Iszac Henig (Menlo Park, Estados Unidos; 2001) ha vuelto a ser feliz. Parece algo sencillo, pero este nadador transexual ha llegado a este punto tras una dura pelea por conseguir su sueño. Para ello tuvo que dar un gran viraje a su profesión, la de deportista profesional para así dejar atrás todo aquello que le estaba impidiendo serlo.
Henig es otro caso más dentro del deporte, de la transexualidad. Otro más como el de Lia Thomas, donde pasó de competir y ganar en los campeonatos de natación a hacer sin apenas resultados destacables. Todo eso lo hizo para conseguir encontrarse consigo mismo y alcanzar esa plenitud, que muchas veces parece estar más lejos de lo que pensamos.
Aunque para ello, haya tenido que pasar del éxito a casi un ostracismo absoluto. Acostumbrado a ganar, tras su cambio de sexo, se ha encontrado con unos resultados mucho más alejados de lo esperado. El pasado mes de noviembre acaba en la posición 79 de 83 en una competición de la Universidad de Columbia. Un puesto enormemente alejado de lo que estaba acostumbrado.
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Pese a todo ello, Henig se siente "feliz" y así lo asegura a través de un extenso texto compartido en The New York Times. En él, explica que tras su cambio a hombre "vive más". Todo ello recalcando que no le importa haber perdido esos puestos de honor dentro del mundo de la natación, donde llegó a ser considerado como una de las "100 mejores nadadoras" de Estados Unidos en 2016.
Ahora ha comenzado una nueva etapa tras su cambio de sexo, dejando atrás sus años como mujer. Aún así, Henig no pierde la ilusión por seguir compitiendo a nivel profesional, aunque los resultados no le acompañen como solían hacerlo antaño.
Del éxito al anonimato
Casi a la vez que Lia Thomas, Iszac Henig comenzó a acumular triunfos en la categoría femenina. En su palmarés destacan un campeonato de la Ivy League o puesto final entre los cinco primeros en el Campeonato de la NCAAM, lo que le valió para ser considerada, cuando era mujer, como una de las 100 mejores nadadoras del país en 2016.
Sin embargo, decidió dar el verdadero salto, el de convertirse en hombre. Todo ello, en la búsqueda de su plenitud personal, para encontrarse y ser feliz consigo mismo. Eso supuso un cambio radical, tanto a nivel personal como a nivel profesional. Especialmente duro era el cambio de categoría, de la femenina a la masculina.
Y eso se ha notado en sus resultados. Tras enrolarse en el equipo de la Universidad de Yale, ya como hombre, ha vuelto a competir. El pasado noviembre en una competición organizada en Columbia, Henig terminaba en el puesto 79 de un total de 83 participantes.
Según informa el medio deportivo Outkick, por detrás de él solo quedaron tres que se dedican a otros estilos y otro nadador sin brazo. Una dura realidad que ha arruinado por completo su carrera deportiva, pues los resultados ya no son los mismos y ni se acercan a ellos.
Tampoco le acompañaron los éxitos en sus participaciones previas. Apenas pudo ser el décimo de once participantes o el undécimo de doce. Los resultados no están con él, pero si la felicidad tras tener que tomarse un año sabático para reflexionar tras lo que él considera como 'la mejor temporada de su vida'.
Aún así, él defiende que los tiempos obtenidos en sus últimas pruebas son "casi los mismos que al final de la temporada pasada". Su cambio de sexo no le ha hecho variar sus tiempos, sin embargo, el de sus competidores sí que se ha rebajado de manera considerable puesto que los hombres siempre han rebajado sustancialmente el de las mujeres en la natación.
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Reflexiones tras su cambio
A través de sus reflexiones en su texto en The New York Times, Iszac Henig ha demostrado que ha alcanzado la plenitud como nadador masculino, sintiéndose a gusto consigo mismo y dejando atrás las dudas que le habían azotado antes de dar el paso a su nueva transición. "Mi mera existencia se convirtió en un esfuerzo·, explica antes de analizar su cambio de sexo.
"Me sumergí más profundamente en lo queer, explorando el equilibrio de la masculinidad y la feminidad, especialmente con la presentación en la ropa", resalta Henig. "A través de eso descubrí las carpetas, prendas de compresión (similares a las fajas) que se utilizan para crear una apariencia de pecho más tradicionalmente masculina", recalca.
"Pensé que mi malestar provenía de la preocupación de que mi sexualidad incomodara a los demás. Todavía no había considerado que la verdadera razón por la que me sentía tan mal era mi sensación de estar en el vestuario equivocado", agrega Henig, reconociendo que a través de su paso ha conseguido dar un paso adelante en su felicidad propia.
"Me siento honrado de ser parte de un grupo lo suficientemente fuerte como para resistir todos los ataques indebidos a nuestra participación y personalidad. Vivir en autenticidad me hace un hombre mejor y más fuerte. Ser trans es una de las cosas menos interesantes de mí", termina Henig.
Un cambio de sexo que no ha ido mejor en cuanto a los resultados deportivos, pero que le ha permitido ser "feliz" como él mismo afirma tras encontrarse con lo que realmente le hace sentir bien.