Garbiñe Muguruza quiere luchar. Esa fue la principal conclusión que dejó la clasificación de la española para la tercera ronda de Roland Garros (6-4 y 6-3 a Fiona Ferro), donde el sábado le espera la veterana Samantha Stosur (6-2 y 7-6 a Anastasia Pavlyuchenkova) por el pase a octavos en un compromiso muy exigente que le exigirá seguir apretando los dientes para mantenerse con vida en la segunda semana de competición, la etapa decisiva de cualquier Grand Slam, rampa de lanzamiento hacia el título. [Narración y estadísticas]
“Estoy en tercera ronda y eso lo positivo”, dijo Muguruza un rato después de su victoria. “He entrenado fuerte y me encuentro bien fisicamente, pero al final cuando sales a la pista haces lo que puedes”, prosiguió el número tres. “Estoy contenta porque no la conocía. Hay que saber ganar estos partidos y yo he sabido jugar en los momentos importantes un poco mejor”, celebró. “Me estoy tomando con mucha seriedad este torneo. Vengo con hambre de hacerlo bien, quiero irme de aquí con buen sabor de boca”.
En la Suzanne Lenglen, la pista que abandonó entre lágrimas el año pasado después de caer ante Kristina Mladenovic en el ambiente infernal que creó el público francés, Muguruza dio un paso adelante en madurez ante otra tenista local, aunque esta vez ni la gente (poca, como consecuencia de ser el primer encuentro del día) ni la rival (Ferro no es Mladenovic, una de las referentes francesas y aspirante a conquistar Roland Garros algún día) provocaron una presión similar a del curso anterior.
“Pero yo me he acordado de la experiencia del año pasado y estaba preparada para cualquier cosa”, reconoció la española. “Contra Mladenovic aprendí que cuando te enfrentas a una rival que juega en casa puede ser un partido tenso”, aseguró. “Por eso, estaba lista para que nada me afectase hoy. En ningún momento me he preocupado por el público este año”, subrayó la tenista, muy seria de principio a fin.
Olvidando el mal trago de 2017, Muguruza solventó con buenas formas la incógnita de Ferro, de la que no tenía ninguna referencia cuando supo que era su siguiente rival. La francesa, invitada al cuadro final por la organización del torneo, jugó ante la número tres un tenis sostenido por su solidez desde atrás y también por su buena mano, con la que hizo pillerías, tiros bonitos e imprevisibles para los que Garbiñe contestó por la vía directa (26 ganadores), aunque eso le costó un puñado de errores (23) con los que convivió durante la mañana sin problemas.
Antes de la tercera ronda del torneo, las noticias son positivas para Muguruza. Acostumbrada a sufrir contra rivales desconocidas como Ferro, la española sorteó el encuentro sin sobresaltos y se dio la oportunidad de seguir viva en París. Ahora, bordeando los momentos importantes de Roland Garros, Garbiñe tiene algo claro: ya ha cogido un poco de impulso.