El conflicto sobre cómo controlar la inclusión de atletas trans en categorías femeninas sigue su curso. Y lo hace con la denuncia por parte del bando opositor de que las diferencias físicas ponen en desventaja a las deportistas cis. Pese a ello, hay un caso que rompe con los éxitos de otras como Lia Thomas: Laurel Hubbard. La halterófila debutó en los Juegos Olímpicos de Tokio, fue apartada de la prensa para evitar la presión y acabó fracasando en su categoría. Después, decidió retirarse y fue nombrada deportista del año en Nueva Zelanda, su país.
Laurel Hubbard se convirtió en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en la primera atleta trans. Lo hizo en la categoría femenina de +87 kg de halterofilia. Todas las miradas apuntaban a ella y puede que la prueba generara más audiencia de la habitual por el hecho de su participación. Sin embargo, no hubo ni éxito ni aplausos, pues Hubbard no consiguió realizar ningún levantamiento válido.
La neozelandesa se marchó sin pena ni gloria de la Villa Olímpica. También evitó la cascada de críticas de que una deportista trans hubiera ganado en categoría femenina en su primera participación olímpica. Y, consciente de lo sucedido, apartó su carrera poco después anunciando oficialmente su retirada. Hubbard ya había hecho historia y había dado visibilidad a su colectivo. A sus 44 años, tampoco tenía mucho camino que recorrer en la élite profesional. Con una sonrisa, la misma que mostró cuando fracasó en la prueba de levantamiento de peso, abandonó todos los focos.
El final de la historia fue todo lo contrario a lo que se esperaba. El aspecto físico de Hubbard ya dejó entrever que iba a estar en la pelea por las medallas. Diferentes equipos nacionales, entre ellos el de España, criticaron que pudiera participar en categoría femenina pese a cumplir los requisitos del COI. Algunas rivales lo calificaron de "broma de mal gusto". "No me parece nada justo", indicaron desde la federación española.
Hubbard llegó a Tokio con ese ambiente. Por eso, su equipo más cercano decidió crear una 'burbuja paralela'. A la que estableció la organización para evitar cualquier contagio de la Covid-19 se sumó la creada por los dirigentes neozelandeses. Laurel Hubbard no atendió a ningún medio de comunicación y se le alejó de la presión mediática para evitar cualquier problema psicológico a la hora de competir.
Tras Tokio y su retirada, Laurel Hubbard fue nombrada deportista del año por la Universidad de Otago. Un reconocimiento que se suma a su logro histórico de llegar a unos Juegos Olímpicos.
El cambio del COI
El Comité Olímpico Internacional defendió en todo momento la participación de Laurel Hubbard. No tenía más remedio, pues la neozelandesa cumplía a rajatabla todos los requisitos para atletas trans. Ella, que había competido como hombre en torneos menores, inició su transición en 2012 cuando tenía 35 años.
Entre los requisitos indicados por el COI estaba el mostrar un nivel de testosterona en suero inferior a 10 nanomoles por litro de sangre durante los 12 meses previos y someterse a controles periódicos cuando la organización lo requiriese. Y todos ellos los cumplía Hubbard.
Sin embargo, el COI pegó un giro de 180 grados hace unos meses y cambió su normativa tras años de análisis. El Comité se desentendió y dejó en manos de cada federación los controles sobre atletas trans. De esta manera, cada deporte tendrá una normativa diferente y habrá que ver si restrictiva. Lo único que pide el COI es que no haya grandes desigualdades deportivas.
[Más información - Alana McLaughlin, la transgénero que ya gana en MMA: del Ejército de EEUU al octágono]