Carlos Alcaraz ya no juega en Roland Garros. Este sábado, Jan-Lennard Struff despidió al español en la tercera ronda del torneo con una clara victoria (6-4, 7-6, 6-2 en 2h16m) que rompió en mil pedazos el ilusionarte sueño del murciano, el tenista más joven en 29 años en llegar tan lejos en París (desde Andrei Medvedev en 1992). A Alcaraz, que no perdió la garra ni incluso cuando la derrota era evidente, se le torció el partido desde el arranque y nunca encontró la manera de enderezarlo para evitar volverse a casa.
“Me voy un poco decepcionado con el resultado”, reconoció el español. “Hay que ver la página completa. Ha sido un gran torneo, muy positivo. He crecido mucho como jugador de cara al futuro. Es lo que busco. Estoy muy orgulloso de mí mismo porque he competido contra grandes jugadores”, añadió Alcaraz, que pagó sus malos números al saque (53% de puntos ganados con el primer servicio, 59% con el segundo) y vivió siempre con el agua al cuello frente a Struff, perro viejo y pegador de hierro. “Estoy creciendo rápido, pasando etapas, y he aprendido mucho. He dado un paso adelante y el año que viene volveré más fuerte y mejor preparado”.
En el inicio, Alcaraz jugó pasado de revoluciones, con muchas ganas de comerse el mundo, demasiado ansioso. En consecuencia, y por pura precipitación en la mayoría de las ocasiones, cometió un puñado de errores (15) que Struff recibió con los brazos abiertos. Combinando los desatinos de su contrario con un tenis muy agresivo, de mazazo en mazazo, el alemán se llevó el primer parcial destrozando sin miramientos cada pelota que tocó y consiguió que la desesperación visitase la cabeza del español. Ponte cómoda, quítate los zapatos y sírvete lo que quieras beber.
Batallando internamente contra sus fantasmas para encontrar un poco de tranquilidad, Alcaraz salió a flote cuando más complicado lo tenía: con el marcador muy en contra (4-6, 2-4), el español se reenganchó al partido con un break (4-4) que le devolvió la concentración y le dio impulso para jugar sus mejores minutos de la mañana. Con esa inercia, finalmente sintiéndose dominador en los peloteos, entregándole todo el protagonismo a su derecha, el murciano se fabricó al resto un punto de set (con 6-5) para empatar el encuentro que habría cambiado las cosas, pero vio cómo su rival se lo levantaba en la cara con un ace y se encontró disputando un tie-break crucial.
Apostándolo todo a su saque, y amparándose en un drive descomunal, letal cada vez que le pegó a la pelota a la altura de la cintura, un auténtico martillo, Struff devoró el desempate y ahí se terminó el encuentro, aunque tuviese que ganar una tercera manga a la que su contrario entró desanimado por la oportunidad desaprovechada, algo completamente lógico.
“He jugado retenido por no querer perder, en lugar de ir a ganar”, reconoció el murciano. "Así no se puede ganar a estos niveles, hay que ir a por el partido y no esperar a que el otro falle. Al final, tengo que enfrentarme más veces contra este tipo de rivales. El partido de hoy me va a ayudar a saber gestionar los momentos difíciles”, cerró el tenista, que volverá a la competición en la fase previa de Wimbledon con la intención de disputar por primera vez el torneo más especial del mundo.