¿Cuántas veces ha jugado Garbiñe Muguruza así de concentrada en su carrera? Pocas, eso seguro. Este jueves, la española disputará sus primeras semifinales en el Open de Australia en una posición completamente distinta a la que lo empezó: si al principio del torneo la campeona de dos grandes era una incógnita, consecuencia de pasar un par de años en el limbo, ahora es una de las grandes favoritas para levantar el título.
Anastasia Pavlyuchenkova, su rival en cuartos de final, puede confirmarlo: manteniéndose de pie en un día complicado, de muchos nervios, Muguruza ganó a la rusa (7-5 y 6-3) para citarse con Simona Halep (6-1 y 6-1 a Anett Kontaveit) en un cruce de la máxima exigencia.
Sam Sumyk, el entrenador que capitaneó la carrera de Muguruza desde 2015 hasta la mitad de 2019, consiguiendo dos grandes (Roland Garros 2016 y Wimbledon 2017) y llevándola al número uno del mundo), trabaja desde hace meses con Pavlyuchenkova, la puerta que se le abrió después de que Garbiñe decidiese romper la relación para tomarse un tiempo y contratar luego a Conchita Martínez. Así, el miércoles el técnico francés se sentó en el banquillo de la rusa para enfrentarse a una oponente muy familiar, de la que se conoce casi todos los trucos posibles.
Seguramente impulsada por los consejos de Sumyk, la número 30 del mundo jugó una primera manga muy seria, a ratos suficiente para habérsela llevado, pero le faltó rematar las situaciones en las que se puso por delante. Dos veces rompió el saque de Muguruza y dos veces cedió el suyo justo a continuación (de 2-1 a 2-2, de 3-4 a 4-4).
Desaprovechar esas situaciones terminó derivando en un colapso mental para Pavlyuchenkova: con el partido en un suspiro, 6-5 para su contraria y el tie-break en el horizonte, la rusa se enredó en un juego horrible que perdió para entregar el set con tres dobles faltas (¡tres!) y un error no forzado de revés.
Garbiñe, imparable
Garbiñe, que había estado sufriendo de lo lindo, apretando los dientes para no perderle la cara al encuentro, siempre por detrás con un puñado de fantasmas encima, lo celebró con un grito que le salió del alma.
Si en sus dos partidos anteriores en el torneo la española había pasado por encima de Elina Svitolina y Kiki Bertens, número cinco y 10 del mundo respectivamente, ante Pavlyuchenkova fue una historia diferente, por mucho que Muguruza intentase celebrar la victoria siendo fiel a su ADN. Lo buscó por la vía habitual, acoso y derribo, pero se encontró con una tenista que le igualó la propuesta, y entonces el duelo pasó a disputarse en un terreno de resistencia que Garbiñe aceptó de buena gana para hacerse con un primer parcial muy sufrido y abrochar el triunfo en el segundo.
Ahora, ya en semifinales y con lo que ha demostrado desde que arrancó el torneo, las cuentas están muy claras: Muguruza es muy buena y está dispuesta a aceptar lo que le venga para levantar el titulo. Uno más uno son dos.
[Más información: Todo lo que debes saber del Open de Australia 2020, marcado por los incendios y el récord de Nadal]