La primera reunión de ministros de Exteriores de la OTAN de la administración Trump 2.0 ha concluido este viernes con una precaria escenificación de unidad transatlántica, que sin embargo no ha logrado ocultar la creciente factura que el cambio radical en Estados Unidos está provocando dentro de la alianza de defensa mutua, que precisamente cumplió 76 años este mismo viernes.
Por un lado, el nuevo secretario de Estado, Marco Rubio, ha traído un mensaje de tranquilidad a sus aliados frente a la "histeria" que él mismo dice que percibe: Estados Unidos no va a marcharse de la OTAN. Por el otro, los países europeos (entre ellos España) le han reiterado su compromiso de subir rápidamente el gasto militar, aunque quizá no hasta la poco realista cifra del 5% del PIB que reclama Trump. El nuevo objetivo de consenso que empieza a fraguarse en Bruselas se sitúa alrededor del 3,5%.
Además, el secretario general de la Alianza Atlántica, el holandés Mark Rutte, se ha esforzado concienzudamente en esquivar los temas que enfrentan a la UE y Estados Unidos. Cada vez que se le ha preguntado por la guerra arancelaria declarada por Trump al resto del mundo, incluidos sus aliados más cercanos, Rutte contestaba que su foco de atención exclusivo es garantizar la seguridad del espacio euroatlántico. "Son cuestiones distintas que no deben interferir en nuestra discusión", alega.
El artículo 2 del Tratado de la OTAN dice que los aliados "tratarán de eliminar conflictos en sus políticas económicas internacionales y estimularán la colaboración económica entre varias o todas las partes". Rutte sostiene que los aranceles de Trump no vulneran esta exigencia. "En el pasado ya ha habido problemas entre los aliados en otras cuestiones que no han tenido impacto en la capacidad de los aliados de cumplir en materia de defensa común", ha insistido.
"No hay ganadores en las guerras comerciales. Todos estos aranceles no son un acontecimiento muy positivo, porque entre socios naturales, como Estados Unidos y Europa, si tenemos una guerra comercial, entonces nuestros adversarios están mirando hacia otro lado", ha dicho la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, que también ha participado en la reunión de la Alianza Atlántica.
El secretario general de la OTAN ha vuelto a minimizar además las amenazas de Trump de anexionarse Groenlandia, territorio dependiente de otro Estado miembro como es Dinamarca, sin descartar siquiera el uso de la fuerza. Precisamente, Mario Rubio ha dicho en Bruselas que el Gobierno de Mette Frederiksen "debería centrarse en que los groenlandeses no quieren seguir formando parte de Dinamarca". "Lo que no vamos a permitir es que venga ahora China, les ofrezca mucho dinero y se conviertan en dependientes de China", ha agregado. Pero el jefe de la Alianza Atlántica guarda silencio ante estas bravuconadas.
La respuesta de Rutte, prácticamente idéntica cada vez que se le pregunta, es que hay que abrir el foco y concentrarse en la seguridad del Ártico. "Sabemos que los chinos están aprovechando las rutas marítimas que se están abriendo, sabemos que los rusos están armando cada vez más esa parte del mundo", argumenta el ex primer ministro holandés. Es un problema que no sólo afecta a Dinamarca con Groenlandia, sino también a otros aliados como Irlanda, Noruega, Finlandia, Suecia, Canadá y Estados Unidos. La OTAN ni siquiera tiene suficientes buques rompehielos, ha denunciado Rutte.
El secretario general de la OTAN ha elogiado además de manera hiperbólica las negociaciones entabladas por Trump con el presidente ruso, Vladímir Putin, sobre Ucrania a espaldas de los aliados europeos y del propio Gobierno de Volodímir Zelenski. El presidente de Estados Unidos ha logrado "romper el bloqueo", sostiene Rutte, aunque el diálogo todavía no se ha traducido en ningún resultado concreto por la negativa de Putin a aceptar a un alto el fuego.
En la única cuestión en la que Rutte (con el apoyo del resto de aliados) se ha separado nítidamente de la administración Trump 2.0 es en mantener la consideración de Rusia como la principal amenaza de la OTAN. El ejemplo más evidente es el del negociador norteamericano, Steve Witkoff, desató la controversia al elogiar a Putin en una entrevista con Tucker Carlson y asegurar que está interesado en la paz. El propio Trump ha sido mucho más crítico con Zelenski, al que preparó una encerrona en la Casa Blanca, que con Putin, con el que se muestra abierto a llegar a acuerdos y al que no ha incluido en su guerra arancelaria.
"Para el conjunto de la OTAN está claro: Rusia es una amenaza a largo plazo, incluso cuando esta guerra llegue a su fin. Nadie es ingenuo respecto a Rusia", ha asegurado el secretario general de la Alianza Atlántica. "Esto no es sólo un conflicto europeo. Con China, Irán y Corea del Norte apoyando el esfuerzo de guerra de Rusia, es un problema global. Al final, hay una audiencia de una persona observando todo esto: el primer secretario del Partido Comunista de China, Xi Jinping. Quiere saber quién ganará al final, Occidente o Rusia. Y si es Rusia le hará pensar qué puede hacer, porque él también tiene reivindicaciones territoriales" sobre Taiwan, ha dicho Rutte.
El secretario general de la OTAN ha reclamado además seguir suministrando armamento a Ucrania y ha apoyado los esfuerzos de Francia y Reino Unido para construir una fuerza de disuasión que pueda desplegarse en el país en caso de alto el fuego. El objetivo debe ser garantizar una paz duradera, en particular que Rusia nunca se atreva a lanzar un nuevo ataque contra el país vecino.
"Rusia conoce nuestra posición de que queremos poner fin a la guerra y de sus respuestas sabremos muy pronto si van en serio a la hora de avanzar hacia una auténtica paz o si se trata de una táctica dilatoria. Si es una táctica dilatoria, el presidente no está interesado en ello. Si se trata de arrastrar los pies, el presidente de Trump no va a caer en la trampa de negociaciones infinitas sobre las negociaciones", ha dicho Marco Rubio.
Rutte se ha distanciado además de la negativa de Trump a la entrada de Ucrania en la OTAN, aunque sólo en parte. "Decidimos en Washington que el camino de Ucrania hacia la OTAN es irreversible. Estamos construyendo un puente en todo lo que hacemos ahora para que Ucrania logre la mayor interoperabilidad posible con la OTAN. Pero nunca se le ha prometido a Ucrania que su adhesión a la OTAN sería parte de un acuerdo de paz. Eso también es cierto", ha señalado.