Fue una victoria, pero pudo considerarse una exhibición. En el primer partido de la eliminatoria entre España y Australia, Roberto Bautista pasó por encima de Nick Kyrgios (6-1 y 6-4) y acercó a la selección a la final de la ATP Cup, donde ya espera Serbia tras ganar a Rusia el sábado por la mañana. [Narración y estadísticas]
Kyrgios encaró a Bautista a lomos de una peligrosa racha de buenos resultados en la competición: invicto en individuales (ganó al alemán Struff, a Stefanos Tsitsipas y a Cameron Norrie) y con la épica victoria de dobles (salvó cuatro puntos de partido junto a de Miñaur ante los británicos Murray y Salisbury para sellar el pase a semifinales) como recuerdo más reciente, muy vivo aún lo que sucedió el pasado jueves en el desenlace de una serie inolvidable.
Que Kyrgios haya conseguido mantener las buenas maneras durante tanto tiempo, que haya logrado darle continuidad a su mejor versión, se explica fácilmente: en la ATP Cup no está solo, como el resto del año. El australiano, ya se sabe, no suele tener problemas para controlar su volcánico carácter al jugar una competición por equipos, y ahí están la Copa Davis y la Laver Cup para demostrarlo. Es raro que Kyrgios le abra la puerta a sus demonios si está rodeado por una grupo con el que comparta objetivo común, es extraño que tenga un cruce de cables si compite arropado por un banquillo.
Todas esas buenas intenciones, sin embargo, se fueron al garete en el pulso ante Bautista: Kyrgios negó con la cabeza desde el principio, se recriminó los errores que cometió y acabó reventando una raqueta contra el suelo tras encajar un break en el segundo parcial que dejó al español muy cerca del triunfo, pese a llevar tan solo 52 minutos de juego.
Aunque la dificultad del partido era muy alta, el castellonense agarró el desafío con ganas. Tras cuatro encuentros contra rivales de nivel muy inferior, ninguno dentro de top-100, el español aceptó con buena cara medirse con uno de los mejores tenistas del mundo y ver qué pasaba, hasta qué punto estaba preparado. Nada mejor que los acontecimientos para demostrar cómo de listo se encontraba. Kyrgios necesitó 28 minutos para sumar su primer juego en el partido. Hasta ese momento, Bautista le pegó al australiano un repaso increíble: 2-0 de entrada, 3-0 en 15 minutos y 5-0 en 23, con más del doble de puntos ganados (23 por los 11 de su rival) y la sensación de estar siendo triturado.
Fue exactamente el mismo sabor de boca con el que se despidió del cruce echo pedacitos: aunque Kyrgios tuvo una pelota de rotura para soñar con remontar (2-3), Bautista la despachó sin perder los nervios y devolvió a la pesadilla al australiano, consumido por la impotencia de quedarse muy lejos de su objetivo en su propia casa.