A veces, desandar el camino también es una buena opción para llegar al destino. Rafael Nadal, que debutará este domingo en el Masters 1000 de Indian Wells ante el luxemburgués Muller (7-5 y 6-3 a Víctor Estrella Burgos), tomó una importante decisión intentando encontrar soluciones y corregir su tibio inicio de 2016 (ocho victorias y cuatro derrotas), marcado por la prematura eliminación en el Abierto de Australia contra Fernando Verdasco y por las dudas demostradas en la gira de tierra batida sudamericana, finalizada con dos semifinales (derrotas ante el austríaco Thiem en Río de Janeiro y contra Pablo Cuevas en Buenos Aires).
El mallorquín, que arrancó la temporada cambiando su cordaje de los últimos años (Babolat RPM Blast) por otro distinto (Luxilon Big Banger Original) para buscar más potencia y efecto en sus golpes, volvió a colocar en la raqueta sus cuerdas de siempre (las que usaba desde 2010), dando por terminado el experimento. Sobre la pista, la decisión se traduce de forma evidente: el español se volverá a encontrar con el familiar control que le proporciona su antiguo cordaje en lugar de la explosividad incontrolable del nuevo.
“Durante toda la temporada pasada fue buscando más potencia en sus golpes, lo que viene persiguiendo en los últimos años”, cuenta Xavi Segura, encordador del equipo español de Copa Davis y una de las personas de confianza del campeón de 14 grandes. “Una de las opciones que contempló fue cambiar de cordaje y apostar por el Luxilon porque le daba más potencia que el Babolat RPM Blast y al mismo tiempo un plus en el tema de los efectos”, explica el preparador sobre la decisión, que Nadal anuló tres meses después de ponerla oficialmente en práctica en el torneo de Doha.
“Volver a las cuerdas antiguas es un paso bastante normal”, asegura Francis Roig, el entrenador que acompaña al número cinco en Indian Wells. “Es lógico recurrir a lo anterior cuando cambias algo y los resultados no son los esperados”, prosigue el técnico catalán, recordando las derrotas en Melbourne, Río de Janeiro y Buenos Aires. “El cordaje le ha creado algunas dudas en estos torneos y con el suyo de siempre ha jugado muy bien. Es un tema de sensaciones en pista, pero no hay que darle más importancia”.
Nadal modificó el cordaje intentando adaptarse a lo que su entorno bautizó como “el nuevo tenis”, en el que cada vez se piensa menos y se pega más fuerte apuntando a las líneas. Penalizado por la edad (29 años), y sin el físico de su juventud, el español persigue hoy un juego más directo, acabando los puntos antes y siendo más agresivo que en el pasado. La elección de las nuevas cuerdas, sin embargo, acabó desechada cuatro torneos después. Si el mallorquín quería una ventaja, se encontró muy lejos de ella.
“Vuelve a su cordaje de toda la vida por un tema de confianza”, reconoce Segura, habituado a preparar las raquetas del balear, también en Indian Wells. “Sabe que las viejas no le van a dar la potencia ni la violenta caída de bola que tenía con el Luxilon, pero se siente muy cómodo y las conoce perfectamente porque ha ganado muchos partidos usándolas”, examina el encordador español. “También es un tema de resultados. Si hubiese hecho un buen papel en los tres torneos anteriores, habría seguido apostando por este cordaje. Rectificar es una decisión acertada, pero también fue buena decisión probarlo. Si uno quiere mejorar, tiene que arriesgar e intentarlo. Aunque ha sido muy inteligente al no seguir usando esas cuerdas porque las sensaciones no eran buenas”.
¿POR QUÉ NO HA SALIDO BIEN?
La vuelta de Nadal a sus materiales antiguos radiografía lo delicado que es cambiar el cordaje, aunque puede parecer un detalle menor. Modificar el corazón de la raqueta es bastante delicado porque las cuerdas son las encargadas de conectar al jugador con la pelota, proporcionando las sensaciones que tanto valoran los tenistas. Muchas veces, y pese a haber cumplido con el lógico proceso de adaptación, no basta si la conexión entre ambos falla.
“Reconozco que yo era de las personas que pensaban que le iría bien”, revela Segura, que como muchos creía que el mallorquín sacaría provecho del cambio. “El acabado del cordaje tiene una resina especial, precisamente la que otorga ese efecto tan endiablado”, cuenta el especialista sobre las bondades del Luxilon. “Esa resina hace resbalar un poco más la pelota al impactar con el cordaje. En definitiva, a Nadal se le movían mucho las cuerdas y quedaban unas capas abiertas, lo que provocaba que la bola saliese disparada. Casi no podía controlar la pelota”, asegura el encordador, que propone una solución distinta para llegar a los mismos resultados.
“Si me preguntaran, más que un cambio de cordaje quizás yo cambiaría de raqueta”, plantea Segura. “Ahora mismo usa una AeroPro Drive, que no le aporta mucha potencia. La Pure Drive sería una buena elección. Su primer año como profesional lo jugó con esa. Es una raqueta muy utilizada en el circuito que tiene la aprobación de muchos jugadores de alto nivel”, insiste. “Con la edad que empieza a tener, y sin el físico de antes, un cambio de marco sería lo ideal, en lugar de modificar las cuerdas”.
De momento, Nadal no está para pruebas. Al revés. El mallorquín se enfrenta al primer Masters 1000 del año después de recuperar su cordaje de siempre con la certeza de saber cómo responderá a sus peticiones. Una maniobra lógica para empezar a asomar la cabeza.