Brisbane

A la una de la madrugada del martes, camino del coche que le espera para llevarle de vuelta a su hotel tras debutar con victoria en el torneo de Brisbane, Rafael Nadal aparca las ganas de dormir (dos bostezos se le escapan minutos antes en sala de prensa, tal es la paliza que lleva encima tras sufrir una aclimatación acelerada al verano australiano) cuando escucha una pregunta sobre la chispa de sus piernas e inmediatamente confirma una situación que bien merece una celebración: el número nueve, que se enfrenta este jueves a Mischa Zverev por una plaza en cuartos de final, ha completado una pretemporada sobresaliente porque es un jugador sin dolores, un tenista sin problemas físicos, un Nadal sin lesiones.

“En muchas ocasiones, al entrenar hemos tenido que ir con cuidado”, explica Toni Nadal a EL ESPAÑOL junto al restaurante de jugadores del torneo, mientras sostiene un tablero de parchís en la mano. “Muchas veces hemos ido con precaución en las rodillas o en otras partes del cuerpo. Al final, siempre vas justo”, sigue el tío y entrenador del número nueve mundial. “Esta pretemporada hemos podido entrenar como queríamos y las cosas de momento están saliendo bien. No tener dolores nos ha permitido entrenar diferente”, añade, pensando en esas largas sesiones en Manacor, casi tres horas diarias durante el mes de diciembre.

“Sí”, le sigue el campeón de 14 grandes, “hemos podido trabajar más que otros años. Las rodillas están bien y eso me ha permitido saltar y hacer potencia, cosa que durante muchos años no había podido hacer”, continúa. “El año pasado hice una buena pretemporada también. De hecho, fue sorprendentemente malo el principio de año por lo bien que venía jugando”, recuerda. “Estuve bien en Abu Dhabi y también en Doha, pero después tuve una derrota mala en el Abierto de Australia. Luego tuve que parar para hacerme un tratamiento en la cadera. Llegué a Buenos Aires muy justo de preparación. Hice lo que hice en la gira, pero tuve punto de partido para estar en la final en Argentina y en Río también estuve cerca”, reitera. “Cuando empecé a jugar bien, tuve continuidad hasta que me lesioné la muñeca. Este año espero coger la forma antes porque me siento preparado”.

Durante los casi dos meses de pretemporada, más larga de lo habitual como consecuencia de un edema óseo de sobrecarga en la muñeca izquierda que le obligó a cerrar su 2016 después del Masters 1000 de Shanghái, Nadal se metió en el gimnasio y puso la diana en aspectos concretos, como fortalecer a conciencia sus piernas. Como sus rodillas estaban bien, como los tendones respondían positivamente después de mucho tiempo sufriendo, el español se ejercitó pensando en ganar fuerza y velocidad. Así, en la exhibición de Abu Dhabi, donde el mallorquín reapareció tras estar parado desde el pasado mes de octubre, los técnicos observaron cómo Nadal se desplazaba a toda velocidad, cubriendo la pista en un santiamén.

“Me estoy moviendo bien porque también estoy jugando bien”, razona Nadal sobre esas carreras que han llamado la atención del vestuario. “En Abu Dhabi jugué algunos partidos muy buenos. Es una consecuencia. Si no te mueves bien no tienes opción de golpear bien la pelota”, analiza el mallorquín, que durante su carrera se ha distinguido por esos desplazamientos explosivos, por estar siempre en el lugar correcto para pegarle a la bola en su punto dulce. “Si llegas tarde a la pelota no golpeas con la dirección adecuada, no te apoyas bien y tampoco tienes la fuerza necesaria”, prosigue, enumerando las consecuencias de estar lento. “Por eso, en el mundo del tenis la movilidad es un tanto por ciento muy elevado. Moverse bien es la base del deporte”, se despide el balear que si gana a Zverev podría encontrarse con Milos Raonic, citado con el argentino Schwartzman.

“Lo dijo Johan Cruyff en una ocasión”, recuerda Toni Nadal. “No es llegar ni pronto ni tarde, es llegar en el momento exacto. También pasa en el tenis. Si te paras demasiado pronto difícilmente vas a golpear bien la pelota, pero si llegas tarde seguro que no vas a tirar en condiciones”, analiza el técnico mallorquín. “Se trata de tener la tranquilidad para llegar en el momento justo, hacer un buen apoyo hacia donde quieres tirar la bola y golpear con decisión. Por distintas causas, como problemas de rodillas o de tensión, había veces en las que no lograba activar bien las piernas y llegaba tarde a la pelota. Después nos salía un golpe mucho menos ajustado. De momento eso no nos ocurre. Que no tengamos problemas físicos es clave”.

Si hay un deseo que Nadal pidió con la entrada de 2017 fue ese: poder acabar el año estando sano. Así, claro, todo es más fácil.

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