Doha

Tras ganar el título más importante de su carrera en Doha (1-6, 6-4 y 6-4 a la letona Ostapenko), Carla Suárez se fue corriendo a jugar la final de dobles, que acabó perdiendo junto a Sara Errani (3-6 y 3-6 ante las hermanas Chan), poniendo fin a una semana de emociones para corazones fuertes.

Cerca de la medianoche, cuando todo había acabado y aún sin cenar, la canaria se sentó con EL ESPAÑOL en una desierta zona de prensa para rememorar los episodios que han marcado su camino en la élite, desde que empezó a jugar en Gran Canarias casi por casualidad hasta que levantó el prestigioso trofeo con forma de halcón en Catar.

“Para los recuerdos soy mala”, avisó Suárez antes de empezar el viaje por su memoria. “Y todavía más a estas horas”, añadió riendo, mientras los operarios desmontaban el lugar donde habían estado trabajando los periodistas durante toda la semana, una escena habitual en cualquier torneo del mundo tras las finales. “Pero vamos a hacer un esfuerzo”, finalizó la número seis del mundo, el nuevo estatus que tanto sudor le ha costado conseguir a través de un aventura llena de perseverancia, muchas sonrisas y también algunas lágrimas.

EL COMIENZO

“En Gran Canaria hacía muchos deportes por las tardes durante la semana, como baloncesto, natación o gimnasia cuando tenía nueve años. Un curso, apareció como actividad extraescolar el tenis. Me apunté o me apuntaron, no recuerdo cómo fue. Me fue gustando. Teníamos unos vecinos que jugaban al tenis, a los que entrenaba mi primer técnico, el que me enseñó a golpear el revés a una mano. Supongo que me vieron cualidades. A los 11 años, tuve que elegir entre baloncesto o tenis y me decidí por la raqueta”.

CONVERTIDA EN PROMESA

“Después de llevar tres años jugando, fui campeona de España en categoría alevín y también de Europa. Eso me dio confianza y motivación. Evidentemente, no sé a qué edad decido ser tenista profesional, pero en ese momento ya tengo claro que es un deporte que me encanta y que además se me da bien. Cuando era joven, disfrutaba mucho con las victorias porque jugaba por diversión”.

ADIÓS LAS PALMAS, HOLA BARCELONA

“Es un paso totalmente clave y una decisión para crecer. Al principio, lo pasé mal. Venía de Las Palmas, que es una isla pequeña. Estaba acostumbrada a estar con mis padres y con mi hermano, pero me fui sola. Conocí a las jugadoras de mi generación, pero fue difícil. Tenía claro que quería un cambio y eso me ayudó a aceptar la dureza del principio. Cuando decidí cambiarme de ciudad, empezamos a jugar torneos porque fue en mitad de la temporada, en el mes de julio. Más que Barcelona, me impactó la magnitud de los clubs, con 20 pistas de tenis y gimnasios enormes. Eso en Gran Canaria no lo tenía. La calidad de los entrenamientos era mejor, lo notaba”.

EXPLOSIÓN EN ROLAND GARROS 2008

“Fui a la previa con Xavi [Budó], uno de mis entrenadores. Conseguí avanzar y llegar al cuadro final, donde gané en mi estreno. Mi madre se vino justo el día antes del partido con Amelie Mauresmo, que fue en segunda ronda. Y ella alucinaba en Roland Garros, claro. Yo estaba en un momento en el que disfrutaba como una enana. Era mi primera vez en París. Veía muy poco tenis por televisión, pero si algo seguía era Roland Garros. Estar allí fue increíble. No había nada negativo, así que no me daba tiempo ni a pensar en lo que estaba consiguiendo, aunque conseguí ganar a Mauresmo. Caí en cuartos con Jankovic, pero me marché con un sabor de boca increíble”.

CONFIRMACIÓN EN EL OPEN DE AUSTRALIA 2009

“Es la confirmación de lo que pasó en Roland Garros. Me hago escuchar en el circuito después de ganar a Venus Williams en Melbourne. Fue un momento muy especial, pero se convirtió en más especial aún porque en la siguiente ronda jugaba contra María José Martínez y luego frente a Anabel Medina. Tenía la referencia de ellas, sobre todo la de Anabel, como españolas que habían estado dominando. Fue bonito hacer un buen resultado en un torneo tan grande cuando llevaba muy poco tiempo en el circuito”.

CINCO PRIMERAS FINALES PERDIDAS

“La primera fue en Marbella, en casa y en España, con la familia y los aficionados. Fue una final que ganó Jelena Jankovic. Yo estaba nerviosa, pero me quedo con el global de la semana. Disfruté muchísimo. Sinceramente, soy capaz de absorber los momentos buenos. Luego, pierdo las cuatro siguientes. ¿Lo conseguiré o no? ¿Levantaré un título? Esa es la pregunta que va surgiendo en mi cabeza. En ningún momento dudo de lo que lo lograré, eso no, pero me duele que se me vayan escapando las oportunidades. Ganar un título es un objetivo que todo el mundo tiene, así que esa espinita clavada permanece ahí”.

CAMBIOS PARA ASPIRAR A TODO

“Llevo varios años entre las 30 mejores. Cuando voy jugando semana a semana, me doy cuenta de lo que necesito para dar el salto y llegar a competir contra las mejores. Era sencillo y a la vez complicado: jugar más dentro de la pista y de forma más agresiva, que la bola me corriese un poco más. Al menos, puse en práctica esa serie de cosas para no dejar de intentarlo. Después, conseguí mi primer título en Oeiras y fue una liberación. Llevaba varias finales perdidas, el primero siempre es especial y por mis circunstancias todavía más. Además, rompí la barrera del top-10”.

EL PASE A SEMIFINALES DE ROLAND GARROS 2014 

“Fue muy duro. Había hecho varios cuartos y algunos octavos en otros torneos del Grand Slam, pero en esos partidos anteriores de cuartos no había podido competir. Perdí con Jelena Jankovic fácil, también contra Elena Dementieva de esa forma. Con Bouchard lo tuve muy cerca y me encontraba jugando fenomenal. Perdí por miedo. En otros partidos había notado lo que era el miedo, los nervios y la tensión, pero en ese Roland Garros fue muy exagerado. Me fijaba solo en mí y pensaba que se me está escapando. ‘Se me va a escapar, se me va a escapar’, me repetía. Y se me escapó”.

SIETE DERROTAS CONSECUTIVAS EN 2015

“Te puede pasar al principio de tu carrera, pero venía de hacer un comienzo de 2015 muy bueno, posiblemente mejor que nunca, con las finales en Amberes, Miami y Roma. Fue una mezcla. La derrota de Wimbledon con Jelena Ostapenko me dolió muchísimo, por la forma en la que caí y por el torneo en el que ocurrió. Fui perdiendo confianza, entrando en una espiral. Lo que me rondaba por la cabeza no eran cosas positivas, ni mucho menos. Salir de ahí es muy complicado, me costó mucho. No le di mucha importancia al principio, pero luego seguí perdiendo y perdiendo y no veía la salida. Duele porque trabajé e intenté arreglarlo, pero sobre la pista no se veía reflejado”.

TÍTULO EN DOHA

“Ha sido una semana muy intensa y ganar así sabe mejor. Día a día, he tenido que hacer un esfuerzo, jugando individuales y dobles, aunque no hemos podido ganar la final con Sara [Errani] y rematar el torneo. Son pequeños detalles que convierten la victoria en algo realmente importante. Con Ostapenko empecé jugando muy mal el partido y he tenido que remontar, pero es que he tenido malas sensaciones durante toda la final. He tenido que bajar al barro porque en ningún momento me sentía bien, pero he sabido competir. Por otra parte, lo hace especial por ganar un título con Marc [Casabó] en el banquillo, que es otro de mis entrenadores. Llevamos mucho tiempo juntos y nunca había ganado un torneo con él. Parece que está a la sombra, pero la realidad es que siempre está ahí en el día a día. Las lágrimas de emoción vienen por eso: tantos años queriendo conseguir algo con Marc, teniéndolo muy cerca, y nunca había podido ser. En Doha, tras sufrir mucho, lo hemos logrado”.

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