Frente a las zapatillas de última generación, tan cotizadas como los gadgets tecnológicos más innovadores, el más artesanal de los calzados: unas sandalias. De color azul y de plástico, para más señas. Y que no falten, de complemento, los calcetines negros. Así, con chanclas pero no a lo loco (con los pies tapados), es como el etíope Amogne Sendeku Alelgn ha sorprendido al mundo. La culpa la tienen sus victorias en dos maratones de primer nivel en China, separadas por tan sólo siete días de diferencia.
Primero, el corredor africano se impuso en el Maratón Internacional de Jingyuan. Después, lo hizo en el de Songshan Shaolin. Pasó de una punta del país asiático a la otra y no dejó de alzarse victorioso. Ni de calzar unas chancletas cuyos días de mayor lustre, desde luego, ya pasaron a mejor vida.
La proeza de Alelgn ha impactado a algunos incondicionales del atletismo. “Es realmente talentoso. Comparado con otros corredores con mucho mejor equipamiento, sus sandalias parecen ser la evidencia más clara de su auténtica habilidad. Le están diciendo al mundo que un buen corredor puede ganar sin ninguna ayuda adicional”, comentó un fan.
Sin embargo, otro se cuestionó si las chanclas no tendrían truco. “Quizá suene tonto preguntar esto, pero... ¿Y si las chancletas pueden ayudar al corredor a aumentar su resistencia?”. El propio Alelgn se encargó de descartar cualquier tipo de 'dopaje' cuando se refirió a la “buena suerte” como clave fundamental de sus primeros puestos en tierras chinas.
No es el primer atleta africano que corre y gana de una forma peculiar. Es imposible superar la hazaña de Abebe Bikila en el maratón olímpico de Roma 1960. Compatriota de Alelgn, pasó a la historia por desechar unas zapatillas Adidas y competir descalzo. Y no sólo eso: se colgó el oro con récord del mundo incluido (dos horas, 15 minutos y 16 segundos).
Otro plus histórico fue que Bikila empezó a cimentar su gesta olímpica junto al obelisco de Axum, expropiado a su país cuando este era una colonia italiana. Su escapada en solitario empezó al lado de ese monumento. Debajo de otro también simbólico para su nación, el arco de Constantino (desde allí partió el ejército de Mussolini para iniciar la conquista de Etiopía), estaba la meta que cruzó en primer lugar.
Bikila, que revalidó su título olímpico cuatro años después (esta vez con zapatillas y batiendo de nuevo la plusmarca mundial de maratón), sentó un precedente que imitó, años después, Zola Budd. La atleta sudafricana también corría descalza, aunque lo hacía en distancias menores. Se hizo célebre por la polémica que se levantó en torno a la final olímpica de los 3.000 metros femeninos en Los Ángeles 1984.
Budd, que acudió a aquellos Juegos tras nacionalizarse británica (Sudáfrica no podía disputarlos por el Apartheid), protagonizó un incidente sonado con Mary Decker. Ella, veterana, era una de las atletas más queridas de Estados Unidos. Por el contrario, Budd era la joven promesa de turno. La suerte quiso que, en plena carrera y luchando por liderar la misma, ambas corredoras entraran en contacto. Decker se tropezó y acabó en el suelo, con la pierna lastimada y fuera de la prueba, mientras su rival seguía corriendo.
Aun así, no hubo medalla para ninguna: Budd pasó de ir primera a ser séptima poco después del choque con Decker, en medio de abucheos continuos. La estadounidense no tardó en acusar a la corredora africana de haberla empujado a propósito, en una rueda de prensa salpicada de lágrimas. Una teoría siempre negada por Zola, que se disculpó y recibió un “ni te molestes” por respuesta.
32 años después, la historia tuvo final feliz. Ambas atletas se reunieron con motivo de un documental y decidieron hacerse amigas: demasiadas cosas en común (situaciones familiares complicadas, el amor por los animales y la cocina, maridos que cumplen años el mismo día…) como para que las rencillas no pasasen a mejor vida.
¿Más casos de corredores descalzos? Por ejemplo, el del español Alfredo Chacón, que completó la Maratón de Valencia de 2016 sin zapatillas. O el de muchos runners, porque parece que correr sin calzado empieza a ponerse de moda. ¿Por qué? Dicen que se presta más atención al terreno, a la técnica de carrera (pisada, zancada...) y a la carrera en sí.
Quién sabe, puede que calzarse unas sandalias para competir no sea una maniobra tan surrealista como parece: hay monitores que dicen que las zapatillas minimalistas son una buena opción para quienes suelen correr descalzos. Quizá la locura de Alelgn no lo sea tanto.
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