Jo Wilfried Tsonga (Le Mans, Francia; 1985) pondrá fin a su carrera profesional en el marco de los próximos dos meses. Esperará a competir en la edición de este año del Roland Garros, cuando entonces ya haya cumplido 37 años. Se irá confesando que su cabeza le decía que "podía jugar toda la vida", pero asumiendo que su cuerpo "no tenía los mismos resortes" para seguir al más alto nivel.
Ha pasado una década desde que Tsonga alcanzara el punto más alto de su carrera, siendo la quinta mejor raqueta del mundo en 2012. Para encontrarle en el ranking ATP, actualmente, hay que bajar hasta la posición 220 del mundo. Su último título de los 18 que ganó durante su carrera lo consiguió en 2019. Fuera de los focos en las últimas temporada, se va el tenista al que confundían con Muhammad Ali.
La irrupción de Tsonga llegó a mediados de la primera década de los 2000. Pronto los aficionados se percataron de su enorme parecido con el gran mito del boxeo. De su físico haría su gran virtud a lo largo de su carrera tenística.
En Francia, él y Gaël Monfils (un año menor) se convirtieron en las grandes esperanzas de un país con tanta tradición de tenis. Sin embargo, ninguno de los dos pudo romper la maldición que persigue a los tenistas galos desde que en 1983 Yannick Noah hiciera celebrar a sus compatriotas un Grand Slam (1983).
Las lesiones han lastrado a Tsonga los últimos años, lo cual le ha impedido mantenerse al nivel al que sigue Monfils (número 20 del mundo). Aún así, el de Le Mans mantiene un mayor porcentaje de victorias (66,5%, el segundo de los franceses por detrás de Noah) que su compatriota y este tampoco puede presumir de haber jugado una final de Grand Slam. Tsonga lo hizo en 2008, en el Abierto de Australia, ganando a Nadal en semis y perdiendo contra Djokovic la final.
Se retira con la espina de no ganar un 'Grande' en su carrera y de tampoco alcanzar una final de Roland Garros (llegó a dos semis en 2013 y 2015), pero sí puede presumir de haber ganado en alguna ocasión a los tres miembros del Big Three: Nadal (10-4), Djokovic (17-6) y Federer (12-6).
Las dos caras de Tsonga
Paralelamente, Tsonga fue durante su carrera noticia de dos importantes luchas sociales aunque por diferentes motivos. Primero fue el racismo, una discriminación de la que ha sido víctima toda su vida como llegó a confesar: "Fui uno de los únicos hijos de un padre inmigrante en mi escuela primaria [...] Luego comienza con pequeños apodos e insultos en la escuela y con el tiempo comprobé que a menudo me revisaban por mis documentos de identidad en la calle, mientras que a mis compañeros no".
Como profesional también se percató del trato diferente que se le daba: "Al comienzo de mi carrera, algunos medios decían: Jo-Wilfried Tsonga, de padre congoleño. No entendía por qué era tan importante, yo era francés. Yannick Noah ya fue el franco-camerunés, pero nunca oí a nadie decir que, por ejemplo, Cédric Pioline es franco-rumano". Ese momento en el que Tsonga alzó la voz fue con la tragedia de George Floyd hace dos años.
Más desafortunado estuvo en 2013 cuando dio su visión sobre por qué en el cuadro femenino no había tanta estabilidad entre semifinalistas y finalistas: "Las chicas son más inestables que nosotros. Estoy seguro de que todo el mundo dirá que es verdad, incluso ellas. Se trata de hormonas y todas esas cosas. Nosotros no tenemos todas esas cosas malas, así que siempre estamos físicamente en forma y vosotras no. Es eso". A Tsonga le llovieron entonces las críticas.
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