El niño tiene muchas agallas, esto está claro. Con solo 18 años, Carlos Alcaraz llegó este jueves a la tercera ronda de Roland Garros derrotando 6-4, 6-2, 6-4 a Nikoloz Basilashvili en su primera participación en el cuadro final del torneo. La clasificación es una respuesta directa a la presión que el tenista lleva soportando desde que pisó París, indudablemente comparado con los inicios de Rafael Nadal en el templo de la tierra batida: me importa un pimiento lo que digáis, yo hago mi camino sin inmutarme, como si llevase una venda en los ojos y los oídos tapados.
“Yo sigo concentrado en lo mío y en lo que me toca mejorar”, dijo Alcaraz, que al ganar se convirtió en el tenista más joven en la tercera ronda de Roland Garros en 29 años (desde Andrei Medvedev en 1992) y en el jugador de menor edad en llegar a la tercera ronda de un grande desde Nadal en el Abierto de Australia de 2004. “No me sorprende la actuación que he mostrado en la pista porque sé de mis capacidades. Este nivel lo puedo tener siempre, como el carácter y la concentración”.
Basilashvili, que es el número 31 del mundo, ha ganado tres títulos en arcilla, el último de ellos hace muy poco (Hamburgo 2018 y 2019, Múnich 2021). El georgiano, que esta temporada también ha levantado el título de Doha (ganando a Roger Federer por el camino), tardó menos de una hora en desesperarse, compitiendo de resoplido en resoplido y amenazando varias veces con estampar la raqueta. Fue la manera que tuvo de expresar su frustración al toparse con Alcaraz, un rival que exhibió hambre y poder en niveles muy altos.
Valga un ejemplo para ejemplificarlo. Después de ganar un primer set disputado, el murciano comenzó el segundo como un tiro (mandando 3-0, con doble break de salida). Basilashvili, rostro serio, gesto torcido, se revolvió por pura dignidad. Así celebró una rotura de saque (1-3) con la que posiblemente esperó engancharse al cruce. ¿Qué hizo entonces Alcaraz ante esa situación que podría haberle llevado a dudar? Ganar tres de los siguientes cuatro juegos (de 3-1 a 6-2) para abrochar la segunda manga y romperle la cabeza a su contrario.
Con Juan Carlos Ferrero, su entrenador, animándole desde la grada, poca falta hizo que le hablase de táctica, Alcaraz remató una tarde fantástica en la que jugó lanzado de principio a fin (10 aces, 27 golpes ganadores), sin dejar que la incertidumbre apareciese para engancharse a su raqueta: con 3-4, Basilashvili pidió asistencia médica por unos mareos (“no veo bien”, llegó a decirle al doctor) y justo a continuación le rompió el saque a Alcaraz (4-4) para aferrarse al encuentro como el naufrágo que se abraza a una tabla salvavidas. Sin caer en el juego de su oponente, el murciano le devolvió el break inmediatamente (5-4), se señaló la cabeza y cerró la victoria con su servicio.
Ocurrió en la pista 14 el jueves por la tarde. Las gradas se llenaron de gente con ganas de ver al tenista de moda, uno que capitaliza las conversaciones en Roland Garros junto a otros dos adolescentes de 19 años, uno más que el murciano, que también están en la tercera ronda del torneo: Lorenzo Musetti (vencedor 7-5, 6-3, 6-2 de Yoshihito Nishioka) y Jannik Sinner (6-1, 7-5, 3-6, 6-3 a Gianluca Mager). Con la pelea generacional muy viva, Carlitos, como le llaman los suyos, sigue soñando a lo grande en su primer Roland Garros.