Rafael Nadal está fuera del Abierto de Australia, el primer Grand Slam de la temporada. Una lesión a la altura de la cadera de la pierna izquierda condicionó brutalmente al español desde el final del segundo set y enterró sus opciones ante Mackenzie McDonald, ganador 6-4, 6-4, 7-5. Así, el estadounidense celebró el triunfo y puso fin a la defensa del título del mallorquín en Melbourne, que consiguió en 2022 al vencer épicamente a Daniil Medvedev en la final.
“He notado algo en la cadera”, se arrancó Nadal, que como mínimo saldrá del top-5 al perder 1.955 puntos de su ranking. Había notado algo en los días previos, pero nada como hoy. Tengo un histórico de problemas en esa zona que me han obligado a hacer tratamientos en el pasado”, prosiguió el mallorquín. "Estoy cansado de estar en procesos de recuperación de lesiones en gran parte de mi carrera, pero siempre lo he aceptado. No puedo decir que no estoy mentalmente destrozado porque estaría mintiendo”.
Antes la lesión, McDonald firmó una hora de tenis para enmarcar: en los primeros 60 minutos de partido, el estadounidense ganaba 6-4, 2-0 a un Nadal desdibujado; lento, poco certero y sin ideas para cambiar la peligrosa dinámica de un encuentro que comenzó de manera inquietante (break para McDonald) y siguió por esa línea durante un buen rato, hasta que un juego clave impulsó al número dos a invertir la peligrosa tendencia del cruce.
Con su rival dominando todas las facetas del juego, el español salvó una pelota de 0-3 en el segundo set y lo celebró por todo lo alto, apretando el puño y gritando con convencimiento. El mejor momento de Nadal en toda la mañana, sin embargo, coincidió con el latigazo que le cerró las puertas de cualquier remontada, enseñándole la salida del torneo, una vez más como consecuencia de una lesión.
Aunque el mallorquín lo intentó, marchándose al vestuario para recibir tratamiento médico y regresando a la pista con la decisión de seguir jugando, la realidad le demostró que ganar así era imposible. A la desesperada, Nadal compitió jugándose todos los tiros desde la primera bola, embistiendo una vez tras otra como si estuviese disputando una exhibición, abriéndose paso a palazos.
Sin perder la concentración, a McDonald le costó digerir lo que estaba pasando y pasó de estar inmerso en una batalla a tumba abierta a tratar de descifrar un escenario dificilísimo. Hasta que lo hizo, el estadounidense vio lo mismo que el mundo entero: a un tenista rebosante de pundonor, todo corazón, que decidió caer en la pista en lugar de abandonar.
“Es evidente que en los últimos tres Grand Slam no he podido terminar ninguno en condiciones: dos roturas de abdominal, aquí no sé qué pasa en la cadera…”, rememoró Nadal. “Podemos venir aquí, poner buena cara y aceptar las cosas, pero uno no tiene que engañarse a sí mismo y hacer un discurso optimista cuando no lo es a día de hoy”, dijo. “Nunca he estado en condición de quejarme. La vida me ha dado y me da tantas cosas positivas que no tengo derecho a quejarme, pero es evidente que van sucediendo cosas y a nivel deportivo el vaso se va llenando y llega un momento dado en el que el agua puede salir por fuera. Hay que ser realistas”.