Rafa Nadal se despidió de Roland Garros a las primeras de cambio después de sucumbir ante un intratable Alexander Zverev (3-6, 6-7, 3-6). El tenista español dio todo y más, pero no fue suficiente ante el gigante alemán. [Así hemos vivido la derrota de Nadal frente a Zverev].
Perdió en tres sets, pero Rafa ofreció un nivel de tenis muy alto que pocos podían esperar. Lo dio todo, se dejó hasta la última gota y dejó varios puntos para el recuerdo. Pero no fue posible, Zverev fue un muro infranqueable que acabó con el sueño parisino del español en algo más de tres horas.
Nadal no se dio nunca por vencido. Tuvo en su mano llevarse el segundo set e igualar el partido, pero la reacción del teutón le privó de ello. En la tercera manga también tuvo su momento, pero una vez 'Sascha' firmó su segundo break ya no hubo mucho que hacer.
Ahora, después de esta efímera participación en Roland Garros, Nadal ya piensa en los Juegos de París. El manacorí afirmó que "espero jugar en esta pista en dos meses" en busca de una medalla olímpica. También está inscrito en Wimbledon aunque habrá que esperar a ver como se desarrollan los acontecimientos.
Inicio complicado
La misión no era fácil para Nadal. Su estado de forma era toda una incógnita y tenía enfrente a un Zverev que llegaba a la cita en uno de los mejores momentos de su carrera. Y se notó desde el principio. El alemán salió como un torbellino y en un abrir y cerrar de ojos ya había roto el servicio de Rafa y confirmado el break con su saque.
2-0 y a remar contracorriente desde el principio para Nadal. El manacorí tuvo de hecho sus opciones para darle la vuelta a la situación con dos bolas de break, pero las desaprovechó, o más bien fue Zverev quien impidió su reacción. Dos paralelos a la línea le hicieron mantener su servicio.
Mejoró en confianza y en su juego Nadal, pero no pudo superar la barrera del gigante alemán. 'Sascha' se mostró muy cómodo con su derecha y demostró porqué es el vigente campeón del Masters 1.000 de Roma. No cedió en su saque y acabó cerrando el set con un nuevo break al de Manacor.
Nadal se iba al banquillo serio, pero con la sensación de que estaba plantando cara a uno de los jugadores más en forma del planeta. Le tocaba reaccionar en la segunda manga y el público se puso de su lado.
Sin premio
Nadal se levantó del varapalo del primer set. Nadie puede darle por muerto al tenista balear y mucho menos sobre la arcilla de París. Zverev no bajó el listón en el inicio de la manga e incluso tuvo dos bolas de break para tomar ventaja. Pero Nadal solventó la situación y mantuvo a raya al alemán.
De hecho, en el juego siguiente el español firmó un break excelso a 'Sascha'. Lo celebró con rabia y toda la Philippe Chatrier jaleó en apoyo a la mayor leyenda que ha jugado jamás en esa pista. Rafa había cambiado el chip, jugaba más agresivo y empezaba a dejar las bolas en las esquinas imposibles para el teutón.
Tenía el set en la punta de los dedos. De hecho, sacaba para adjudicarse la manga e igualar el partido. Pero fue ahí donde resucitó Zverev con cuatro golpes inapelables y un juego en blanco al resto para poner el 5-5 y conducir el set hacia el tie break.
Todo se decidió allí y Zverev se llevó el gato al agua. Nadal vendió muy cara su piel y puso en muchos apuros a su rival, pero no pudo rematar la faena y cedió la segunda manga del partido.
La sentencia
Ya solo quedaba la épica, remontar dos sets ante un jugador que no mostraba ninguna flaqueza. Y la proeza empezó con buenas señales al romperle el saque al Zverev a las primeras de cambio.
Sin embargo, el número cuatro del mundo respondió con contundencia. Lo hizo en el siguiente juego, sin dejar un respiro al español. Y lo volvió a repetir cuando el 3-3 campeaba en el marcador. Puso el 5-3 levantando dos bolas de break de Nadal y cerró definitivamente el choque con una nueva rotura.
El público francés despidió a Nadal con una sonora ovación. Quien sabe si será la última. El de Manacor no confirmó si volverá a jugar o no en Roland Garros, lo ve difícil, pero no se cierra puertas a nada. Eso sí, espera volver a jugar en la arcilla de la Philippe Chatrier en los Juegos Olímpicos.