Carolina Marín afronta estos días uno de los retos más importantes de su carrera: intentar conseguir una medalla en el Mundial de Tokio de 2022. A poder ser, el oro. El año de la onubense está siendo especialmente complicado, de muchos altibajos. Una situación que ha generado un cierto desequilibrio a su alrededor que no ha ayudado a que juegue con total tranquilidad y con una total estabilidad física y mental.
Su regreso dorado marcó el inicio de un camino cuyo final está en los Juegos Olímpicos de París 2024. Esa vuelta, que se dilató mucho más de lo esperado, llegó en el Europeo de Madrid donde se alzó con su sexto título. Una medalla de oro que supuso una liberación más que una victoria deportiva, las cuales sobran en su palmarés.
Tras aquel éxito en el que estuvo arropada por la afición española después de haberse perdido el Mundial de Huelva del pasado mes de diciembre, el que parecía que iba a ser el de su regreso tras su grave lesión de rodilla, han venido unos meses realmente complicados en los que Carolina no ha terminado de encontrar su mejor versión en competición. Sin embargo, espera poner fin a esos fantasmas, y a otros fantasmas del pasado, con una presea mundialista.
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Tokio es un lugar tenebroso para la andaluza ya que la sombra de su ausencia en los últimos Juegos Olímpicos sigue rondando su cabeza. Sin embargo, su debut se ha producido de la mejor manera posible, con una plácida victoria por 21-16 y 21-14 sobre la canadiense Wen Yu Zhan. Triunfo que le ha valido para colarse en los octavos de final donde se enfrentará a la china Bing Jiao He.
'Vuelta' al lugar maldito
¿Se puede tener un lugar maldito sin haber estado en él? Para algunas personas como Carolina Marín, sí. Eso es para ella Tokio, una ciudad en la que ha ganado títulos importantes, pero a la que no pudo viajar el pasado verano para disputar los JJOO. Más que un sitio, es un estado mental, un volver atrás, un recordar de dónde viene y todo lo que ha sufrido por sus malditas rodillas. Carolina lleva desde el 2018 sin poder participar en un Campeonato del Mundo por culpa de las lesiones que han lastrado la última parte de su carrera.
Tocó el cielo en Río de Janeiro 2016 y desde entonces se ha convertido en una especialista en eso de escapar de los infiernos. Sin embargo, tanta batalla dura deja algunas secuelas. La última gran lucha llegó con esa rotura de ligamentos y meniscos de su rodilla izquierda que se produjo a finales del mes de mayo del 2021 y que hasta el pasado Europeo no le ha dejado volar.
Sin embargo, después de eso han venido algunas dudas y algunas derrotas que han generado un cierto nerviosismo en la afición. En el mes de junio, 'Caro' cedió en la segunda ronda del Abierto de Indonesia. Poco después, en julio, la segunda ronda volvió a ser el punto de caída en el Abierto de Malasia. Dos malos resultados consecutivos que han afeado en cierta manera aquel brillante regreso en el Europeo del mes de abril.
Estas derrotas no han sido nada positivas para la volantista española que tenía el reto de culminar su recuperación en este Mundial para volver a ser la Carolina campeona y máxima aspirante a todo y no la jugadora que acaba de salir de una grave lesión. París 2024 se acerca en el horizonte y ese cambio de chip es necesario para batirse ante las mejores del mundo.
Dentro de esta batalla física y mental que está librando Carolina, jugar este Mundial en la ciudad de Tokio supone una revancha muy especial para ella. La andaluza es de las pocas jugadoras del mundo que ha sido capaz de ganar en dos ocasiones el Abierto de Japón. Las dos curiosamente en el pabellón en el que se celebran estos Mundiales. El feedback positivo está.
No obstante, también hay una importante carga de negatividad que está intentando repeler con mucho trabajo psicológico y mental. Tokio ha supuesto uno de los grandes golpes de su vida, especialmente en el aspecto deportivo. En su mente tiene muy vivos momentos como el de la lesión que la dejaba sin la pelea por el oro olímpico y las lágrimas derramadas encima de la camilla de tratamiento mientras veía a sus rivales competir en los Juegos mientras ella estaba completamente rota a todos los niveles.
Ese drama que espera haber cicatrizado en su mente y en su corazón es el que espera vencer ahora. Empezando por su próximo encuentro, el que disputará este jueves frente a la china Bing Jiao He, número 9 del mundo, en los octavos de final. De momento, la presentación ha sido inmejorable: "Primera victoria en el Mundial con buenas sensaciones, pero aún tengo muchas cosas que mejorar en el juego. Tengo un día por delante para pulir esos pequeños detalles, preparar el partido bien y el jueves salir a por todas".
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Sufriendo en Sierra Nevada
Carolina Marín llega a este Mundial de Tokio con mucha intención de brillar y con aspiraciones de poder morder una medalla, celebración que le gusta hacer en cada triunfo y que copió de uno de sus ídolos, Rafa Nadal. Sin embargo, sabe que llega con una mochila importante cargada de aprendizajes, de caídas y de muchas horas de trabajo en todos los sentidos. La caja de herramientas, como a ella le gusta decir.
"El equipo y yo nos hemos propuesto conseguir medalla, no hemos dicho ningún color, no quiero presionarme". Carolina no quiere añadirse una presión extra que no le ayudaría. No obstante, en su cabeza de ganadora insaciable, su objetivo real es pelear por el oro y por volver a consolidarse como la mejor jugadora del mundo. Ahí, Akane Yamaguchi, actual campeona, se presenta como su gran rival.
Después de esa mala gira por Asia, su equipo, encabezado por su entrenador Fernando Rivas, decidió dar por finalizada la aventura por el este para cambiar la perspectiva de la preparación del Mundial de Tokio. Era momento de entrenar más, de mejorar la faceta mental y de ahondar en aspectos del juego como la utilización de ángulos más profundos y de presionar en la red.
Para ello, iniciaron una concentración de tres semanas en Sierra Nevada que ha dado unos resultados muy satisfactorios. Allí han podido trabajar de una manera cómoda y dedicada y los análisis a los que se ha sometido Carolina antes de viajar a Tokio, tanto en fuerza como en potencia y velocidad, han arrojado unas conclusiones esperanzadoras. En el apartado físico no hay ni rastro de su lesión.
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Sin embargo, no todo ha sido trabajar el cuerpo y el juego, también ha habido tiempo para trabajar la mente. Desde su última lesión, Carolina le da muchísima más importancia al trabajo psicológico para aguantar la presión de la élite y su propia autoexigencia exacerbada. Ser un animal competitivo provoca que a veces uno pueda devorarse a sí mismo. Y para ello 'Caro' ha puesto remedios.
Las sesiones con María Martínez han sido una constante durante el último año y una de las claves de su recuperación. Ahora, después de aquellas dos derrotas en Indonesia y Malasia, ha considerado oportuno volver a machacar esta faceta para estar más concentrada en ella y no tanto en el exterior: "Quizás eso es lo que me ha faltado en esos torneos. Hay que mejorar todos esos errores y fallitos que hemos tenido allí".
Después de esa positiva concentración en Sierra Nevada, Carolina Marín ha conseguido un triunfo que para ella es muy importante: viajar con todo su equipo al completo a Tokio. Desde su entrenador Fernando hasta sus técnicos Guillermo y Carlos, preparador físico y fisio de la española. Sin embargo, la gran novedad ha estado en que también se ha desplazado hasta Japón María, su psicóloga, una circunstancia que no se había producido hasta ahora ya que la jugadora y su terapeuta se comunicaban a través de videoconferencias.
"Mentalmente he mejorado muchísimo, lo he hablado con mi psicóloga. Tengo la suerte de tener aquí a todo mi equipo". La particularidad de viajar a Tokio, con el componente mental arrastrado de no haber podido estar en los Juegos, ha sido clave para que se produzca esta circunstancia. Toda ayuda es poca para que Carolina se encuentre lo más estable y liberada posible para poder volar como en sus mejores días sobre la pista. El reto del Mundial llega en uno de sus años más difíciles, pero las lágrimas derramadas el pasado verano deben ser renovadas por ese ansiado baño de oro desde lo más alto del podio. El cuarto título espera en sus vitrinas con muchas victorias morales por el camino.