Erin Jackson rompía a llorar subida al cajón más alto del podio de Pekín. Había cumplido su sueño después de que hace solo unas semanas lo tuviera imposible por culpa de un imprevisto que no pudo controlar. Sin embargo, la vida a veces da segundas oportunidades incluso cuando una medalla olímpica está en juego.
La estadounidense ha podido comprobar como la magia de los Juegos a veces lo inunda todo hasta cambiar los destinos de los atletas. Y el suyo había cambiado mucho antes de llegar a Pekín. Estaba fuera y sin plaza por culpa de un resbalón en las fases de clasificación, pero la solidaridad de una amiga, compañera y rival le abrieron las puertas de la cita de invierno. Esta le dejaba su plaza con humildad y ella hacía el resto con grandeza. Era su reválida para estar en una cita que llevaba tantos años preparando.
Jackson había comprobado en su propia piel que ni siquiera ser la mejor del mundo y la líder del ránking le habían servido para conseguir algo que era cantado. La prueba de patinaje de velocidad en 500 metros iba a llegar a Pekín sin su reina, pero la intercesión de Brittany Bowe, que le dejó su puesto, le permitió cumplir su sueño y después su reto.
Ahora Erin es campeona olímpica después de cumplir con todos los pronósticos. Sin embargo, esas lágrimas en el podio, además de por el sufrimiento, el esfuerzo y las horas de entrenamiento, también eran parte de un llanto de alivio y liberación. La presión de verse fuera de la cita ahora queda olvidada por su gran hazaña que, además, le permitirá seguir impulsando la lucha racial que lleva ejerciendo durante su corta, pero exitosa carrera.
Un final muy feliz
Erin Jackson guardará para siempre un número que ya es parte de su vida y de su leyenda. La patinadora de Estados Unidos llevará grabado a juego para siempre ese crono de 37.04 que le ha permitido este domingo colgarse la medalla de oro en la prueba de velocidad 500 metros. Un hito para ella y para el país conseguido después de años de esfuerzo y de superación. Arrancó su aventura hace ya más de dos décadas.
De hecho, es el primer título olímpico que consiguen desde el año 1994 en Lillehammer con Bonnie Blair. Una victoria que sirve para agrandar el extenso medallero estadounidense en una prueba que en las últimas décadas no ha dejado los éxitos esperados. No fue el mejor crono posible, pero sí el que condujo a Erin a su victoria por delante de Miho Takagi, que firmó un tiempo de 37.12. El bronce fue para la rusa Angelina Golikova con un registro de 37.21.
Ese tiempo de poco más de 37 segundos sirve para colgarse un oro, pero también para que la japonesa Nao Kodaira continúe tranquila manteniendo su récord del mundo gracias a su impresionante 36.94. Esa será otra batalla que tendrá que afrontar Erin en el futuro y que, dado su potencial, seguro que terminará ganando.
Este logro conseguido a base de esfuerzo y superación también ha llegado a base de un poco de suerte. Solo así se explica que la presea más codiciada haya terminado en el cuello de una competidora que ni siquiera tenía que estar en París. Para hablar de eso hay que remontarse a la fase de clasificación. Concretamente a los Campeonatos Nacionales de Estados Unidos.
En ellos se hizo la selección definitiva de quiénes serían las patinadoras encargadas de representar a la nación norteamericana en Pekín 2022. Erin llegaba como la gran favorita para los 500 metros al ser la líder del ránking mundial. Sin embargo, una inoportuna caída fruto de un resbalón en el peor momento rompió su sueño en mil pedazos. Y con ello las aspiraciones nacionales de conseguir la medalla en China.
Cuando todo parecía sombrío para Jackson, apareció la intercesión milagrosa de su compañera Brittany Bowe. Esta, al ver lo destrozada que se encontraba Erin y sabiendo lo mucho que había peleado y trabajo para conseguir la clasificación, decidió dejarle su plaza. Un gesto tan innecesario para ella como bonito para la joven Jackson. Brittany ya estaba clasificada para las pruebas de velocidad de 1.000 y 1.500 metros.
Por eso, decidió tener un precioso gesto con su compañera, y también rival, y propiciar la conquista de una medalla de oro olímpica. "Nadie merece más que ella tener la oportunidad de llevar a casa una medalla para el equipo de Estados Unidos". Y dicho y hecho, así lo ha conseguido Erin en una de las historias más especiales de Pekín 2022.
Un triunfo del 'Black Power'
El éxito de Erin Jackson no solo es el triunfo de la constancia y de la solidaridad, también es una victoria clave para el conocido como el 'Black Power'. La corriente social y política que pretende luchar por los derechos de las personas de raza negra en Estados Unidos y en el mundo. A nivel deportivo, y especialmente en el universo del patinaje, Erin es una de sus mayores representantes.
Lejos de hacer una batalla social y mediática de sus intenciones y de sus conquistas, Erin siempre ha decidido luchar en silencio. Así es cómo ha conseguido buena parte de sus éxitos. Esta atleta llegada desde el patinaje en línea, se convirtió en la primera mujer negra que salió vencedora de las pruebas de la Copa del Mundo en patinaje de velocidad. Se inició en esta disciplina hace solo cinco años y ahora ha derribado otra barrera al ser la primera mujer negra que se alza con el título olímpico en la distancia de velocidad 500 metros.
Esta patinadora de 29 años, considerada como la mejor del mundo en su especialidad, sigue haciendo historia. Mientras tanto, fomenta una lucha pacífica por el respeto de los derechos de las peronas negras y escribe la leyenda de un país que no ganaba una medalla en patinaje de velocidad desde el año 2002 con Chris Witty.
[Más información: Giro en el caso de Kamila Valieva: el TAS le permite competir y abre una guerra contra el COI]
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