lleva puesto su mejor vestido, eso me halaga pues me viene a reafirmar, aún más si cabe, que me estaba esperando. Todo lo contrario que sus acompañantes a los que parece no gustar mi presencia. A uno ya lo conozco por ser el Sombrerero y la otra es una liebre muy elegante. Es ella la primera que salta ante mi presencia.
-Tú estás loco -me acusa.
-¿Por qué sabes que yo estoy loco? -Le pregunto.
-Por lo mismo que yo estoy loca. Por ser Liebre de Marzo. Si estuviéramos en mayo andaría más tranquila.
No hago caso y me dirijo al Sombrerero:
-Ahora te toca a ti decirme por qué estás loco -le planto así como me viene la pregunta.
-Está loco por culpa de lo que esnifa -salta Alicia.
-Algo así me suponía yo- respondo.
-Se esnifa los productos químicos que utiliza en su taller para trabajar la felpa de los sombreros. -aclara Alicia para de forma cruel, y de seguido, sentenciarme que allí sobro.
-No hay sitio para ti en mi fiesta de té -me viene a decir con la mirada, cosa que no me enfada y que me gusta pues Alicia siempre fue una niña que gana más cuando lleva la contraria.
-Esperábamos a otro -sigue diciendo.
-A quién -pregunto yo.
-Al Tiempo, todo un personaje -me responde Alicia.
-Queremos envenenarlo. -salta la Liebre de Marzo, como si quisiera desvelar la verdadera razón de la reunión. - Queremos envenenarlo por ser culpable de la vejez.
-He traído el vino. -Echo en cara mi generosidad por ver si de esta manera me dejan participar en su fiesta.
-Siendo así -salta la Liebre de Marzo.
-Yo no veo el vino por ningún lado ¿Traes la botella escondida? -inquiere Alicia, cerrando los ojos, como hacen los gatos para sonreír.
-Se trata del vino de la imaginación. -aseguro yo.
-Entonces no puedes sentarte con nosotros- impera la Liebre de Marzo con severidad. -Si no has traído imaginación no puedes sentarte con nosotros. Donde tú ves que han puesto una seta nosotros vemos una mesa.
-Está bien, pero antes de irme quiero que prueben mi vino. Es un vino curioso, ya digo, con él podrán ustedes hablar mientras beben y, lo que es mejor, podrán beber mientras hablan.
Sirvo el vino. Alicia es la primera que cae ante los efectos. Se pone a juguetear con su gatito aunque yo sé que lo que hace es jugar conmigo pues hay veces que se sube la falda, como si me mostrara una adivinanza entre los pliegues de la tela.
-Niña no hagas eso delante del señor -salta a regañar el Sombrerero a Alicia.
Pero Alicia le planta cara de anfitriona y le advierte que no vuelva a hacer observaciones personales.
-Son cosas que me enseñó la Liebre de Marzo y que pongo en práctica ahora con la llegada de la primavera -remata Alicia.
Cuando Alicia se pone así es capaz de inspirar cuentos a un viejo verde como yo. Entonces, por hacerla feliz, voy y le pido el reloj a la Liebre y lo mojo en vino, para que se emborrache el Tiempo con nosotros. Lo necesita. A ver si así de una vez por todas deja de ser el personaje más ruin del mundo.