Vivió la cara amarga de la moneda en Indian Wells y le tocó experimentar el lado positivo en Miami. Daniil Medvedev se proclamó campeón del Masters 1.000 de Miami después de derrotar al joven Jannik Sinner en dos mangas. No le dio opción el ruso al verdugo de Carlos Alcaraz en esta competición y no perdonó una gran oportunidad para sumar un nuevo título a su palmarés.
Era un partido de altos vuelos. Frente a frente, el número 5 contra el número 11 del mundo, dos de los mejores tenistas del planeta y sobre todo del momento batiéndose por un torneo de prestigio. Sinner había tenido que sudar para dejar en el camino a Alcaraz mientras que Medvedev se llevó un partido ajustado ante su compatriota Khachanov en semifinales.
Daniil va de final en final en las últimas semanas y sigue demostrando que es uno de los jugadores más peligrosos del circuito. Si en Indian Wells fue arrollado precisamente por Carlos Alcaraz y se quedó sin el título, en Miami tenía muy claro que no podía repetirse la historia. Se medía a otro de los 'niños de oro' del tenis, otro referente de estas nuevas generaciones que vienen apretando fuerte, pero aquí supo controlar la situación.
Tuvo que luchar para llevarse la primera manga por 7-5, golpeando en el momento exacto para encarrilar el partido. Con el viento soplando a favor, jugó mucho más relajado en el segundo set y pronto sacó a Sinner del choque para dejarle maniatado y asumiendo que no podría celebrar otra cosa que el subcampeonato.
La moral comida
Medvedev llegaba ya a esta final ganando en el plano moral. El balance de sus enfrentamientos previos hablaba de un claro 5-0 favorable al ruso, y después de este encuentro los registros son todavía más claros. De hecho, Daniil ya le había ganado este mismo año en Rotterdam.
Una de las principales incógnitas era conocer el estado físico de Sinner después de un desgaste tremendo en el partido ante Carlos Alcaraz. El italiano lo pagó, tanto en lo corporal como en lo mental, porque lo que le exigió el español en las semifinales fue realmente duro.
Después de un inicio igualado y con juegos muy largos, fue precisamente Sinner el que se puso por delante con el primer break del partido. Dos dobles faltas de Medvedev fueron cruciales, pero el ruso reaccionó de inmediato porque en el siguiente juego recuperó esa rotura de servicio así que todo se quedó en nada. Sinner llegó incluso a solicitar la asistencia médica por el excesivo calor que había sobre la pista.
Medvedev, oliendo la sangre de su rival, se fue encontrando cada vez más a gusto en el partido y logró un nuevo break en el momento definitivo. Evitó el tiebreak y se apuntó el primer set por 7-5 casi en un poco menos de una hora, 59 minutos para ser exactos, así que Daniil se apuntó su primera manga.
A Sinner se le habían puesto las cosas muy cuesta arriba, y peor que se le iban a poner en el segundo set. Con problemas físicos, el italiano perdió su servicio nada más comenzar así que Medvedev se puso 2-0 arriba para mandar por completo en el encuentro. Aún así, el italiano tiró de orgullo y recuperó el break, aunque fue un espejismo.
Medvedev volvió a meter la directa y dejó sin opciones a un Sinner que se resignó y que pasó a tener claro que no iba a poder hacer frente a su rival. Es el cuarto título del año para el ruso después de los torneos de Dubai, Doha y Rotterdam.