Del 24 de noviembre al 16 de diciembre se está disputando en Dubái el Campeonato Mundial de Ajedrez. Uno de los favoritos al título es un Magnus Carlsen que si se impone en el Dubai Exhibition Centre se proclamará por quinta vez consecutiva campeón del mundo, después de hacerlo en la edición de 2018, celebrada en San Petersburgo, con medio punto de ventaja sobre el joven polaco Jan-Krzysztof Duda.
Con su particular estilo, Carlsen se enfrentó a Nepomniachtchi para lograr sin contratiempos unas nuevas tablas con negras. Pese a que de él dicen que no prepara como debería las aperturas, si hay algo en lo que es todo un maestro es en el arte del factor psicológico ante el tablero.
Esta vez 'Nepo' no cayó en la trampa, pese a que el noruego igualó con negras. Pero es que Magnus es un tipo diferente y eso lo demuestra cuando le preguntan por su legado. "¿Qué recordará la gente sobre Magnus Carlsen dentro de cincuenta años?", le preguntaron tras la partida.
"Creo que hablar sobre el legado durante una partida es una madriguera en la que no quiero caer. Pero, con suerte, será como alguien que por fin ganó una partida en un Campeonato del Mundo desde 2016", dijo con una sonrisa después del tercer juego ante Nepomniachtchi.
En esta tercera partida, la segunda con negras para el cuatro veces campeón del mundo, pronosticó que sería tranquila y parece que sus previsiones se cumplieron. Y todo ello antes de una jornada de descanso que da paso a los siguientes duelos por el cetro mundial del ajedrez. Algo que Magnus Carlsen no quiere que se le escape.
Niño prodigio
Como otros grandes maestros del ajedrez como Bobby Fisher, Anatoli Kárpov o Garri Kaspárov, Magnus Carlsen fue un niño prodigio de esta disciplina que gracias a la serie 'Gambito de Dama' de Netflix ha conseguido un gran impacto mediático durante el último año.
Nacido 30 de noviembre de 1990 en Tønsberg, Noruega, el ajedrecista de 31 años fue el pupilo de Kaspárov, aunque no logró arrebatar al maestro su récord de precocidad, convirtiéndose por primera vez Carlsen en campeón del mundo con 22 años, 11 meses y 23 días.
Ahora ese prodigio está muy cerca de ganar su título mundial y para prepararse para esto se concentró en Cádiz. Desde allí atendió al portal chess24.com, donde recordó cómo comenzó todo: "Diría que comencé a jugar al ajedrez, aprendiendo los movimientos, cuando tenía unos 5 años y medio, y me gustaba el juego, pero no tenía la paciencia para sentarme y tratar de estudiarlo para aprender más".
"Así que diría que comencé a aprender más sobre ajedrez cuando tenía 8 años. Me interesé mucho. Mi primer objetivo fue vencer a mi hermana mayor, y después de eso me enamoré del juego y siempre estudiaba por mi cuenta, y creo que ha sido solo de esa manera desde entonces", agregó el ajedrecista.
Llegó a la cima muy pronto, pero es algo que solo sirve para agrandar su leyenda: "Fue una gran sensación, por supuesto. En ese año, 2013, la mayor parte de mi vida la dediqué a ese objetivo particular de convertirme en campeón del mundo, pero en términos de juventud, en términos de edad general, era bastante joven".
"Pero en términos de edad al ajedrez, ya había jugado durante muchos años y ya me sentía como un competidor experimentado, y ahora ves que la gente obtiene títulos de gran maestro a los 12 y 13 años, por lo que realmente tienes que comenzar muy temprano para ser fuerte", afirmó Carlsen.
Cambio necesario
Este Mundial de ajedrez le sirve a Magnus Carlsen para hacer una llamada de atención a su deporte: "Esto es un debate entre el deporte y la ciencia. O se acelera el ritmo actual -cada jugador dispone de dos horas para los primeros 40 movimientos- o el duelo se convierte en una combinación de las modalidades lenta y rápida -menos de media hora para toda la partida-".
El noruego propone que se aumente el ritmo y que eso pueda provocar que se produzcan un porcentaje mayor de errores, algo que acabará con las muchas tablas que se sellan en este tipo de enfrentamientos. Y bien lo sabe él que en 2018 se llevó el título ante Fabiano Caruana después de que las doce partidas entre ellos acabaran en tablas.
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