“Pablo me decía que nunca había recibido tantas llamadas y mensajes. Ha sufrido una presión mediática que no conocía”.
Samuel López, el entrenador de Pablo Carreño, habla de la nueva vida de su pupilo desde la naturalidad, sin dar señales de haber perdido el norte con la llegada del éxito. A los 26 años, el español arrancó la temporada después de cerrar un 2017 meteórico, que empezó entre los 30 mejores del mundo y acabó en el top-10 tras alcanzar sus primeras semifinales de Grand Slam en el Abierto de los Estados Unidos, además de debutar en la Copa de Maestros de Londres y jugar dos partidos como reserva, consecuencia de la retirada de Rafael Nadal por una carga de estrés en el tendón rotuliano de su rodilla derecha. El peaje de todo ese revolcón de gloria fue casi inmediato: Carreño, que este domingo se mide a Marin Cilic por una plaza en los cuartos de final del Abierto de Australia, ha necesitado un tiempo para adaptarse a la nueva condición que tiene el circuito.
“Cuando un jugador consigue unos objetivos un poco inesperados necesita margen para asimilarlo”, explicó el técnico del gijonés. “Es una presión mediática desconocida a la que poco a poco se ha ido acostumbrando. Al final, se trata de no perder la esencia y de mantener los pies en la tierra. Esto sigue siendo igual que antes. Si en algún momento él piensa que tiene que dejar de hacer lo mismo que cuando era un júnior estaremos en problemas”, avisó. “Aunque no necesitamos evitar que despegue del suelo porque es algo que le viene de la educación que ha recibido. El entorno de Pablo siempre ha sido muy sano, rodeado de gente muy normal. La sencillez le viene de la cuna”.
Carreño llegó al Abierto de Australia con ocho encuentros perdidos de los últimos nueve jugados, incluyendo su estreno de 2018 en el torneo de Doha (cayó con Borna Coric dejando escapar tres bolas de partido). Con un saco de dudas a cuestas, el gijonés sufrió horrores para superar su estreno ante el desconocido Kubler, 243 del mundo e invitado al cuadro final por la organización, y a partir de ese momento se liberó: en la segunda ronda ganó al francés Simon (que abandonó en el segundo parcial por una lesión en el muslo de la pierna izquierda) y en tercera resistió a los 40 saques directos de Gilles Muller en un cruce peleado a 40 grados de temperatura.
“La pretemporada ha sido casi un regalo”, reconoció López sobre las semanas previas al inicio del nuevo curso. “Se olvidó de todo y se centró en los objetivos que nos planteamos. Se liberó un poco de toda la presión”, celebró el técnico del número 11. “Hasta ahora solo ha sido subir, así que cuidado porque también nos podemos ir hacia abajo, pero eso no significa que no volvamos a subir”, subrayó el entrenador del segundo mejor español del ranking. “A él le he puesto varios ejemplos sobre este tema: Dimitrov subió y bajó, Goffin igual, Ferrer igual… Al principio, estar ahí arriba es difícil de asimilar. Por eso, tenemos que tener tranquilidad y seguir centrados en el trabajo, sin perder los papeles”.
Eso es lo que ha hecho Carreño en Melbourne: estar tranquilo, no perder los papeles, volver a ganar. Ahora le espera una prueba importante. Cilic, claro, no es un rival cualquiera.