"Algunos entendidos decían en 2007 que Rafael tendría una carrera corta…". El sábado por la mañana, Toni Nadal piensa en aquel vaticino lejano y sonríe pícaramente antes de que su sobrino rompa una marca que dejará en evidencia a todos esos expertos. El español cumplirá 1.000 partidos en el circuito cuando salte a la pista este domingo para medirse al alemán Kohlschreiber en la tercera ronda del torneo de Miami. Hasta hoy, solo 10 jugadores en la Era Open (desde 1968) han alcanzado la cifra: Jimmy Connors (1535 encuentros), Roger Federer (1340), Ivan Lendl (1310 partidos), Guillermo Vilas (1215), Andre Agassi (1144), Ilie Nastase (1085 partidos), John McEnroe. Stefan Edberg (1071), David Ferrer (1034) y Brian Gottfried (1004). Mañana, gane o pierda, Nadal será parte del grupo y con el mejor porcentaje de victorias y derrotas (821-178) de todos ellos.
"1000 partidos dan para mucho", explicó el campeón de 14 grandes antes de buscar los octavos de final en el segundo Masters 1000 de la temporada, que nunca ha ganado pese a llegar a cuatro finales (2005, 2008, 2011 y 2014). "Por suerte, de muchos no me acuerdo, pero son muchos años y cuando se llega a una cifra así es porque uno ha jugado durante mucho tiempo, significa que has tenido una carrera larga", continuó el número siete del mundo, que se estrenó en el circuito en abril de 2002, ganando a Ramón Delgado en el torneo de Mallorca. "Estoy feliz y motivado para seguir mejorando lo que he hecho".
A los 30 años, Nadal tiene dos cosas muy claras: que lógicamente su carrera está en la recta final, pero que va a hacer todo lo posible por alargarla, una idea que quizás no había contemplado en el pasado y que ha ido madurando como consecuencia de todas las lesiones sufridas, las que han acortado su período en la élite y sus oportunidades de pelear por los títulos importantes del circuito, como el trofeo de campeón del pasado Abierto de Australia.
"No tengo ni idea de lo que se escribe, no me preocupo mucho de todas estas cosas", reconoció Nadal cuando le preguntaron por todas las veces que había sido enterrado y luego alabado tras resucitar, lo mismo que Roger Federer. "Cuando llegue mi hora lo decidiré yo, no lo decidirá nadie escribiendo con un ordenador. Y cuando llegue la hora de Federer lo tendrá que decidir él también, y nadie más", añadió. "Uno hace lo que puede. Hay épocas mejores y otras peores, pero siempre intenta hacerlo lo mejor posible para que todo vaya bien. No puede ser que durante 15 años de carrera todo salga perfecto. Esto no existe y probablemente sea difícil que pase. Tanto Federer como yo jugaremos mientras nos haga feliz y disfrutemos jugando a tenis, viajando y estando en los torneos. Cuando deje de ocurrir, nos dedicaremos a otras cosas", insistió el balear, para el que el ranking ha dejado de ser un objetivo prioritario, motivado por otras cosas en esta etapa de su vida después de haber coronado la cima de la clasificación y haber permanecido en ella durante 141 semanas.
"No sé lo que va a pasar de aquí a final de año, pero a nuestra edad el número uno o dos del mundo no va a ser un objetivo", aseguró el mallorquín. "Otra cosa es que si nos encontramos con ello evidentemente bienvenido sea. Yo voy a hacer el calendario que crea más conveniente, pensando en cómo puedo estar sano, no más arriba en el ranking. Quiero jugar los máximos años posible".
En Miami, Nadal será milenario, pero su discurso apunta más allá: el mallorquín quiere seguir alimentando su leyenda durante muchos años.
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