La historia de Keira D'Amato es la historia de una atleta tardía, que llegó a las carreras de fondo con más edad de la habitual, que pasó por muchos baches, que fue madre y que ha sido récord femenino de EEUU en maratón. A sus 37 años sigue al pie del cañón y acaba de competir en los Mundiales de Atletismo de Eugene.
Esta vez el oro ha sido para Gotytom Gebreslase (2 horas 18 minutos 11 segundos, récord de los campeonatos), la keniata Judith Jeptum Korir fue segunda a nueve segundos, y el bronce se lo quedó la israelí de origen keniano Lonah Chemtai Salpeter. La eritrea Weldu entra cuarta y, detrás, las estadounidenses, Sara Hall, Emma Bates y Keira D'Amato, que entraron en el top-10.
Pero el viaje de Keira D'Amato comenzó mucho antes. Catorce años antes de conseguir el récord estadounidense femenino de maratón (lo hizo este año en Houston con una marca de 2:19:12) que se mantenía vigente desde 2006, tuvo que dejar el deporte por una lesión, un tiempo en el que ha tenido que superar no pocos obstáculos en su vida deportiva y familiar.
Pero la ambición de D'Amato, madre de familia y deportista de élite, no tiene límites, y ya apunta a la siguiente gran cita en el calendario del atletismo, París 2024. Cuando comiencen los Juegos en Francia estará a tres meses de los 40. Casada con Tony, gerente de entregas en Microsoft y con sus dos hijos, Thomas, de 7 años, y Quin, de 5 años, Keira saca tiempo siempre que puede para correr.
Un hobbie que empezó en su etapa en el instituto en el norte de Virginia, donde D'Amato se convirtió en cuatro veces All-American en la Universidad Americana antes de intentar correr a tiempo completo. Entonces se unió a DC Elite, un equipo de corredores profesionales dirigido por Scott Raczko, una persona con amplia reputación en el mundo del atletismo y que entrenó a Alan Webb cuando estableció el récord masculino de la milla en EEUU en 2007.
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Todo parecía ir viento en popa, tenía por delante una carrera en franca ascensión y que podía llevarla a las mejores marcas de atletas femeninas en el país. Pero dos huesos de su pie izquierdo estaban conectados donde no deberían haberlo estado, lo que requería una cirugía que su seguro médico no cubría, lo que la obligó a dejar el deporte de alto nivel de manera indefinida.
En ese momento entró a trabajar para la compañía hipotecaria Freddie Mac y se convirtió en agente de agencias inmobiliarias. El apartarse del deporte le hizo crear toda una vida alejada de él durante los siguientes ocho años. Incluso después de decidir finalmente someterse a la cirugía en su pie en 2009, ya no tenía ninguna intención de regresar a un mundo de élite del que llevaba mucho tiempo distanciada.
Vuelta a las pistas
Pero no abandonó el deporte por completo. Se entrenaba de manera amateur y probó su primer maratón en 2013, con la esperanza de clasificarse para la mítica maratón de Boston. Entonces le picó el gusanillo de nuevo. Sin embargo, la experiencia no fue la mejor, los resultados no fueron buenos y D'Amato pensó que, definitivamente, su camino no iba a ser el del profesionalismo ni las grandes marcas que ocupan portadas.
Se convirtió en madre en el año 2014 y en madre de dos hijos en 2016. "Eso es lo que es realmente importante para mí. Cuando llego a casa de una carrera, ya sea que gane o pierda, dicen: 'Hola, mamá. ¿Que hay para cenar?' No les importa, ¿sabes?", ha declarado la atleta al Washington Post.
En ese momento, tras ser madre, las cosas se pusieron difíciles, ya que Tony, su marido, se había ido por todo el país a entrenarse como miembro de la Guardia Nacional Aérea. Eso dejaba a Keira poco tiempo libre al tener que cuidar de sus hijos. A veces, sin embargo, su suegra cuidaba de ellos, lo que D'Amato aprovechaba para correr.
"En cierto modo, parece que esto es lo que más me divierte. Es mi pasatiempo. Algunas personas están en clubes de lectura. Algunas personas coleccionan sellos o monedas. Esto es lo que hago", ha dicho sobre su pasión por correr y la competición.
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Pero no era la única, Tony, su marido, también seguía corriendo, así que en 2016 D'Amato inscribió a su esposo en el Shamrock Marathon en Virginia Beach, pero no contenta con eso ella también se inscribió. Esta vez entrenó y cruzó la meta en 3:14:54. Cifras muy alejadas de las que conseguiría posteriormente, pero que ya suponían avances notables.
Siguió corriendo y sus tiempos, por lo tanto, siguieron cayendo. En 2017, en el maratón de Richmond, marcó un tiempo de 2:47:00, dos minutos menos que la marca de clasificación de las pruebas olímpicas de 2020. Este es el maratón que D'Amato cree que encendió su pasión por volver a competir al máximo nivel y que le hizo preguntarse dónde estaban sus límites. En ese momento volvió a contactar con Raczko, su antiguo entrenador, para que le ayudara a prepararse de nuevo.
Marcas de élite
Recortó sus tiempos de manera sustancial y terminó en el puesto 15º con un tiempo de 2:34:24 en la carrera de pruebas olímpicas en febrero de 2020. Más tarde, ese mismo año, ayudó a organizar una carrera llamada Up Dawg Ten Miler, que corrió en un tiempo de 51:23 para conseguir el récord de 10 millas en categoría femenina de EEUU por casi un minuto de diferencia con el récord previo.
Así siguió avanzando hasta ser récord femenino de maratón en Estados Unidos y habiendo siendo top-10 en estos Mundiales de Atletismo de Eugene, algo impensable a su edad y con su trayectoria.
A pesar de sus años de experiencia como entrenador, Raczko se encuentra en una situación desconocida a medida que D'Amato cumple años y sus tiempos mejoran cada vez más. "Ni siquiera sé si ella hubiera tenido la capacidad de hacer esto cuando era más joven", ha declarado su preparador.