En el Foro Itálico, lo nunca visto. Durante su partido de octavos de final del Masters 1000 de Roma, Rafael Nadal no consiguió aprovecharse del revés a una mano de Denis Shapovalov. Ese golpe, que el español habría fijado como diana para empujar hacia atrás a cualquier otro rival, catapultó al canadiense hacia una victoria (6-3, 3-0 y pelota para 4-0; dos puntos de partido desaprovechados con 6-5 en el tercer set) que el campeón de 20 grandes abortó (3-6, 6-4 y 7-6) por una razón muy sencilla: Nadal es único moviéndose en el alambre, no hay nadie como él, su espirítu de lucha es una obra de arte. [Narración y estadísticas]
“Son victorias satisfactorias”, reconoció Nadal, que el viernes se medirá a Alexander Zverev (4-6, 6-3 y 6-4 a Kei Nishikori) una semana después de perder con el alemán en Madrid. “He peleado y he luchado muchas horas, todo el rato con el marcador adverso. La satisfacción es grande y más cuando tampoco he jugado a un nivel perfecto hoy porque he hecho cosas mal”, añadió. “En estos días hay que agarrarse y estar con una actitud positiva, sin quejarse. Lo normal es que cuando las cosas van así, el partido termine de mala manera, perdiendo. Son batallas que pueden servir para dentro de unas semanas”.
En la recta final del encuentro, último tramo de la tercera manga, Nadal y Shapovalov se enzarzaron en un juego de más de 10 minutos que dio vida al español. Sacando para jugarse la clasificación en el tie-break, el balear esquivó dos puntos de partido afrotando esas situaciones clave con una decisión granítica. Sobrevivir le dio un soplo de confianza para coronar el desempate y celebrar la victoria, recompensa a no rendirse jamás.
Antes, Shapovalov no se guardó nada y salió con todas las cartas descubiertas. Protagonizando un arranque en tromba, el canadiense le propinó un 4-0 a Nadal, que se quedó perplejo ante el despliegue de su rival. Quitándole tiempo de reacción al golpear la bola muy pronto, una clara apuesta atacante, el 14 mundial incomodó muchísimo al mallorquín, totalmente desbordado hasta que consiguió entrar al cruce dando bandazos, sin terminar de mandar con claridad.
23 minutos necesitó el español para frenar el ímpetu de Shapovalov, que en menos de un cuarto de hora vio amenazada la ventaja que tenía en el marcador (de 4-0 a 4-3). El canadiense, sin embargo, no se dejó intimidar por la reacción del número tres: salvó el momento más complicado cuando su oponente restaba persiguiendo el 4-4 (puso el 5-3) y luego le rompió el saque para hacerse con la primera manga, dándose motivos para creer en un triunfo mayúsculo.
Con el primer set en la mano, Shapovalov sumó a la exhibición ofensiva del inicio la capacidad de ganar intercambios trabajados, mezclando habilidades letales (cambiar del cruzado al paralelo con su revés, por ejemplo) que destaparon una versión imparable del canadiense. Protegido por una pila de tiros ganadores, por todos los lados, desde cualquier rincón, Shapovalov se colocó 3-0 y multiplicó las dudas de Nadal, con pie y medio en el vestuario.
Entonces, ocurrió algo impresionante.
Con 3-6 y 0-3, el español salvó una pelota de rotura que habría supuesto su adiós y a continuación se lanzó a por la remontada ganando cinco de los seis juegos siguientes (de 0-3 a 6-4) para empatar el partido, forzando así el tercer parcial. Como en una balanza, la subida de Nadal provocó que Shapovalov bajase empicado, cometiendo todos los errores no forzados que con tanta solvencia había evitado anteriormente.
Que Shapovalov abriese brecha en esa manga decisiva (3-1) no tuvo impacto en el ánimo de Nadal. Decidido a abrazar el pase a cuartos, el español niveló una vez más el duelo (3-3) y le hincó el diente al canadiense superando un tercer set endiablado y coronando un choque de 3h27m de exigencia física y mental que con total seguridad le ayudará cuando dentro de unos días inicie su asalto a París.
“Cuando termine aquí, tendré dos semanas para prepararme de cara a Roland Garros”, avisó Nadal. “Vivo el día a día, uno no puede pensar solo en cuatro torneos al año. Creo que tendré opciones de llegar bien preparado a París y tengo la confianza de que podré trabajar bien para ello. Llevo una buena carga de partidos, partidos largos en los que he tenido que luchar; he jugado algunos buenos, otros malos, he tenido todo tipo de situaciones”.