El 21 de junio de 2022 es un día que quedará marcado a fuego en la historia del deporte olímpico español. Este martes, Alejandro Blanco, presidente del COE, hacía acto de presencia en un comparecencia pública para anunciar el terrible desenlace de la candidatura de país por la que tanto había peleado. El desacuerdo entre Aragón y Cataluña desembocaba en un sueño roto para España de imposible solución. Era el adiós oficial a la celebración de los Juegos de Invierno del año 2030 en el Pirineo.
España ponía el punto y final a un plan que pretendía buscar el crecimiento de una zona muy necesitada de nuestra geografía a través del entendimiento entre dos regiones históricamente enfrentadas. El deporte al servicio de la concordia, el diálogo y la integración. Algo que no habían conseguido los políticos durante décadas.
Sin embargo, el encomiable trabajo del Comité Olímpico Español, con Alejandro Blanco a la cabeza como su máximo representante, había conseguido encontrar un principio de acuerdo, al menos deportivo, que sentaba las bases de un avance importante para el futuro. Pero cuando todo estaba dispuesto para que el proyecto echase a andar, el propio COE, y la Comisión Técnica impulsora del proyecto, se encontraron con la deriva de Javier Lambán, presidente de Aragón, que prefirió romper el plan establecido antes que salir en la foto de la mano de su homólogo catalán, Pere Aragonés.
Una decisión que ha terminado significando la ruptura de un modelo de trabajo que debería haber supuesto un antes y un después en la historia del país. EL ESPAÑOL ha tenido acceso al contenido expuesto y aprobado en dichas reuniones de esa Comisión Técnica formada por hasta 12 miembros de todos los representantes de las diferentes partes y que demuestra cómo Aragón ha roto un pacto nacional sin precedentes.
La verdadera cara de Aragón
El 15 de julio del año 2021, hace casi 12 meses, tenía lugar el primer paso importante hacia la candidatura olímpica del Pirineo para el año 2030. España, a través del Comité Olímpico Español, con el consenso del Gobierno central y de las autoridades de Aragón y Cataluña, envió una carta al COI para informar de la intención de presentar una candidatura conjunta entre las dos comunidades. El objetivo no era otro que llevar la cita olímpica hasta la región del noreste de España.
Una vez que se recibe la oficialidad para dar comienzo al proyecto, el Comité Olímpico Español opta por la creación de una Comisión Técnica para la creación del modelo que, casi un año después, tendría que ser presentado ante el COI para su evaluación. La entidad que preside Alejandro Blanco, en un acto de democracia y transparencia impropio de este tiempo de corrupción, opta por la creación de este equipo para conseguir un bloque igualitario y homogéneo en todas sus partes.
Así pues, esta Comisión Técnica terminó estando formada por 12 miembros. Tres serían del gobierno de Aragón, tres del gobierno de Cataluña, tres del Gobierno de España y otros de tres del propio COE. Todos ellos coordinados por la figura de Víctor Sánchez. Así pues, todos tendrían la misma representación para intentar encontrar un punto de acuerdo a la hora de crear un proyecto de eminente carácter deportivo.
Esa Comisión celebra hasta siete reuniones, a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, y que estuvieron comprendidas entre el 21 de diciembre de 2021 y el 22 de marzo de 2022, para la elaboración del programa deportivo. El resultado de las mismas fue ampliamente satisfactorio ya que se alcanzó un acuerdo de distribución de las diferentes sedes y de todas las pruebas entre las diferentes zonas del Pirineo.
Este reparto, que contó con varias medidas impulsadas directamente por parte de los representantes de Aragón, quedó aprobado por los 12 miembros de la Comisión Técnica. Es decir, los agentes enviados por el gobierno de Javier Lambán e involucrados en la gestión del proyecto propusieron parte de ese reparto de pruebas y sedes, y aceptaron con su voto el resultado final de todas las reuniones.
En una de esas reuniones, según ha podido saber EL ESPAÑOL, Carlos Lannes, técnico del equipo de Aragón, solicitó para su región la obtención de las pruebas de esquí de fondo y de biatlón: "Ahí está el pilar para nosotros". Esta propuesta fue trasladada a la Comisión, y una vez sometida a debate con Cataluña, y bajo la moderación del COE, contó con la aprobación de todas las partes.
"Con el planteamiento que ha hecho Aragón y el que ha hecho Cataluña con el esquí alpino, ¿veis un planteamiento que fuese en Cataluña dos bloques de alpino y snow, y en Aragón fondo y biatlón?". Esta pregunta, enunciada por el presidente Alejandro Blanco, contó con la aprobación de la Comisión, en especial por parte de Carlos Lannes y el resto de técnicos de la región aragonesa: "Por nosotros bien". Una prueba que demuestra cómo los representantes de la comunidad que dirige Javier Lambán tuvieron voz, voto y protagonismo en la creación de un proyecto que prometía hacer historia.
Esta línea de buena voluntad prosiguió durante esas reuniones hasta el punto de que el propio Carlos Lannes reconocía así la facilidad encontrada en las negociaciones: "El tema de la distribución se solucionó en 5 minutos". Una afirmación más que sorprendente teniendo que una de las armas arrojadizas que han utilizado Lambán y todo su equipo contra el Comité Olímpico Español es que el proyecto surgido no era igualitario entre Aragón y Cataluña y que por eso no estaban de acuerdo con el mismo. Sí, el ese proyecto cuyas propuestas habían encabezado y aceptado ellos.
Ahí, el resto de agentes involucrados en las negociaciones empezaron a darse cuenta de que la deriva del gobierno aragonés comenzaba a ser peligrosa. Tanto como para hacer tambalear el proyecto hasta su derrumbe. Una circunstancia que Alejandro Blanco, principal valedor de la unión entre las partes, pretendió evitar hasta la extenuación. Un reto real que terminó siendo un sueño utópico e inalcanzable cuando el plan deportivo se topó con la pésima gestión política de algunos, más interesados en el posible beneficio de las urnas que de las necesitadas zonas del Pirineo.
En otra de las reuniones, José Ángel Aparicio, también técnico de Aragón en la Comisión Técnica, confirmaba así la posición positiva de su equipo en torno al acuerdo: "El planteamiento realizado de las reuniones nos parece acertado. Puede llevarnos a que dos estaciones puedan ser acogidas en el territorio aragonés… pero entendemos que esta opción puede ser más que aceptable".
Palabras como "acertado" y "aceptable" se hacían cada vez más frecuentes en los discursos de los representantes de Aragón, lo que hacía presagiar un éxito sin precedentes en la historia de España. El COE había conseguido lo que parecía imposible: dos regiones habitualmente enfrentadas, firmando un pacto para el desarrollo deportivo y, sobre todo, social.
Tanto es así que uno de los representantes del Comité Español en la reunión, May Peus, presidente de la Federación Española de Deportes de Hielo, terminó así de convencido: "Si salimos de aquí, de esta reunión con este acuerdo, me doy por muy satisfecho". Ni Peus ni nadie sospechaba lo que estaba por venir. El giro rotundo de Aragón. La ruptura. El caos. El virus político en tiempos de pandemia.
La ruptura de Aragón
Una vez concluidas las primeras reuniones de la Comisión Técnica, todas ellas de carácter deportivo y organizador, llegaron las llamadas reuniones entre los representantes políticos. El principio del fin. Ahí fue cuando Aragón decidió dar un volantazo a la situación, cambiar su perfil y buscar la confrontación total con el COE y con Cataluña, intentando ganarse el respaldo nacional y, sobre todo, regional.
El equipo de Javier Lambán se había visualizado en un principio como el escuadrón de héroes del proyecto para después intentar pasar a ser los mártires. Aceptaron y aprobaron el proyecto confiando en que las tradicionales disputas entre Cataluña y el Estado terminarían por fragmentar el modelo por un extremo que no era el suyo. Ellos quedarían como los defensores de la unión nacional, como la fuerza, ante las habituales discrepancias de una Generalitat que viajaba con la perenne sombra del independentismo.
Históricamente tenían las de ganar. Sin embargo, no confiaron en que Alejandro Blanco y todo su equipo del COE conseguirían lo que innumerables políticos de todo tipo y signo no habían conseguido. Llegar a un acuerdo nacional en el que Cataluña remase a favor y no en contra. En ese momento se vieron ante la necesidad de huir de un pacto con la Generalitat. Un acuerdo que, a juicio de Lambán y de su gente, no caería bien en Aragón. Y más teniendo en cuenta que en 2023 hay unas elecciones autonómicas por celebrar.
En ese momento decidieron cambiar de bando y pasar a presentarse como la región que había quedado desprotegida ante el supuesto pacto de Cataluña y el COE. Ellos eran los defensores de la unidad de España, y de la integridad de su tierra, y por eso no podían sumarse a un proyecto que les perjudicaba.
Enarbolaron la bandera del famoso "proyecto en igualdad" y convirtieron la falsa polémica del nombre de la candidatura en una cuestión de estado. Cuando el problema real era que ellos habían propulsado y aceptado ese proyecto semanas antes para después echarse atrás por motivos que, más que deportivos, parecían ser políticos.
Así pues, la sensación que la mayor parte de la Comisión Técnica recibió después de aquel cambio de rumbo es que Aragón no quería, o no miraba, por la celebración de los Juegos. Lo hacía por sacar un rédito social en forma de votos de su eterna guerra con Cataluña. Y en este caso, sin valorar otros del pasado que no proceden, no tenían justificación.
La primera de aquellas reuniones con los representantes políticos fue convocada el 28 de marzo y tres días después, Javier Lambán le comunica a Alejandro Blanco que no estaba de acuerdo con el proyecto que había resultado de las reuniones de la Comisión Técnica. La primera reunión política tiene lugar el 1 de abril de 2022. A ella debían asistir el presidente del COE, el presidente del CSD, José Manuel Franco, la Consellera de la Presidencia de la Generalitat, Laura Vilagrá, y un representante del gobierno de Aragón. Sin embargo, a ese primer encuentro, para mostrar su descontento, no acudió nadie del gobierno de Lambán.
Una de las primeras críticas que hace Aragón al proyecto, y con el que justifica su primer plantón, es que no está de acuerdo con la distribución de las pruebas de nieve. Sin embargo, tal y como ha podido saber EL ESPAÑOL, la propuesta de esa distribución fue realizada por los propios técnicos del equipo de Lambán.
Posteriormente, sí acudiría a las reuniones Felipe Faci, consejero de Educación, Cultura y Deporte del gobierno de Aragón. En cuatro de estas cinco reuniones que se celebraron también estuvo Víctor Francos, en representación del Gobierno y como sustituto de José Manuel Franco.
En estos encuentros que se alargan hasta el 7 de junio se intenta avanzar el proyecto que ya había sido previamente definido y aprobado por la Comisión Técnica. Sin embargo, el cambio de postura de Aragón hace imposible las negociaciones hasta el punto de que en la última reunión, Faci propone un nuevo plan con una distribución de pruebas y sedes totalmente diferente. Se divide el proyecto en varios lotes. Esta propuesta no convence a Cataluña que decide no aceptarla y se remite así al proyecto ya firmado entre ambas partes a últimos de marzo.
La falsa polémica del reparto
Tras la celebración de esas nuevas cinco reuniones con los representantes políticos, no se llegó a ningún acuerdo para la reforma del plan inicial trazado por la Comisión Técnica. Ni siquiera el COE estaba en potestad de poder hacer cambios aunque lo hubiese creído oportuno, ya que tenía que ser algo pactado y consensuado entre todas las partes.
Su labor no era otra que presentar un proyecto respaldado por el Gobierno de España, pero que debía nacer del acuerdo entre los dos territorios que iban a protagonizar la candidatura. Eso sí, Alejandro Blanco y su equipo no se opusieron en ningún momento a realizar cambios al plan inicial de la Comisión, siempre y cuando fuera de mutuo acuerdo entre los representantes políticos de ambos territorios, a los cuales se les presuponía también una cierta capacidad para el diálogo, la negociación y el entendimiento.
Al no haber pacto para realizar más cambios, el programa que termina prevaleciendo es el cerrado por la Comisión técnica allá por finales del mes de marzo. Este otorgaba un total de 54 pruebas para Aragón (contando con las modalidades de esquí de fondo, biatlón, patinaje y curling) y 42 para Cataluña (contando con las modalidades de esquí alpino, esquí libre, y hockey sobe hielo).
Seis disciplinas llegarían a Aragón (cuatro de montaña y dos de ciudad) y cinco para Cataluña (cuatro de montaña y una de ciudad). Un total de 2138 atletas competirían en tierras aragonesas y 2520 en zona catalana. Un proyecto, aprobado en su día, y que Aragón ha intentado calumniar después tildándolo de desigualitario y discriminatorio para su tierra.
Estos datos no solo demuestran que una zona tiene más disciplinas y otra más deportistas, sino que lo más grave de todo es que habían recibido el visto bueno de Aragón. Algo que de buenas a primeras negaron a pesar de que había pruebas que demostraban las evidencias de su giro sin explicación.
Durante las conversaciones posteriores a la elaboración del primer proyecto, se intentaron llevar a cabo algunos cambios. Cataluña intentó mover cinco pruebas de esquí libre del valle de Arán a la zona de Cerler para que así los tres valles aragoneses implicados estuvieran representados en el reparto. Con el biatlón y el esquí de fondo ya se habían cubierto las otras dos zonas más importantes involucradas en el proyecto.
A cambio, las cinco pruebas de patinaje artístico debían pasar a Cataluña para mantener ese reparto de 54-42, ya que de lo contrario, hubiera sido una distribución mucho más desproporcionada (59-37). Sin embargo, Aragón no aceptó este trato a pesar de que durante semanas se quejó de que a Cerler no iba a llegar ninguna prueba cuando eso para ellos era condición indispensable para volver a dar el sí al proyecto. Una nueva contradicción tras otra.
De esta manera, el carácter productivo de las reuniones de la Comisión Técnica se evaporó por completo cuando los representantes políticos entraron en juego. El bloqueo de Aragón, que se negaba a aceptar el proyecto, puso contra las cuerdas la paciencia del COE que se vio sin margen de maniobra ante los plazos del proyecto y ante el COI. La candidatura de país había fracaso de manera extraoficial.
Aragón ataca al COE
Una vez el proyecto había fracasado después de la negativa del gobierno de Aragón a aceptar un plan que ya habían aprobado, el Comité Olímpico Español, que ya había anulado varias reuniones y encuentros con los miembros y expertos del COI, no tuvo más remedio que reconocer ante la institución suprema que no había proyecto que defender ni sobre el que debatir. El objetivo no era otro que intentar conservar la mayor parte de imagen y dignidad ante la esfera deportiva internacional y, sobre todo, la línea de comunicación con el Comité Internacional.
España no tenía el proyecto más espectacular y poderoso en cuanto a lo deportivo, pero sí tenía un relato ganador. Este estaba basado en la unión social y política de dos territorios enfrentados y en la revitalización de una región histórica en vías de perecer social, deportiva y económicamente. Argumentos que ponían en valor un modelo que estaba una buena posición ante la decisión del COI.
Por ello, la caída del proyecto ha supuesto un grave perjuicio en muchos ámbitos. Ahora se hace un poco más difícil la elección de una candidatura nacional de cara a futuros intentos a partir del año 2034. También se ha quitado valor al hito social conseguido por el COE al haber logrado firmar esa primera unión entre Cataluña y Aragón, lo que cual suponía un ejemplo histórico a celebrar por toda España y que daba verdadero sentido a liderar un proyecto de país.
La misión de Aragón de hacer fracasar la candidatura olímpica y el trabajo del COE han terminado dando sus frutos. Este desenlace se lleva por delante un modelo destinado a la revitalización de los deportes de invierno en España y a la regeneración de un territorio en vías de perecer. Y pone fin a muchos meses de trabajo que pretendían sacar adelante un proyecto que creaba puestos de trabajo, que mejoraba la imagen de España y que pretendía sentar las bases del modelo ecológico a seguir por todas las futuras candidaturas a unos Juegos Olímpicos, entre otros objetivos.
Aragón, con sus estrategias oscuras, cimentadas en intereses políticos y en sacar un rédito en las urnas que puede ser pan para hoy y hambre para mañana en su propia tierra, ha aprovechado para abrir una guerra contra el Comité Olímpico Español.
Han intentado responsabilizar a la institución de la fragmentación en pedazos que ellos mismos han provocado de una candidatura que tenía muchos visos de éxito. Y todo porque Alejandro Blanco y todo su equipo han decidido no presentar ante el mundo un nido de confrontaciones políticas cuando meses atrás se había alcanzado un pacto deportivo de futuro. Así es como se ha ido arruinando el último sueño invernal de la España olímpica.