El error... ...de morirse
Jardiel, en 1936
La vida de Jardiel, nacido en Madrid el 15 de octubre de 1901, y fallecido, también en Madrid, el 18 de febrero de 1952, es una historia, de luces y sombras, tremenda. A los 18 años ya publicaba artículos y cuentos en "El Imparcial" y "La Nueva Humanidad", novelas cortas en "La Correspondencia de España", y estrenaba su primera obra, El príncipe Raudhick, escrita con quien fue su reiterado colaborador durante una etapa, Serafín Adame. En el 23, es decir, con 22 años, estrenaba en México, Mi prima Dolly, escrita también con Adame, contando con la Compañía de María Tubau. En el 27, estrenaba en el Lara de Madrid, su primera obra importante, Una noche de primavera sin sueño, con un reparto deslumbrante. En el 29, lanzaba su primera y celebrada novela Amor se escribe sin hache.En el 32, tras publicar la novela La tournée de Dios, primer viaje a Hollywood, en cuyos estudios trabajó durante algún tiempo en los diálogos españoles de varias películas. En el 33 estuvo en París escribiendo divertidos comentarios para los llamados "Celuloides rancios", viejas películas mudas que intentaban rescatar así su comercialidad. En el 34, nueva etapa de trabajo en los estudios de Hollywood. Y en el 36, poco antes de iniciarse nuestra guerra civil, estreno de Cuatro corazones con freno y marcha atrás, en el Infanta Isabel de Madrid, con el título, impuesto por el empresario, de Morirse es un error, repuesta con su verdadero título en plena guerra civil, cuando lo de morirse estaba a la orden del día y lo de atribuirlo a un error pareció una falta de respeto. Integración durante la guerra civil en el grupo de autores que, a través de diversas peripecias, consiguieron reunirse en el San Sebastián de los nacionales en torno al empresario Arturo Serrano.
Estrenos triunfales, con un título fundamental, Eloísa está debajo de un almendro, el 24 de mayo, de 1940, en el Reina Victoria de Madrid, por su Compañía Titular... Y, a partir de entonces, siendo un autor que había manifestado su adhesión al régimen vencedor, uno de nuestros pocos escritores "cosmopolitas", según probaban no sólo sus estancias en Hollywood y París, sino el estilo mismo de su literatura y de sus invenciones, la seguridad en sí mismo, comienza un periodo cada vez más difícil, que acabará sustituyendo el habitual éxito de sus estrenos por los pateos estruendosos, la actitud de la crítica por un ensañamiento, del que sólo Marquerie, fiel a Jardiel en todo instante, se abstuvo. Enfermo, prácticamente abandonado por todos, significativamente, sólo algunos jóvenes hablaban de él con inusitado respeto.
De los pequeños y generalmente inacabados poemas escritos por Jardiel para consuelo de sus días oscuros, a modo de diario, reproduzco el fragmento de uno de ellos: "En estas condiciones, sintiéndome tan triste/ como un perro olvidado por el Dios de los canes,/ siendo el centro de toda la amargura que existe,/ voy escribiendo, poco y yo sé con que afanes,/ lo que luego al leerse tiene que tener chiste/ y lo que he de acabar, tenga o no tenga gana,/ antes de que amanezca la siguiente mañana;/ pues no acabar de hacerlo del todo significa/ el que ya no cobre a las doce la chica/ y el no poder hacer la compra cotidiana".
En su medio siglo de vida, cruzada por dos guerras mundiales y una guerra civil, nuestro Jardiel tuvo tiempo para todo: para ser un joven brillante, para alcanzar el éxito y trabajar en París y en la entonces dorada ciudad del sueño americano, publicar novelas, estrenar cuanto escribía, multiplicar entrevistas y artículos, teorizar sobre su obra y conocer la amargura de verse abandonado por un público, es decir, por un sector de la sociedad española, para el que había vivido. De Un marido de ida y vuelta, el crítico de "El Correo Catalán", escribió: "Jardiel Poncela ha creado un tipo de humorismo de una vulgaridad y de un cinismo aterradores. La obra que hoy nos ocupa reúne todos los defectos de sus obras anteriores, agrandados por un complejo de inferioridad y por una despreocupación ante normas y principios merecedores de respeto, que llegan a indignar al público. Creemos a Jardiel Poncela totalmente infortunado en esta estultez en hora mala estrenada.
Formalmente, podemos decir que no gustó y prueba de ello la dio el público tolerando con su benevolencia las bromas cuya seriedad no es para ser tratada con tan poca consideración y en el tono burlesco, a veces bajuno, que tristemente presenciamos. Realmente, sería un dolor que en los momentos actuales siguiese el teatro por los derroteros que le señala la obra de este escritor decadente. Creemos que por imperativo de decencia y hasta de moralidad patriótica, cuando no por razones de mayor arraigo en nuestro espíritu, se hace necesaria una depuración en nuestra escena y una labor de vigilancia o de control en los estrenos para salvaguardar los valores espirituales tan vergonzosamente atacados en este engendro cómico-burlesco de la peor especie literaria y artística".
El estreno de Un marido de ida y vuelta tuvo lugar en el 39, en el Infanta Isabel de Madrid. Vivíamos en un furibundo fundamentalismo. A Jardiel le esperaban aún varios éxitos, gracias a un público que aún no compartía el fervor del iluminado crítico barcelonés. Pero con el tiempo, en la medida que fue acentuando su pasión por lo "Inverosímil", que rechazó el chiste fácil o la manipulación sentimental de nuestro teatro al uso -al que calificó de "teatro asqueroso"-, el espíritu guerrero de su crítico del 39 se fue apoderando de los públicos españoles. Cuando murió Jardiel, aún no habían llegado los turistas ni había hecho mella en nuestras costumbres el desarrollo económico. Torrente Ballester escribió: "Yo, señores, he sido testigo de los furiosos pateos con que algún estreno de Jardiel fue recibido. Parecía como si el público quisiera resarcirse de los aplausos que no había tenido más remedio que otorgar en otras ocasiones. Eran pateos vengativos, esos pateos tan conocidos por los artistas, esos pateos con los que, a la primera ocasión, se les castiga por tener talento. Como a los toreros por tener valor. Pues bien: pateos como aquéllos llevaron a la muerte al gran Jardiel, que se murió de pena por haber fracasado".
Cuando llegó el teatro de Ionesco, algunos hablaron de Jardiel, como otros hablaron de Tres sombreros de copa, de Mihura. Creo que, aparte de la común negación de la fotografía retocada y superficial de la vida cotidiana, son teatros muy distintos. Ionesco parte de una percepción del absurdo de la existencia. Es un autor trágico, en tanto que expresa la incoherencia de los comportamientos; independientemente de que esta incoherencia pueda resultar cómica. El caso de Jardiel no es ése. En Jardiel existe una huida de la realidad, de todo intento de mostrar la verosimilitud en su tratamiento escénico.
Si inicialmente esta actitud pudo responder a una opción formal, no hay duda de que la desesperación con que la mantuvo y acrecentó, hasta enfrentarse con la sociedad conservadora de su tiempo -que es la que pagaba y sostenía el teatro-, sin hacer el menor esfuerzo por volver a ganarse su respeto, se debe a su choque con el curso de una historia cruel y amordazada que debió parecerle finalmente, por utilizar su propio adjetivo, asquerosa. En el Preámbulo de Blanca por dentro y rosa por fuera, llega a afirmar: "Lo cómico es lo humorístico español en sus dos únicas corrientes nacionales, castellana (Cervantes, Quevedo y Larra) y riojano-aragonesa (Gracián y Goya)".
¡Qué lejos estuvo Jardiel de la pretensión del juguete cómico! La cita de Cervantes, Quevedo, Larra, Gracián y Goya es una confesión de su propósito, de su confrontación con una sociedad y una época que nunca le gustaron, y frente a las que acabó pronunciándose con tal radicalidad que no le valió el camino, supuestamente neutro, del teatro cómico.
Cronología
1901. Nace el 15 de octubre en Madrid, hijo de Enrique Jardiel y Marcelina Poncela.
1919. Debuta en la escena con su obra El príncipe Raudhick. Publica artículos y cuentos en "El Imparcial" y "La nueva humanidad" y varias novelas cortas en "La correspondencia de España".
1921-23. Trabaja como redactor en"La acción". Colabora con Serafín Adame en La banda de Saboya. Escribe la novela El plano astral. Estrena en México Mi prima Dolly.
1924-26 Estrena ¡Achanta, que te conviene!, La hoguera junto a Serafín Adame, ¡Te he guiñado un ojo!, La noche del metro, ¡Qué Colón!, Fernando, El Santo, El truco de Wenceslao y Se alquila un cuarto.
1927 -29. Gran puesta de largo para el autor con el sonado estreno de Una noche de primavera sin sueño, en el teatro Lara de Madrid. Adapta para el cine el guión de Es mi hombre. Publica su primer libro, Pirulís de La Habana. Su novela Amor se escribe sin hache es muy bien recibida.
1930-31. Escribe dos novelas más: ¡Espérame en Siberia, vida mía! ,y Pero ¿hubo alguna vez once mil vírgenes? Estrena El cadáver del señor García, que no obtuvo el éxito que se esperaba. Vuelve a hacer otra incursión en el cine con Se ha fugado un preso. En teatro estrena Margarita, Armando y su padre.
1932-1933. Jardiel pasa una temporada en Hollywood como guionista. Se estrena Usted tiene ojos de mujer fatal. Publica La tourneé de Dios.
1934-37. Vuelve a Hollywood. En España se estrena Angelina o el honor de un brigadier. Un drama de 1880, Las cinco advertencias de Satanás, Un adulterio decente y Cuatro corazones con freno y marcha atrás.
1938-39. Jardiel forma un grupo de autores con artistas como Mihura o Calvo Sotelo en San Sebastián. Se estrena la opereta Carlo Monte en Montecarlo.
1940-41. El 24 de mayo, en plena Segunda Guerra Mundial se estrena Eloísa está debajo de un almendro con un jovencísimo Fernando Fernán-Gómez. También se estrena ese año El amor sólo dura 2.000 metros. Un año más tarde se presenta los montajes Los ladrones somos gente honrada y Madre (el drama padre).
1942-44. Estrena obras como Es peligroso asomarse al exterior, Blanca por fuera y rosa por dentro, Las siete vidas del gato y A las seis, en la esquina del bulevar.
1945-47. Estrena El pañuelo de la dama errante, El amor del gato y del perro, Tu y yo somos tres. Con Agua, aceite y gasolina y El sexo débil ha hecho gimnasia, sus obras empiezan a tener una fría recepción.
1948-51. Estreno de Los tigres escondidos en la alcoba.
1952. El dieciocho de febrero, muere Jardiel en Madrid.