Enviado especial en París

Febrero de 1976. Manitoba, Canadá. Sobre el papel, esta fecha no se sumerge en la memoria de las personas evocando a un momento importante. Sin embargo, lo que ocurrió durante aquellos días en la ciudad de Winnipeg provocó el impulso de la que hoy es una de las disciplinas en auge del deporte paralímpico: el rugby sobre silla de ruedas. 

Nació bajo el nombre de 'murderball' (pelota asesina) y lo hizo de la forma más espontánea posible. Un grupo de cinco amigos, todos ellos tetrapléjicos, que cogieron un balón de vóley en un gimnasio y comenzaron a lanzarlo en busca de encestarlo en una papelera. Se cansaron de tener que recoger el esférico del suelo y cambiaron su forma de jugar: para anotar un punto, un jugador tenía que cruzar la línea de la cancha de baloncesto con la pelota en la mano. Sin darse cuenta crearon así una disciplina Paralímpica.

Al poco tiempo de su creación, el grupo de Winnipeg comenzó a realizar demostraciones del 'murderball' en diferentes partes de Canadá, generalmente en otros eventos deportivos para discapacitados. Se traspasó la frontera a Estados Unidos y en 1981 se logró cruzar el Atlántico hasta que el deporte llegó a los ingleses. Después aterrizó en el norte de Europa y Australia, generándose así una bola imparable que tuvo como punto de inflexión la celebración de su primer Mundial en 1995. Un año después llegó el culmen en Atlanta.

Y es que el baloncesto sobre silla de ruedas, nombre oficial de la disciplina, se asomó por primera vez en unos Juegos Paralímpicos en Atlanta 1996. Lo hizo como evento de exhibición, antes de dar el salto definitivo en Sídney 2000 como prueba oficial. Desde entonces no ha fallado a la cita hasta llegar a los Juegos Paralímpicos de París 2024. Y no para de crecer.

El contacto, clave

A lo largo de estos años el rugby en silla de ruedas se ha ido profesionalizando. Comenzó siendo un deporte más peligroso y precario, pero ahora es mucho más seguro. Eso sí, el contacto siempre ha sido su marca de identidad.

Desde su nacimiento, el contacto físico se convirtió en una característica clave del 'murderball'. Los jugadores usaban sus sillas para bloquear y sujetar a los oponentes intentando evitar que cruzaran la línea. Lo hacían chocándolas entre sí, provocando numerosas caídas de los competidores y desperfectos en las propias sillas de ruedas.

Lance de juego durante el Estados Unidos y Japón de los Juegos Paralímpicos. REUTERS

Se llevaron a cabo "arreglos caseros" colocando como barras de acero soldadas al frente de las sillas, usando de botas de construcción con punta de acero y realizando modificaciones para proteger a los radios de las ruedas. Además, por seguridad, los jugadores se ataban las piernas juntas en la silla, aunque se prohibía cualquier otro tipo de atadura.

48 después de aquella primera sesión de gimnasio en Winnipeg, el rugby en silla de ruedas es un deporte global que se juega en 31 países. Otros 21 están desarrollando el juego, desde Bangladés hasta Ecuador y Ucrania. Los desafíos son diferentes en todos los países, pero comparten elementos comunes: disponibilidad y costo de las sillas, viajes para entrenar y jugar, fondos para competir y suficientes voluntarios para organizar y apoyar a los jugadores con discapacidad física de alto nivel.

Sin embargo, a nivel internacional, el rugby en silla de ruedas se está profesionalizando cada vez más y todos los equipos de primer nivel mundial emplean equipos de entrenamiento y un conjunto completo de profesionales de la ciencia del rendimiento y la medicina. Esto está mejorando la calidad del juego y la experiencia del espectador.

Las reglas de juego

En el rugby en silla de ruedas, los equipos compiten para anotar la mayor cantidad de ensayos. Se anota un ensayo cuando un jugador con la pelota cruza la línea de ensayo con dos ruedas. Cada equipo puede tener cuatro jugadores de ambos sexos en la cancha en cualquier momento. Los golpes y bloqueos se utilizan para detener a los atletas del equipo contrario o para crear espacios para que los atletas anoten.

Los partidos se juegan en cuatro cuartos de ocho minutos cada uno. En caso de empate, se juegan períodos de prórroga de tres minutos hasta que se declara un ganador. Una vez que un atleta obtiene la posesión del balón, tiene 10 segundos para rebotar o pasar, 12 segundos para llegar a la otra mitad y 40 segundos para anotar. La presión aumenta, lo que agrega emoción al juego.

A los deportistas se les asigna una clase deportiva en función de una puntuación que va de 0,5 a 3,5. Estos puntos se asignan en función del grado de limitación de la actividad en su capacidad para practicar el deporte. Los cuatro jugadores en la cancha no pueden superar un total de ocho puntos. Se permite medio punto adicional por cada jugadora en la cancha.

Los jugadores defensivos utilizan una silla de ruedas más larga y tienen un parachoques ancho diseñado para golpear y sujetar a los oponentes. Mientras que los jugadores atacantes utilizan sillas de ruedas diseñadas para la velocidad y la agilidad para maniobrar en espacios reducidos.