A pesar de luchar a corazón abierto para mantener con vida el sueño de seguir volando alto en Roland Garros, a Paula Badosa se le cerraron las puertas de las semifinales el martes. Partiendo desde, sin hacer mucho ruido, Tamara Zidansek frenó a la española (7-5, 4-6, 8-6 en 2h26m) y se clasificó para jugar por meterse en su primera final de Grand Slam. Aunque se haya quedado fuera, Badosa se marcha de París con mucho que celebrar: un paso al frente que seguramente le ayudará en el futuro. [Narración y estadísticas]
“Estoy un poco triste”, reconoció luego la derrotada. “Siempre había soñado con estar en las rondas finales de un Grand Slam y que se escape por tan poco… No he encontrado mis sensaciones en el partido al no saber gestionar todo esto, se me ha hecho un poco grande. Se me ha escapado una oportunidad, pero quiero pensar que no es la última”.
Sacando para poner el 6-6 en la tercera manga, la victoria en un suspiro, Badosa tiró la raqueta contra su banquillo en una descarga de rabia. Esa explosión anticipó un mal desenlace: la española sacó adelante ese turno de servicio, pero acabó sucumbiendo a una mañana de vértigo en la línea de meta.
Antes, en el día más importante de su carrera, Badosa salió a jugar fluyendo, libre de cargas, sin sentir la responsabilidad. Esa puesta en escena se tradujo en un dominio aplastante que permitió a la española dominar el marcador al principio (3-0 en 14 minutos, con doble break), pero acabó diluyéndose en un parpadeo (3-3, recuperada la desventaja por Zidansek) y la victoria pasó a discutirse entre ataques de nervios, de bandazo en bandazo.
La Badosa del arranque dejó pasó a otra más vulnerable y terrenal, una tenista que sufrió los nervios lógicos de estrenarse en los cuartos de final de un Grand Slam. Condicionada por la tensión, la española pasó un mal trago desde que perdió ese impulso inicial, maniatada por los errores no forzados (15) y rodeada de malas decisiones en los puntos clave que terminaron entregándole la primera manga a su contraria.
El seguro juego de Zidansek, pocos fallos, grandes defensas, desesperó a Badosa, provocándole un puñado de inseguridades. Cargando con el papel de favorita, la española penó para digerir la situación y se encontró al borde la eliminación, a solo dos juegos de decir adiós a París (5-7, 2-4). Entonces, la número 35 del mundo reaccionó de manera impecable, quizás espoleada por la decisión de Carlos Ramos, el juez de silla del partido, de pitarle un warning por conducta antideportiva, algo que la jugadora no comprendió (“¿pero qué dices? Si no te estoy mirando a ti, estoy mirando a mi entrenador. No he hecho nada, qué inventas”, le dijo).
Con todo perdido, Badosa sumó seis juegos seguidos (de 2-4 a 6-4, 2-0) para reengancharse a un duelo que tenía muy complicado, y que se decidió por milímetros. Después de recuperar el break en el tercer set, Zidansek volvió a endurecer los peloteos, conduciendo a Badosa hasta el fallo (acabó con 47), pura solidez, o lanzándose a dominar los intercambios apuntando a las líneas. Tan novata como su rival, la eslovaca planteó una oposición espectacular que le valió la clasificación a semifinales con todo merecimiento.