El lunes por la tarde, la central de Wimbledon asiste a un viaje en el tiempo. Para que Rafael Nadal llegue a los cuartos de final en el templo de la hierba por primera vez desde 2011, poniendo fin a siete años de derrotas en las rondas anteriores, el español necesita recuperar su mejor versión sobre césped, la de los dos títulos (2008 y 2010) y las cinco finales consecutivas (2005-2011). Jiri Vesely, su rival en los octavos, sufre un vapuleo (6-3, 6-3 y 6-4) con el que el campeón de 17 grandes se mete en la pelea por las semifinales esperando lo que sigue a continuación. El próximo miércoles, ante Juan Martín del Potro (7-6, 7-6, 5-7 y 7-6 a Gilles Simon), el balear tiene la oportunidad de dar el paso definitivo que le coloque muy cerca de la copa. [Narración y estadísticas]
“No vamos a crear una historia por estar en cuartos”, se arranca luego el mallorquín, clasificado por primera vez en su carrera para luchar por las semifinales sin haber perdido un set. “Es un buen resultado, pero cuando vengo aquí no pienso en hacer segunda ronda o tercera. Mi objetivo es pensar en el día a día e intentar el máximo, que es llegar a rondas avanzadas”, prosigue “He estado varias veces en cuartos, no es la primera vez. Cuando vengo aquí pienso que voy a hacer un buen resultado”.
“Llegar a cuartos aquí es un plus”, coincide Francis Roig, entrenador del tenista. “Al margen, la solvencia con la que ha pasado de ronda le da confianza para afrontar el siguiente partido que tiene por delante. Lo ha hecho todo muy bien, ha sido un partido muy completo. Ha sacado, ha restado, se ha movido hacia delante, golpeando bien con la derecha y con el revés, usando el cortado de forma inteligente…”, detalla. “El año pasado también tenía este nivel, pero jugó dos sets malos en un mismo partido que le condicionaron mucho”, se despide el técnico catalán, recordando el traspiés de 2017.
Tras tres rivales cómodos, Vesely es el primer sacador que Nadal se encuentra en el torneo, pero está lejos de representar una amenaza como la de Gilles Muller el año pasado. A pesar de ser un gigante que roza los dos metros (1,98m), el aspirante llega al encuentro con 47 aces en tres partidos. La cifra no es ningún disparate, y así lo confirma la ausencia del checo en el top-10 de jugadores que más servicios directos han conectado en el torneo. Vesely, en cualquier caso, tiene buenas armas para inquietar al español, argumentos suficientes para que sea un encuentro incómodo.
Con la pelota en juego, sin embargo, el sobresaliente nivel de Nadal le blinda de cualquier peligro. El pase a los cuartos empieza a cocinarse a media mañana en el calentamiento. Durante 45 minutos, y utilizando como sparring a David Marrero, el número uno hace una entrada en calor espectacular que sorprende incluso a los miembros de su equipo, reunidos en la pista 5 de Aorangi Park para acompañar al tenista y asombrados porque Nadal le pega a la pelota con una violencia descomunal sin perder la puntería. Inevitablemente, las sensaciones que el balear se lleva del calentamiento le despejan el camino hacia la victoria cuando sale a jugar con Vesely.
Nadal muerde el saque del número 93 colocándose dentro de la pista para restar. La posición del mallorquín ya es toda una declaración de intenciones. Significa que va sobrado de confianza para intentar cazar los servicios del checo, que no tiene miedo a enfrentarse a los cañonazos que le llueven del otro lado anticipándose al encuentro con la bola, que sus reflejos y sus manos rápidas pueden con todo. La otra manera que tiene Nadal de anular el saque de Vesely es tan simple como impresionante: sacando mejor que el checo.
Cuando acaban los octavos, cuando la gente desaloja la pista central pensando en la hora de la cena, el español se marcha al vestuario superando los números de su contrario en todas las facetas al servicio. En consecuencia, conecta más aces (9 por 8), suma un porcentaje mejor de primeros saques (69% por 63%) y gana más puntos con el primer y segundo servicio (78% y 74% contra un 58% y 55%). Es el resumen de una tarde buenísima que dispara la candidatura del balear al título, por mucho que lo más complicado empiece a partir de ahora.
Prácticamente de principio a fin, Nadal hace un partido perfecto. El español comete solo tres errores no forzados en los primeros 15 juegos del partido y no es porque sea conservador. Se aúpa hasta el 6-3 y 4-2 con 21 golpes ganadores de todos los colores. Arregla un despiste en el tercer parcial (break de Vesely para 3-2, que recupera inmediatamente) y arrasa al final. Es el Nadal de hierba, el de los trofeos en Wimbledon, el de hace siete años.
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